La cabeza me daba vueltas y veía algo borroso. Dabi estaba haciendo mucho menos ruido que esta mañana. Aún así podía escuchar perfectamente los cacharros que chocaban, se golpeaban y que utilizaba para hacer lo que fuera que me estuviese preparando.
Empecé a investigar con la mirada la ventana del cuarto, en la cual seguía cayendo agua como si fuese un manantial. Quería saber en qué parte de la ciudad podría estar, obviamente en alguna peligrosa y profunda, pero tal vez sería demasiado fácil para los inspectores y estuviese en alguna parte antigua de la ciudad o simplemente en una menos cuidada, pero tranquila.
-Dabi: Oye, ¿tanta fiebre tienes?- Respondí simplemente con mi ya característico -¿eh?-, haciéndole alzar una ceja. -Desde que he entrado te he estado llamando, y estás en las nubes.
Me intenté incorporar en la cama, donde mi cuerpo me dejaba otra vez como inválida. Entonces, Dabi me volvió a coger a medio camino de estamparme contra la cama. Al tener las manos tan grandes, una sola me agarraba todo el brazo, y la otra me sujetaba de la cintura para ayudarme a estabilizarme. Me colocó las almohadas para que pudiese apoyarme, y se sentó al lado mía.
-Dabi: Parece que un resfriado va a matarte, cuando has sobrevivido a varias torturas...- Le miré muy mal, no sabía si se burlaba de mí, porque con su cara de escepticismo mucho no podía descubrir. -Bueno, me has hecho cocinar el doble, te he traído estas pastillas.-
-_____: Gracias.- La verdad estaba demasiado cansada como para discutir.
Tomé el vaso que me dio y las dos pastillas, que eran diminutas, y procedí a tragármelas cuando me dio por respirar, y claro, el aire entró por donde el agua y casi me ahogo tosiendo. Dabi me miró sorprendido y alarmado, y me dio varios golpes en la espalda que más que ayudarme me ponían peor, hasta que conseguí coger aire y quedarme tranquila y me eché reventada sobre las almohadas.
-Dabi: Ahora sí que te va a matar la fiebre, venga, yo te doy de comer. No respires.- ¿Se cree gracioso?
Como dijo, me fue dando cucharadas de la sopa de fideos que hizo, que estaba bastante buena, y me dejaba respirar y tomarme mi tiempo y tardar eternidades para tragar, ya que me estaba empezando a doler la garganta al punto de arder, pero al ser sopa y estar calentita pues era bastante agradable.
Al terminar, me volvió a acercar el vaso de agua para que se me bajaran los sudores del calor de la sopa, y me acarició el pelo al terminar, como a un perro herido, pero él no tenía expresión en su cara, con los ojos vacíos, que te ahogaban en un mar y cielo revueltos.
La verdad es que como sádico iba que ni pintado, pues solo le faltaba sonreír para dar verdadero terror, pero a la vez se veía tan fornido y varonil, que no sabía ni podía imaginar todo lo que habría pasado, porque yo no le echaba más de 25.
Su mano se paró y, simplemente, nos miramos. Sus dedos eran largos y fríos, pero su palma era caliente por su kosei, y se entrelazaban en mechones de mi pelo, cosa que no sabía por qué, pero me encantaba y me relajaba sobremanera.
-Dabi: Vuelve a dormir, tienes que descansar.-
-_____: No tengo sueño.- Cosa que era mentira, pero vamos, como una catedral de grande, porque todos sabíamos que yo tengo sueño las veinticuatro horas del día, todos los días; pero la realidad era que no quería estar sola.
Dabi suspiró y apartó su mano de mi pelo, despejándome de esa ensoñación ya que me estaba adormilando por la suave caricia. Me miró con indiferencia, y se apoyó en la cama, para mirarme.
-Dabi: ¿Y qué quieres hacer?-
-_____: ¿Tú qué vas a hacer?- Subió una ceja, ya que era lo primero que se me había ocurrido decirle.
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Te quiero aquí... (Katsuki Bakugou y tú)
Fanfiction¿Por qué..? ¿Por qué tú..? ¿Por qué tú de entre todos..? ¿Por qué tú me enamoraste..? Hay chicos más simpáticos, más amables, más buenos conmigo... Pero aquí estoy, enamorada de ti, y aunque no quiera admitirlo, no puedo sacarte de mi mente, no pued...