Capítulo 40: Té

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Su afilada mandíbula se manifestaba proyectando una marcada sombra en su ancho cuello, que conducía a su nuez. La cual se movía cada vez que tragaba y se notaban los tendones. Su mirada estaba concentrada en lo que le quedaba de líquido en el vaso, por lo que sus pestañas suavizaban el azul cyan que portaba. Su pelo liso y suave se movía cada vez que tiraba hacia atrás un poco más la cabeza para poder beber mejor.

A la vez subía el brazo, con músculos marcados y venas, azules como el océano, se podría decir que él era de sangre azul, en todo caso, era practicamente un príncipe. Su mano, sujetaba aquel vaso de té, quién fuese ese vaso, aunque su agarre fuese firme, no tenía los nudillos blanquecinos de la fuerza y se podían apreciar sus fornidos dedos que hacían juego con su blanquecina y tersa piel. 

La cual no estaba estropeada ni por la marca que ocupaba un cuarto de su rostro, aquella quemadura le sentaba de muerte, y nadie era capaz de negarlo.

Cuando me miró caí en la cuenta de que llevaba demasiado tiempo observándolo por lo que arrugé la nariz con una media sonrisa y desvié mi mirada. Por el rabillo del ojo ví como enarcó una ceja.

-Todoroki: Se te va a enfriar.- Como si no lo estuviese ya.

Después de que Dabi nos hubiera traído un poco de té, por cortesía o tal vez para evitar que saliesemos, o lo intentasemos por el hambre, la sed o cualquier cosa, nos lo trajo él. Probablemente se habría tenido que ir y por eso nos lo trajo, o simplemente no quiere que le molestemos, o vigilarnos de vez en cuando. Sea lo que fuera estaba bien bueno el té, y pude ver el perfil de Todoroki en todo su explendor.

Le hice caso y empecé a beber, como dijo, estaba frío, pero igualemente me lo bebí. Él me volvió a servir más, cosa que agradecí porque seguía caliente y empezó a derretir mis congeladas manos.

-Todoroki: Realmente, podríamos salir de aquí, con mi kosei y un poco de distracción sin mucha dificultad.- Bebí de mi té, sin saber qué decir.

Tenía razón, además él lo hace parecer todo sencillo, teniendo una mente tan calculadora podría encontrar una sencilla solución para cualquier problema que se le presentase. 

¿El problema? Que aún sigo queriendo a mi padre, además de que probablemente no me dejasen volver a mi casa ya que soy menor de edad y la policía ya no podría hacer la vista gorda, por si fuera poco, probablemente haya incumplido un par de delitos como ocultarme junto a un preso, no entregarlo, ayudarlo y para rematar entrometer al hijo del segundo héroe, justo después de All Might.

Si no me ponen una condena, me llevo una buena multa, aunque también existe la posibilidad de que lo vean como un secuestro y se me indemnicen las culpas, aunque la retirada de mi domicilio seguirá allí.

Tras ver mi cara de circunstancias, Todoroki me revolvió el pelo y me miró comprensivamente, no dijo nada, solo asintió con la cabeza dándome a entender que idearía otro plan.

Cuando se acabó la tetera fui a coger mi móvil, ahí caí en la cuenta de que Dabi me lo había "confiscado" (arrebatado/robado) cuando no miraba y se lo llevó lejos de mí, agradecí tener contraseña, el problema era que no tenía con que distraerme y no era buena ideando temas de conversación. Mucho menos con Todoroki. Para colmo, me ponía nerviosa sola su presencia, no te digo su mirada sobre mí.

Dabi mi "salvador" entró en la habitación y se sentó en la cama mientras nos miraba a los dos, por turnos. Se podría decir que la temperatura bajo drásticamente en cuanto Todoroki, más serio de lo normal, estiró la espalda y dejó caer su cabeza mirando desafiantemente a Dabi, el cual no se quedaba atrás e infló el pecho mientras se apoyó con sus manos en el colchón.

-Dabi: Nena, venía a decirte lo que va a pasar de ahora en adelante.



Te quiero aquí... (Katsuki Bakugou y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora