Capítulo 3.

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Alice;

Necesitaba respuestas, Jack había cambiado conmigo y lo del partido de fútbol solo era una mentira más al lado de las demás. Pero, pese a estar cabreada con él e incluso odiarle a momentos, no podía permitir que en Rutgers nos vieran mal. Éramos el claro ejemplo del amor adolescente, el real, el más puro que existe. Toda la universidad nos admiraba, comentaba nuestra relación por las redes sociales y en los cuchicheos entre clases. Si le preguntabas a cualquier estudiante qué era lo que más deseaban, seguramente responderían que algo como lo que Jack y yo teníamos.

Pero, a pesar de lo que todos veían, no todo era tan bonito. La gente juzgaba una simple fachada, lo que nosotros queríamos que vieran; así que eso no significara que fuéramos el reflejo de nuestra realidad.

En estos momentos me encontraba muy cerca del chico nuevo. Ni siquiera sabía su nombre, pero algo me decía que quizás podía confiar un poquito en él. No esperaba encontrarle aquí, ni mucho menos después de coincidir en el autobús y verme obligada a hablarle. O el chico nuevo me perseguía o el destino lo había cruzado en mi camino sin más.

Así que aquí estaba, con él. Su cuerpo y el mío estaban muy juntos pero no me llegaban a incomodar los pocos centímetros que nos separaban. Era extraño.

—¡Pero no te rías! —golpeé su pecho, tratando de detener que se burlara de mí.

Al parecer, el episodio de la mochila le hacía mucha gracia. Yo todavía no lo había podido olvidar y estaba segura de que a partir de ese pequeño percance estaría más pendiente de todo.

—Es que fue muy gracioso —se excusó.

—Pues a mí no me hizo ninguna gracia —dije cortante. Él no entendía lo que era mantener una reputación.

Le miré por unos instantes y me fijé en las pequeñas pecas que adornaban su nariz. El sol caía de lleno sobre nosotros así que podía admirar su rostro con perfecta claridad. Además, la corta distancia que nos separaba me beneficiaba para contemplar sus ojos marrones. Ahora se veían algo más claros, incluso parecían tintarse de un verde color miel. Eran bonitos, para qué mentir.

—Lo siento —añadió, llevándome de vuelta a la realidad.

Me había perdido por unos segundos en su boca. Sus labios eran carnosos y la forma que tenían los hacían verse bastante apetecibles.

Mierda, ¿en qué estaba pensando?

Me enfadé conmigo misma. No estaba aquí para ver el lado de bueno que tenía un marginado como él, al revés, mi plan era otro. Había venido aquí con el objetivo de espiar a Jack y averiguar si tramaba algo. El estúpido chico nuevo me había distraído así que me puse de puntillas de nuevo para mirar a sus espaldas mientras me volví a apoyar en sus hombros. Me servían de ayuda para alzarme un poco más y a la vez esconderme tras su cuerpo, que era más grande que el mío.

Él ni se movió, tan solo se quedó parado y dejó que yo siguiera con mi plan. Jack acababa de meterse en su coche deportivo y estaba sacándolo de la plaza donde lo tenía aparcado. Echó marcha atrás y lo colocó en una posición dispuesto a salir disparado hacia la salida, pero para mi sorpresa no lo hizo. Se quedó parado. Detuvo el coche y miró a ambos lados del vehículo, como si quisiera comprobar algo.

¿Qué estaría haciendo? Cuando giró su cuello para asegurarse de que estaba solo allí me recordó a la típica escena de las películas donde se trama un plan malvado y el protagonista no quiere que nadie le delate. O eso o es que yo tenía una gran imaginación, que también.

Entonces, segundos más tarde, apareció ella. Ni siquiera entendí qué hacía allí cuando debería estar en clase. Mi mejor amiga también miró a su alrededor antes de subir al coche de mi novio, imitando el gesto que anteriormente había hecho Jack. Se sentó en el asiento de copiloto y cerró la puerta, provocando que aquel molesto ruido llegara a mis oídos. No estábamos muy lejos, pero la distancia era la suficiente para impedir que no pudiera escuchar lo que estaban hablando.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora