Capítulo 21.

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Alice;

Salimos del ascensor y Luke sacó las llaves de su apartamento. Estábamos delante de la puerta y mis piernas comenzaron a temblar. Estas cosas siempre me llevaban al borde de un ataque de pánico.

Luke abrió la puerta y me hizo un gesto para que pasara antes que él, pero quise ignorarlo y le di un suave empujón para que se adelantara. Ese era el truco, que fuera el primero en aparecer y se encontrara con todo lo que se había organizado.

En cuanto entramos, el sonido de la puerta al cerrarse fue lo único que se escuchó. Todo estaba en silencio y las luces apagadas, como si no hubiera nadie en casa. Estaba todo pensado para que Luke no tuviera ni una sospecha de lo que estaba a punto de ocurrir.

Me coloqué tras su espalda y él pulsó el interruptor provocando que se iluminara el pasillo por el que caminábamos. Los segundos que nos acompañaron hasta llegar al salón me helaron la sangre. Mi corazón bombeaba con fuerza y lo peor era que no podía compartir la sensación con nadie. Luke no tenía ni idea de lo que le esperaba, en cambio yo sabía que en cuanto asomara un poco su cabeza se llevaría la sorpresa.

Y así fue. El sonido de la suela de sus deportivas chocando contra el suelo se me grabó en el cerebro y fue entrar en el salón y que sus pies se detuvieran en seco.

—¡Felicidades! —se escuchó al unísono.

Todas las luces se encendieron y Luke se detuvo observando la escena. No tenía ni idea de lo que le pasó por la cabeza, pero se quedó pasmado.

Miré rápidamente al grupo de unos diez chicos que vestían de negro y lanzaban confeti desde el sofá y después desvié mi vista hacia Luke. Su expresión se había congelado y no sabía cómo interpretar las arrugas que aparecían alrededor de su boca y se extendían hacia sus mejillas.

—¿Qué estáis haciendo aquí? —gruñó, con la mandíbula apretada.

Ahí supe que no le había hecho ni pizca de gracia. Las manos se apretaron en dos puños a su alrededor y su mirada se clavó en esos amigos que ahora le miraban boquiabiertos debido a su reacción.

—Qué hacéis aquí, he dicho —se reafirmó.

Parecía furioso. Su voz había salido fuerte y autoritaria de su garganta. Un silencio nos envolvió a todos y se pudo notar la tensión en el ambiente. Me sentí incómoda y fuera de lugar. Mis pies se movieron nerviosos y me coloqué detrás de Luke, queriendo cobijarme de todos los cuchillos que iban a volar.

Nadie dijo nada, hasta que alguien se atrevió a pronunciarse.

—Han venido a darte una sorpresa —Charles dio un paso hacia delante, dando la cara y siendo el representante del grupo.

Luke se llevó una mano a la cabeza y tiró de su pelo con cierta rabia.

—Pues yo no les he pedido que vengan —protestó, agitando su brazo en aquella dirección.

El resto continuaba en absoluto silencio y contemplaban expectantes la conversación entre los dos anfitriones de la casa.

—Tío, este paripé no iba a malas —le explicó su mejor amigo—. Al revés, solo queríamos alegrarte tu día.

—Sabías perfectamente que yo no quería esto —le acusó—. No te hagas ahora el extrañado, ya lo habíamos hablado y dejé claro que prefería estar solo.

—No te lo tomes así —le cortó Charles, sin dejarle seguir.

—Me lo tomo como quiero —sentenció—. Estoy en mi derecho.

A continuación, dio media vuelta y se encontró conmigo. Nuestros cuerpos casi se chocan cuando, con la respiración agitada y el pecho subiendo y bajando, me preguntó:

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora