Capítulo 18.

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Alice;

Me sentía terriblemente mal, un sentimiento de culpa se había instalado en mi cuerpo para no irse de allí. Después de haber visto la angustia y el dolor en los ojos de Jack mis pensamientos me mataban sin cesar. Le había hecho daño y no me pillaba por sorpresa saberlo, era consciente de que alguien acabaría perdiendo.

Junté mis manos y abrí el grifo para que el agua formara un pequeño embalse en mis palmas. A continuación, me incliné hacia la pila y estampé el agua contra mi cara. Necesitaba justo eso, despejarme. Cerrar los ojos y solo sentir alivio.

Todo el maquillaje resbaló por mi piel y me encargué de quitarlo finalmente con unas toallitas húmedas que siempre llevaba en el bolso. Mis lágrimas ya habían desaparecido y unas ojeras se habían instalado bajo mis ojos. Eso sumado a la palidez de mi piel resaltaban mi horrible aspecto.

Me miré detenidamente en el espejo y me costó reconocerme. Ya no iba a tener a mi lado a Jack nunca más y realmente no sabía cómo sentir eso. Por una parte iba a dejar de fingir y eso me aliviaba, pero por otra...

¿Y si de ahora en adelante lo echaba de menos?

Lo mejor era dejar de pensar.

Saqué mi estuche color dorado donde guardaba todo el maquillaje que llevaba para la universidad y empecé a aplicar el corrector para cubrir mis ojeras. No iba a permitir que Luke me viera así y quisiera salir corriendo de su propio apartamento para huir de mí. A continuación, extendí la base por todo mi rostro con la ayuda de una esponja y finalmente apliqué un poco de rimmel para alargar mis pestañas.

Genial. Sonreí forzadamente al observar el resultado y le di un poco de color a mis labios, el justo para que se pudiera apreciar pero no resaltara mucho. Ahora me tocaba salir del baño y encontrarme con Luke. Habíamos venido a su casa tras la pelea y no quería dejarle solo hasta que él mismo me pidiera su espacio. Sentía que debía protegerle y quería estar a su lado.

Guardé el estuche en el bolso y eché unas gotitas de colonia por mi cuello antes de dirigirme hacia el salón. Allí estaba él, sujetando el mano de la Play Station en sus manos y con la vista centrada en la pantalla del televisor. Cuando escuchó mis pasos y notó mi presencia se giró de inmediato.

—Te has pasado un buen rato en el baño encerrada —comentó, fijando su intensa mirada en mí.

—Es que esta cara tenía que arreglarse —intenté hacerme la graciosa para que no desvelara realmente mi estado de ánimo.

Había llorado tanto que hasta me dolía pestañear y sentía que mis ojos escocían. Tras lo sucedido, había estallado y me había salpicado a mí misma. Sí, lo merecía. No me iba a quejar.

—Deja de ser tan presumida y ven aquí —dijo palmeando el hueco del sofá para que me sentara allí.

Esbocé una ligera sonrisa y caminé hacia él.

—No me gusta que me vean así —admití, colocándome a su lado.

—¿Así cómo? —alzó una ceja.

—Con mal aspecto —respondí, cubriendo mi cara con mis manos.

—Pero si siempre lo tienes —dijo Luke en un tono de broma.

Reconocía perfectamente cuando quería pincharme y esta era una de esas veces.

—¿Entonces por qué no dejas de mirarme? —pregunté, avispada—. Debería molestarte.

—Pues no me molesta —negó con su cabeza—. Al revés, me gusta.

Un calor intenso subió por mis piernas y antes de que notara que su maldita contestación me había puesto nerviosa, aproveché para volver atrás:

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora