Capítulo 9.

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Alice;

Guardé el móvil en mi bolsillo todavía temblando. Las palabras de Jack me habían dejado de piedra y cientos de pensamientos continuaban flotando en mi mente sin parar. Debido a mi enfado tanto con Bonnie como con él había decidido que ya llegaba el momento y me iba a contar ese secreto que escondían ambos. No lo podía creer.

—Tienes que llevarme a Rutgers —le pedí a Luke, que me miraba con desconcierto.

Todavía no me había recuperado del todo del momento en el que mi cerebro casi explota al tenerle tan cerca, por eso mismo necesitaba salir de aquí cuanto antes.

—¿Qué ha pasado? —me preguntó él, con el ceño fruncido—. ¿Quién era?

—Jack —en cuanto pronuncié su nombre, dio un paso hacia atrás—. Me ha dicho que si podíamos vernos, que va a contarme todo.

—¿Vas a quedar con ese idiota? —pareció sorprenderse, puesto que pasó una mano por su pelo y tiró de la punta de algunos mechones con fuerza.

—Ese idiota es mi novio —tosí—. No es nada raro.

—¿Y se va a atrever a decirte que se lió con tu mejor amiga? —soltó una risa que muy poca gracia le hacía, una risa de esas irónicas.

—Al parecer, sí —solté un suspiro—. ¿Me llevas a la universidad, entonces?

—No me queda otro remedio —aceptó, muy a su pesar.

No entendía por qué ahora había cobrado esa actitud. Estaba diferente, distante y sus palabras eran demasiado cortantes. Parecía ser que le molestara lo que iba a hacer: quedar con Jack. ¿Sería eso posible? A él le tenía que dar igual. Dudaba mucho que se preocupara tanto por mí como para que le afectara de esa manera. Jack era mi novio y me había pedido que si podíamos vernos para aclarar el maldito tema que me volvía loca y me perseguía hasta en las peores pesadillas. Me debía explicaciones y por fin las iba a tener, después de esperar tantos días y llenarme la cabeza de constantes dudas.

Desde que entramos en el coche de Luke se respiró un ambiente diferente, frío... No tardó nada en poner la primera emisora de radio y subir el volumen de la música. Con aquel pequeño gesto me dejó claro que no quería hablar conmigo, que prefería perderse en las letras de aquellas canciones.

—¿Te pasa algo? —pregunté, al cabo de un rato.

Nos encontrábamos cerca de la universidad, no tardaríamos mucho en llegar.

—No, a mí no —respondió, con la mandíbula apretada—. ¿Y a ti?

—A mí tampoco —me encogí de hombros—, pero te noto raro.

—Serán imaginaciones tuyas —golpeó sus dedos delicadamente en el volante tras detenerse en el semáforo en rojo.

—No soy tonta, Carter —tragué saliva—. ¿Te molesta que quede con mi novio? ¿Es eso?

Me arrepentí de lanzar aquella pregunta. No tenía lógica alguna, pero algo me decía que aquel era el problema.

—Déjalo estar, Alice.

—No, no lo dejo estar —repliqué—. Quiero saber qué es lo que te pasa conmigo.

—No me pasa nada, de verdad —su voz sonó diferente.

—No te creo, eres un mentiroso —le acusé, girándome para mirarle sin descaro.

Su perfil era uno de los más bonitos que había visto en el sexo masculino. Y no quería sonar exagerada, pero era así. Su delicada nariz terminaba en punta, sus labios gruesos le daban un aspecto sensual y su mirada oscura se centraba en la carretera mientras se desesperaba por que el semáforo se pusiera en verde. Por no hablar de la forma en la que sus manos se apretaban en el volante. Joder.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora