Capítulo 8.

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Alice;

Intentaba contener los nervios que empezaban a aflorar en mi interior. Mi estómago era un cúmulo de emociones que se mezclaban dejándome bastante desconcertada. ¿Por qué Luke me traía aquí? Quizás luego era una tontería, pero a mí las dudas me mataban y me podía la curiosidad. Necesitaba saberlo todo en todo momento.

Y también otra pregunta acechaba mi mente... ¿por qué había venido con él? ¿Por qué despertaba esa confianza en mí? ¿Por qué me fiaba de él si ni siquiera sabía nada de su vida? Me daba vértigo entender que Luke era alguien que podía ganarme poco a poco, o de golpe.

Entramos en el portal de un edificio que no tenía pinta de ser muy antiguo. Al contrario, se veía nuevo y limpio. Avanzamos por un pasillo bastante ancho y llegamos a un ascensor que no tardó mucho en abrir sus puertas al llegar a nuestra planta.

—¿Vives aquí? —pregunté, después de aguantar bastante tiempo sin decir nada.

—¿Por qué lo quieres saber? ¿Para espiarme? —dijo con aires de grandeza.

—No te hagas tanto el chulo porque sabes que no es así —arrugué mi frente y me miré en el espejo una vez dentro del ascensor.

—Tú me dijiste lo mismo cuando te acompañé a tu casa —me recordó.

Vaya, tenía razón. Odiaba que tuviera el poder de dejarme mal más veces de lo normal.

—Yo soy yo y tú eres tú —le señalé con desprecio.

—¿Me estás diciendo que valgo menos o algo por el estilo? —pareció ofenderse.

Me sentí mal por un momento. Tragué saliva duramente y me quedé unos segundos callada, sin saber qué decir. Realmente no sabía por qué actuaba así, tal vez por pura costumbre. Solía tratar mal a la gente y despreciaba a los demás por el simple hecho de no ser como yo. Con Luke había empezado así, pero sin querer habíamos avanzado a un estado que no sabría ni descifrar aunque me dieran todas las pistas del mundo. Al darme cuenta de eso, yo misma había llegado a un punto en el que actuaba automáticamente como mecanismo de defensa. Me veía tan vulnerable a su lado... que lo mejor era eso. Sí, tratarle con desprecio y fingir que no le estaba empezando a coger algo de cariño.

—¿Ahora no vas a contestar? —su voz me devolvió a la realidad.

Me había perdido en mis pensamientos más tiempo del que pensaba, ya habíamos llegado al último piso y Luke se dispuso a salir del ascensor. Le seguí de inmediato.

—Olvida lo que he dicho... —intenté sonar lo menos arrepentida posible.

—Vale.

Avanzó unos pasos por delante de mí y sacó unas llaves del bolsillo de su pantalón. Se colocó frente a una puerta blanca y se encargó de abrirla. En cuanto lo hizo, me hizo un gesto para que pasara yo primero y así lo hice.

Una terraza no muy grande me esperó frente a mis narices. Una mesa junto a sus sillas del mismo estilo se adueñaban de la parte derecha del lugar y unos cuantos trastos se apilaban justo al lado. Me acerqué hacia el mármol que marcaba el límite entre el suelo y lo que había después y me asomé para contemplar las vistas. No eran nada del otro mundo. Se podía apreciar en su gran mayoría el color verde de los campos que abarrotaban la zona y los tejados de las viviendas. También podía distinguir uno de los lagos de la ciudad y diferentes edificios característicos desde una perspectiva muy diferente a la que solía verlos.

—Me esperaba algo mejor —bufé, quejándome como siempre.

Mi boca siempre hablaba antes de que la información terminara de ser procesada por mi cerebro.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora