Capítulo 5.

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Alice;

Por fin era sábado. Se suponía que tenía que ser un gran día, pero desgraciadamente me había despertado con un dolor de cabeza tremendo y con unos pensamientos cargados de pesimismo, cosa que era poco habitual en mí. Eso sumado a que había tenido una pesadilla que no paraba de repetirse en mi mente. Jack y Bonnie habían sido los protagonistas y yo había terminado siendo el personaje al que le rompen el corazón. Pobre de mí.

Habían pasado ya unos cuantos días desde que había presenciado la escena en la que mi novio y mi mejor amiga se besaban. A pesar de eso, tenía la impresión de que todo lo vivido se podía borrar, como si fuera un elemento del ordenador que envías a la papelera de reciclaje y desaparece. Pero no, esto era diferente... debía mentalizarme.

¿Cuándo iba a asimilar que lo mío con Jack estaba roto? ¿Que me había engañado? ¿Que mi mejor amiga había participado en la traición?

No podíamos volver atrás, el tiempo no es máquina que hace lo que le pides y soluciona los errores. Todo acto tiene sus consecuencias y cada decisión que tomamos forma parte de lo que somos. Somos justo eso, momentos. Momentos que hemos elegido, que hemos vivido, de los que formamos parte.

Cuando había notado que de un momento a otro mi cerebro iba a estallar en mil pedazos me tomé una pastilla para sentirme mejor. A las pocas horas hizo su efecto y por la tarde ya había desaparecido esa sensación similar a una resaca de las gordas.

En cuanto el reloj marcó las cinco empecé a prepararme. Me duché, me aseé y me llené de mil cremas. Me encantaba embadurnarme con ellas y oler bien, era una de mis manías. No podía salir de casa sin echarme medio frasco de colonia y sin que a mi olfato llegara mi perfume favorito.

Entré a mi habitación con la toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y me encontré a mi madre observando el desastre que había allí formado.

—¿Qué es todo esto? —exigió una respuesta.

—Ropa —contesté con despreocupación, agachándome para recoger unas cuantas camisetas que estaban tiradas en el suelo.

—Que yo sepa la ropa se guarda en el armario y no se queda esparcida por todas partes —dijo ajustando sus gafas de pasta—. Así que quiero verlo todo ordenado antes de que te vayas.

—Mamá, que tengo prisa —me quejé—. Ya lo colocaré todo mañana.

—Haz lo que quieras, Alice —lanzó un fuerte suspiro—. No voy a discutir, ya tengo suficiente.

Salió de la habitación y me quedé reflexionando acerca de sus palabras. Mi madre y mi padre no paraban de discutir últimamente y eso me afectaba más de lo que creía. Desde aquel fatídico día todo había cambiado para nosotros y en mi familia nada era lo mismo. Qué injusto. A veces deseaba seguir viviendo en una mentira que haber descubierto la cruda realidad. Y toda la culpa era de aquel desgraciado que se había cruzado en el camino de mi padre. Ni siquiera le conocía, pero era la persona que más odiaba en estos momentos.

Resoplé con frustración y decidí hacerle caso a mi madre, muy a mi pesar. Pocas veces conseguía salirse con la suya —y menos si era conmigo—, pero como tenía algo de tiempo no me costó nada recoger toda la ropa. Eso sí, me puse música para que el rato se hiciera más ameno.

Al terminar, me desprendí de la toalla que envolvía mi cuerpo y me quedé completamente desnuda antes de ponerme mi ropa interior favorita: un conjunto de encaje. Abrí mi armario de par en par y di con el vestido que me había comprado días atrás. Era precioso y me sentaba realmente bien, por eso mismo lo adquirí. Además, mi intención en un primer momento fue sorprender a Jack y ahora mi intención era dejarlo encerrado en el armario. No pensaba ponérmelo, no le iba a alegrar la vista al estúpido de mi novio después de lo que me había hecho.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora