Capítulo 23.

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Luke;

El maldito despertador me sacó del profundo sueño en el que estaba sumergido. Froté mis ojos con los puños de mis manos y bostecé unas cuatro veces seguidas. ¿Existía algo peor que madrugar? Sí, hacerlo para ir a la universidad y aguantar a los aburridos profesores.

Las sábanas se pegaron a mi cuerpo semidesnudo impidiéndome salir de la cama y tras varios intentos fallidos conseguí ponerme en pie. Era de los que apuraban hasta el último minuto para quedarse durmiendo, así que tenía que darme prisa si quería llegar puntual a clase.

Me preparé un rápido desayuno: dos tostadas y un zumo de frutas. Al terminar, fui directo al baño para lavarme los dientes y a continuación metí en la ducha, coloqué mi cuerpo bajo el agua fría y me espabilé un poco. Después, me sequé y dejé mi pelo desordenado como siempre. Nunca me apetecía peinarme y algo de rebeldía no me sentaba mal.

Para terminar, me vestí con una camiseta gris con algo de cuello alto y unos pantalones negros que decidí combinar con unas botas del mismo colar. Pocas veces me ponía ese estilo de zapatos, pero ese día me apetecían. Eché un poco de colonia por mi cuello y sobre la tela de mi ropa y salí de casa corriendo.

Minutos más tarde me encontraba buscando un sitio para aparcar donde la mayoría de estudiantes dejábamos el coche. Desde lejos vi un espacio vacío donde siempre y al acercarme me puse nervioso al ver que Alice estaba allí. No sabía cómo ni si había alguna explicación al respecto, pero junto a su moto siempre había un hueco. Y ese hueco, desde que nos conocimos, había empezado a llevar mi nombre.

Poco a poco me acerqué allí y estacioné el coche. Al quitar la llave del conducto me di cuenta de que mis manos estaban temblando. Joder, ¡estaba nervioso! Alice estaba a mi lado y no tenía ni la valentía de girarme para que supiera que la había visto. Pero, ¿qué diablos me pasaba? Me sentía como un niño pequeño. Esto no podía ser real. No.

Hacía tan solo unas horas que estábamos saliendo juntos. ¿Cómo me había atrevido a pedírselo? Esperaba que no hubiera sonado muy patético, ella era Alice Evans y yo... yo no era a lo que ella aspiraba. ¿Cómo era posible que me hubiera dicho que sí? ¿Que aceptaba? ¿De verdad? Ella también quería estar conmigo. Esto era un golpe de suerte o algo que jamás se iba a repetir en mi vida.

Me quité el cinturón y pasé una mano por mi pelo antes de abrir la puerta. Cogí mi mochila y salí del coche, encontrándome con una Alice que se estaba quitando ese casco rosa tan Barbie. Me hacía mucha gracia, me encantaba. Es que todo le sentaba bien.

—Buenos días —fue lo único que se me ocurrió decir.

Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón y me quedé observándola en silencio unos segundos.

—Buenos días —sonrió—. ¿No vas a venir a darme un beso? —preguntó divertida, esperando a que diera yo el primer paso.

Joder, Luke, deja de hacer el ridículo.

'Es tu novia, lánzate. No te frenes', pensé.

Cogí aire y caminé hacia ella con un paso vacilante pero inseguro. Ella me esperaba con una mano sobre su cintura y con los ojos todavía algo entrecerrados debido a que era demasiado pronto.

Me planté frente a ella, tiré de su cintura y pegué nuestros labios en un tímido beso. Sentir su aliento contra mi boca y la frescura que desprendía me puso contento de buena mañana. Con qué poco podía ganarme esta chica...

—¿Sabes qué? —empezó a hablar ella en cuanto comenzamos a caminar hacia la universidad—. Ayer cuando me dejaste en casa casi nos pilla mi madre. Ella justo estaba saliendo a tirar la basura, nos encontramos cuando yo entraba y ella salía.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora