Capítulo 12.

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Alice;

Por suerte, los días siguientes transcurrieron con una normalidad que no esperaba. La verdad es que me ayudó bastante que Jack estuviera una semana fuera. Se había ido con sus padres y su hermano a una casa que tenían en la montaña, algo apartada de la ciudad, para desconectar de la rutina a la que iba a tener que enfrentarse Pit.

Éste ya estaba recuperado y los especialistas del centro habían decidido darle el alta definitiva. Tan solo tendría que ir para hacerse unas cuantas revisiones y hablar con la psicóloga, o algo así me explicó Jack. Con él había tenido el trato justo y no habíamos mantenido conversaciones más allá del tema de su hermano. Jack se iba a dedicar a estar a su lado y a apoyarle en lo que hiciera falta, por eso tampoco dedicaba mucho tiempo al móvil y estaba bastante desconectado. Eso en parte me llenaba de tranquilidad, puesto que yo también necesitaba un espacio para respirar tranquila y no sentirme tan culpable de mis sentimientos o lo que fuera hacia Luke.

Entré a la biblioteca cargada de libros que le había pedido prestados a mi madre acerca del diseño de moda y un chico muy amable me sujetó la puerta en un gesto de ayuda, ya que tenía las manos ocupadas.

—Gracias —le sonreí.

—Tú eres Alice Evans, ¿verdad? —me preguntó, sorprendiéndome por completo.

Estaba acostumbrada a que todo el mundo supiera mi nombre, pero no a que me lo dijeran directamente a la cara. Pocas personas se atrevían a hablarme.

—Sí, la misma —asentí con la cabeza antes de frenar justo delante de él.

—Oh, pues te están esperando en esa sala —señaló hacia el fondo, donde unas persianas blancas impedían ver lo que había en el interior de la cristalera.

—Vaya, siempre llego tarde a todos los sitios —mordí mi labio, maldiciendo—. Pero... ¿cómo lo sabes?

Él se rascó la nuca y rió algo nervioso.

—No pienses que soy un acosador o algo así, es que trabajo aquí —explicó—. Y tú eres conocida en todo Rutgers, así que simplemente he querido facilitarte la faena.

—Pues gracias, otra vez —esta vez reí yo, sin saber qué más hacer—. Posiblemente me hubiera perdido, así que me has servido de ayuda.

—Me alegra saber eso —sonrió, sintiéndose satisfecho—. ¿No sueles pasarte por aquí mucho, verdad?

—¿Alguna vez me habías visto en la biblioteca? —pregunté, a lo que él respondió negando con la cabeza—. Pues yo creo que eso lo dice todo.

—Muy mal, Alice —me regañó a modo de broma—. Si necesitas cualquier cosa estaré en esta mesa —dijo palmeando sobre unos papeles que se apilaban en la entrada, donde una espaciosa mesa sujetaba decenas de libros y otros materiales.

—Vale, lo tendré en cuenta —dije despidiéndome de él.

Aceleré el paso entre las miradas de estudiantes que levantaban las vistas de sus libros solo para mirarme hasta que finalmente llegué a la sala. Habíamos quedado para hacer el trabajo que tan importante parecía y en el cual teníamos que implicarnos al máximo. ¿Mi única dificultad? No era obtener información y ponerla en común o cosas así, era Luke. Él estaba en mi grupo e iba a tener que lidiar con ello.

En cuanto entré, todos me miraron como diciendo 'por fin, ya está aquí'.

—Siento haber tardado —me disculpé—. Es que había mucho tráfico.

Hice un repaso por el espacio donde había un eco algo incómodo y me percaté de que ya estaban todos. Pues sí, solo faltaba yo.

—No te preocupes —habló Keira, la única chica.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora