Capítulo 26.

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Luke;

No estaba seguro de hacerlo, pero tenía que ser sincero con ella y conmigo mismo. Alice se estaba convirtiendo en alguien importante para mí y no quería fallarle de ninguna manera. No lo merecía. Tenía toda la razón cuando decía que ella se había abierto conmigo, me había contado todo y sobre todo apostó por mí cuando todos en Rutgers me ignoraban. No le debía nada, pero me sentía mejor si le devolvía lo que había hecho.

—FLASHBACK—

La música sonaba muy alta y los vecinos no tardarían en quejarse. Estábamos de fiesta en el local de siempre, el que alquilábamos en invierno para estar todos juntos y no pasar frío. Era una noche más, de esas en los que el alcohol y el tabaco nunca faltaban.

Estampé mi colilla en el suelo y la ahogué con la suela de mi zapato. La garganta me escocía y los ojos me picaban.

—Eh, Carter, mira qué tía más buena se ha buscado Erwin hoy —Ray me dio un codazo y señaló hacia la puerta, por donde entraba una chica que vestía una falda muy corta. Dejaba sus largas piernas a relucir en unas medias transparentes.

—Me parece muy bien —dije en modo pasota. Me daba bastante igual a quién se trajera aquí o a quién se iba a llevar a la cama—. ¿Tú no tienes compañía?

—No, hoy no —dijo algo decepcionado—. He intentado contactar con la rubia esa de la que te hablé, pero tenía planes y no ha podido venir.

—Qué pena —tosí.

En realidad, me era indiferente.

—¿Te estás burlando de mí, cabrón? —sus cejas se curvaron hacia abajo.

—Un poco —reí, sin poder contenerme—. Tienes que afeitarte y cortarte ese pelo. Ligarás más.

—Oh, espera, ¿ahora eres el rey de los consejos? —ironizó.

—No me va mal, eso significa que no estoy muy lejos de serlo —presumí—. Oye, ¿esto es tuyo? —dije señalando una lata de cerveza que estaba sobre la barra.

—No, tío —negó con su cabeza.

—Pues entonces ahora es mía.

Cogí la lata, la abrí y la llevé a mi boca sin pensarlo. Qué bien sabía.

—¿Y tú? —habló Ray, mientras bebía—. ¿No tienes compañía hoy? ¿Dónde está Stella?

Stella. Por un momento me había olvidado de ella. Me gustaba ir a mi marcha y cuando venía al local no estábamos pegados como dos lapas. Éramos pareja pero manteníamos las distancias delante de la gente por puro respeto. A veces nos robábamos algunos besos, pero nada más allá de eso.

—La he perdido de vista desde hace un rato —confesé, volviéndome a centrar en la cerveza.

—FIN DEL FLASHBACK—

Paramos en una gasolinera y me bajé para repostar. Eché el dinero en la ranura de la máquina y conecté la manguera al coche. Estaba en los mínimos y no era una buena idea quedarnos tirados con el coche; eso no haría más que empeorar las cosas. Mejor ni pensarlo.

Una vez terminé, bordeé el vehículo para acercarme a la parte del copiloto. Allí estaba Alice, con la mirada enterrada en su teléfono móvil. Deslizaba sus dedos rápidamente por la pantalla táctil, parecía estar enviando un mensaje a alguien. Di unos golpecitos en la ventana y después abrí la puerta para decirle algo.

Nunca te busqué.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora