-necesito mucho tomate, cebolla, limón, aguacate…-si ya sé Ethan, tu encárgate de lo demás, yo me encargo de la verdura –interrumpió Van.
-gruñona –me quejé.
Miré a Chloe quien ni siquiera había preguntado si podía venir, solo se subió al auto.
-¿Qué? –preguntó cuándo notó que la miraba.
-tu vienes conmigo –ordené frio.
-pero… -Vanessa quiso quejarse pero la miré con seriedad.
-no quiero que armen un escándalo en la mitad del súper, así que viene conmigo y punto –no me gusta hablar tan imponente, pero puedo ser muy demandante cuando quiero.
Chloe y yo caminábamos por los pasillos del súper buscando las cosas faltantes para la comida de esta tarde/noche.
¿Debería comprar una salsa o utilizar una casera? -Miraba con atención unos frascos de salsas.
-Ethan –escuché la voz de Chloe.
-mm –articulé sin abrir la boca. La verdad es que no tenía el más mínimo interés de hablar con ella.
Es verdad, fui amable con ella, pero fue solo educación. Ella me hizo mucho daño, me engañó y rompió mi corazón, no debo actuar como si nada hubiese pasado. Eso no se olvida y aunque ya la perdoné hace bastante, no tengo intención de siquiera ser su amigo.
-lo lamento –habló.
-está bien –acepté.
-no. lo siento de verdad –aclaró.
-ya te dije que está bien –repetí.
-¿entonces por qué no me miras? –reclamó.
Di un suspiro largo y cansado para poner mis ojos en ella –mira Chloe, yo te perdoné hace muchísimo tiempo, yo no siento nada por ti, ni siquiera odio. Eso sería darte demasiada importancia y sinceramente no la mereces. Me engañaste y el vivir amargándome la existencia por una persona que no vale la pena es demasiado. Te di lo mejor de mí en aquel entonces pero eso ya pasó. Hoy estás superada por completo y es verdad me sorprendió verte pero fue solo eso, sorpresa. No esperaba verte y sinceramente no sentí absolutamente nada. Estás perdonada, no me incomoda ni afecta tu presencia. Puedes estar en paz. –confesé lo que tantas veces pensé en decir cuando la mirara de nuevo.
-te hice demasiado daño –dijo más para ella que para mí.
-lo hiciste. Pero eso ya no importa, hoy amo a alguien más. –admití.
-esa chica debe ser muy afortunada entonces –presioné los labios en una línea recta –espero ella sepa valorarte, porque eres un gran muchacho y me alegra ver que no te hundiste o cambiaste por mi culpa.
-ya te dije, no vales la pena –sé que estoy siendo duro con ella, pero no tengo por qué ser amable.
-tienes razón –susurró. Miré su rostro por última vez y ella tenía la mirada perdida y su rostro reflejaba dolor. También podía notar que había algo que no estaba diciendo. Pero preferí ignorarlo.
No es de mi incumbencia.
-bien –finalicé la conversación y dejé el frasco donde estaba. Al mirar hacía enfrente estaba Van mirándome fijamente.
-¿Cuánto tiempo llevas ahí? –pregunté directo.
Ella solo me miro, negó con la cabeza restándole importancia y me ignoró.
El suficiente.
Después hablaré con ella.
Caminamos a la caja a pagar, el ambiente se sentía tenso.
Muy incómodo.
Pero ninguno hizo nada por cambiarlo.
-buenas tardes –habló la cajera.
Después de unos minutos ya estaba pagando la cuenta. Subimos las cosas al auto y lo encendí.
-¿vamos por un helado? –ofreció Van cuando subió al asiento del copiloto.
-no tengo ganas –admití. –además tengo que preparar todo, no hay tiempo. Los Hudson no tardan en llegar si no es que ya llegaron –recordé.
-tienes razón –señaló –pero podríamos pasar por uno rápido ¿sí? –pidió. Como decirle que no a esta mujer.
-está bien –suspiré –oreo, fresa y vainilla ¿no? –pregunté. Van asintió repetidas veces emocionada y Chloe me miró con sorpresa.
-lo recordaste –susurró pero pudimos escucharla.
-siempre lo hace –me delata Van. –lo hacemos –se corrigió. Una sonrisa apareció en el rostro de Chloe.
Chloe, Van y yo éramos amigos desde los 8 años. Éramos muy unidos y siempre nos llevábamos de maravilla. A los 13 años ella empezó a gustarme pero no se lo dije.
Fue hasta en su cumpleaños número 14 que le robé un beso y ella me lo correspondió. Desde entonces fuimos novios.
Hasta que la encontré besándose con “su primo” en su casa.
Aunque siendo realistas, era obvio que no funcionaria. Digo yo estaba muchísimo muy lejos y la miraba como máximo dos veces al año.
Pero eso no la justifica.
El punto es que, Van me había acompañado ese día a visitarla y cuando bajé de su cuarto nos fuimos sin más. Ignorando a Chloe detrás. A Van le dolió demasiado, claro que no más que a mí, pero se sintió traicionada porque su amiga no le contó, aunque era obvio; no iba a decirle que estaba engañando a su hermano. Eso sería raro. También se sintió dividida porque tuvo que elegir entre uno de los dos y claramente me eligió a mí.
Después de eso, Chloe intentó acercarse pero Van la golpeo duro y le dijo muchas cosas en su cara, desde entonces no la volvimos a ver y Van la odia con todo su ser. O al menos lo hacía.
Yo hace mucho dejé el rencor.
Pero no olvido.
Jamás lo hago.
-bien –interrumpí las miradas alternadas de las chicas a mí. Manejé a la heladería favorita de Van y ordené los helados. Tomé el vainilla, le di el oreo a Chloe y Van tomó el de fresa.
Después de eso el camino a casa fue calmado. Puse música y Youth de Shawn Mendes empezó a sonar. Mi mirada viajó rápidamente a Chloe quien me miró y formó una sonrisa triste.
Decidí cambiarle pero ella me detuvo.
-está bien, déjala –Van me miró y no supe ver que era lo que me transmitía su mirada.
Ahora empezaba a sentirme mal por lo que le dije a Chloe en el súper y de nuevo el ambiente se puso tenso. Llegamos a la casa unos 15 minutos después y Chloe se apresuró a bajar y entrar a la casa.
-soy un tonto –froté mi cara en manera de frustración mientras me recargaba en el capo del coche.
-sí que lo eres –me asuste. Esa respuesta me tomó por sorpresa pero me tomó aún más por sorpresa de la persona de la cual salieron esas palabras.
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Eclipse
Novela Juvenil¿y si Nada Es como lo imaginabas? Acompaña a Ethan a descubrir su historia de... ¡esperen! ¿Ethan tiene historia de amor? ¡Descubrelo!