capítulo 16

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Terminamos de desayunar y esperé a que Vanessa bajara de buscar de sus cosas. Estuve serio todo el desayuno sin siquiera responder a la constante pregunta de Vanessa de “¿estás bien?”

Me siento tan mal, tan egoísta, tan mal hermano. No la cuidé, me centré en mi dolor solamente y no me di cuenta que ella estaba pasando por algo tan doloroso como lo mío y que no estuve para apoyarla como ella lo estuvo para mí.

-vamos –giré a ver a Van quien llevaba el uniforme del instituto.

-te ves genial –alagué.

-nos vemos genial –me guiñó un ojo y yo sonreí.

Llegamos al instituto y como siempre Marks llegó después de nosotros, se estacionó a un lado y bajó. Pero Ruth no venía con él como cada mañana.

-¿y Ruth? –se adelantó a decir mi hermana.

-viene con Esaú –dice bajando su mochila de la parte de atrás.

-¿Esaú? –Pregunta Vanessa confundida -¿Qué Esaú? –cuestiona nuevamente.

-es un chico nuevo, lo transfirieron de instituto, pero Ruth ya lo conocía de hace tiempo y pues, creo que están saliendo o algo así –se encogió de hombros y caminó hasta mi –ey bro –saludó.

-¿y cómo es él? –cuestioné frío.

-la verdad no sé, no lo conozco –dijo con simpleza.

-¿y así lo dejaste traerse a tu hermana? ¿Así la cuidas? –no sé qué es esto y porque lo estoy sintiendo pero no me agrada.

-calma hermano, está bien, mira… ahí viene –señaló detrás y giré rápidamente. Una camioneta roja se hizo presente llamando la atención de todos los que estábamos en el estacionamiento.

El mentado Esaú bajó de su camioneta y corrió a la puerta del copiloto para ayudar a Ruth a bajar. Ella le sonrió y él le besó la mejilla para susurrarle algo y hacer que ella se sonroje.

Sentí la mano de Van en mi espalda y le miré –relájate –dijo sin emitir sonido y entonces noté que tenía los puños apretados y que estaba rígido.

Regresé mi mirada a ese chico alto, cabello dorado y con grandes músculos. Casi siento la inundación de las chicas que estaban en el estacionamiento y mi sangre hirvió. Tomó a Ruth de la cintura y ella se sonrojó aún más; caminaron en nuestra dirección y yo solo me giré y me fui de ahí.

Entré al aula y lo primero que miré fue a Daniel sentado en mi lugar, con unos lentes oscuros puestos, el labio roto y la mejilla inflamada. Al verme él se puso de pie y caminó a mí.

Lo que me faltaba.

-no estoy de humor –lo hice a un lado y me senté en donde antes estaba Hudson mediano.

-pues tenemos que hablar –ordenó –de tu hermana y no creo que…

-en tu puta vida vuelvas a mencionarla ¿okey? Porque te parto la cara de nuevo y esos lentes oscuros que traes no te ayudaran en nada.

-ya te dije que puedes golpearme cuantas veces quieras y eso no cambiara lo que siento por Vanessa ¿entiendes? –me retó.

-habla. Te doy 5 minutos –cedí.

-yo a tu hermana la quiero –reí irónicamente –déjame hablar –pidió y solo giré los ojos –gracias, la quiero, esa vez si la engañé y no te diré que no estaba consciente porque lo estaba, no te diré que ella me obligó porque no es verdad. Ambos fuimos conscientes y sí, estoy arrepentido. No sé qué me pasó por la cabeza en ese momento pero enserio que daría lo que sea por estar de nuevo ahí y evitar engañar a tu hermana, ella es lo más puro y más sagrado que he tenido y hubiera preferido cortarme uno de mis amigos con tal de no haberla hecho sufrir.

-pues lo hiciste –tajé.

-y no sabes cuánto me odio por eso, no hay día en el que no piense en eso. Solo quiero que me perdone, ni siquiera quiero recuperarla porque sé que no la merezco, solo quiero que me perdone –repitió.

-arruinaste una amistad de tantos años, dañaste el más hermoso corazón que alguna vez podrás encontrar, hiciste llorar a la mujer que más amo y no conforme hablaste de lo que ella te entregó a ti como si fuera un trofeo. Te burlaste de ella en mi cara –solté con furia –tu no mereces ni que ella te recuerde –finalicé.

-soy una basura –dijo más para él que para mí pero ya no comenté nada.

El día de escuela ha terminado y como la vida me odia tuve que encontrarme más de una vez a Daniel, a Ruth con ese amigo suyo y a Marks detrás de Van como perrito faldero. Pero por fin me iré a casa, solo debo esperar a Vanessa.

Me dirigí a mi carrito pequeñito no tan lujoso donde tantas veces ha viajado Ruth y se ha reído conmigo. Me apoyé en mi cochecito y miré a la entrada del instituto, para acabarla de fregar venia Maddie con el que supongo es su novio… ¿Easton Wheeler?

Me tienes que estar jodiendo.

Cuando Maddie sintió mi mirada en ellos la aparté. Saqué mi teléfono y miré mi WhatsApp y tenía varios chats sin abrir, no me interesaba mucho en realidad, pero uno llamó mi atención.

De: Anahí Smith
Para: Ethan
Hora: 3:05 pm
Hola Douson, te miré mal hoy, ¿quieres hacer algo hoy?

Anahí es una muchacha muy buena, si me he acostado con ella un par de veces, pero es una buena amiga.

De: Ethan
Para: Anahí Smith
Hora: 3:32 pm
Claro, ¿en el café cerca de tu casa?

De: Anahí Smith
Para: Ethan
Hora: 3:33 pm
Mejor vamos al parque de diversiones ¿te parece?

De: Ethan
Para: Anahí Smith
Hora: 3:33 pm
Pues me parece bien, paso por ti ¿a las 7 está bien?

De: Anahí Smith
Para: Ethan
Hora: 3:35 pm
Me parece bien, te espero entonces.

Solté un suspiro cansado y luego me recosté de nuevo en mi coche y sentí una mirada encima de mí, pero no había nadie. Me encogí de hombros. Qué raro.

Mi teléfono comenzó a sonar indicándome que tenía una llamada entrante.

Ratoncita.

Ruth.

Dejé el celular sonar, pero como Ruth es hermana de Marks tenía que ser igual de terca.

-compañía de electrodomésticos buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? Por ser el mes de abril tenemos buenas ofertas como refrigeradores al 30% de descuesto y microondas con garantía de 3 años con 12 meses sin intereses. ¿Qué se le ofrece? –hablé como contestador comercial.

-Ethan déjate de pendejadas –ordenó molesta.

-¿disculpa? –contesté ofendido.

-es Marks –dijo asustada.

-¿Qué pasa? –me alarmé.La llamada se había cortado y Ruth me mandaba a buzón. –Joder –empecé a correr dentro del edificio buscando un tumulto de gente pero nada, todo estaba normal, los chicos saliendo de las aulas y dirigiéndose a la salida. Seguí corriendo buscando sonidos de peleas, buscando gritos, mucha gente pero nada.

Me dirigí al campo de futbol; nada.

La cancha de básquet; nada.

El teatro –lo sé es absurdo pero tenía que verificar-; nada.

Detención; nada.

Dirección; nada.

Ya había recorrido todo el instituto corriendo y no había rastros de nadie. Ni Marks, ni Daniel, ni Vanesa, ni Ruth, ni ese güero frijolero.

Otra llamada entrante, saqué el teléfono rápidamente.

Número desconocido.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora