capítulo 13

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Terminamos de cenar y dejamos que Jena levantara la mesa y se encargara de la lavar los platos y lo demás. Jena es una joven de unos 22 años, no tiene mucho trabajando aquí. Un año, dos. Pero es solo un trabajo de medio tiempo.

Mi madre le paga la escuela y los gastos y ella trabaja para nosotros en las tardes. Mamá lo hace más para ayudar que para que nos sirva en realidad. Porque lo que hace en realidad es solo eso. Levantar la mesa y lavar los trastes. Ya tenemos encargada de limpieza y todo lo demás.

-oye Jena –hablé –hoy vamos a salir todos ¿quisieras venir? –invité. La verdad es que es una muy buena muchacha y me cae bien. A Van también le cae súper.

-lo dudo, tengo que limpiar aquí y… ¿Qué haces? –su asombro es notorio cuando mira que me pongo los guantes de hule.

-ayudarte, de verdad quiero que vayas –abrí el grifo y empecé a tallar los trastes –vamos, yo tallo, tu enjuagas y luego entre los dos secamos –ordené con amabilidad.

-¿ya te dije que amo mi trabajo? –preguntó con diversión.

-porque me miras a diario –alardeo –lo sé.

-odio tu humildad –trató de ponerse seria pero como no pudo rodó los ojos.

-tu no odias nada de mí, princesa –le guiñé un ojo y le pasé el primer plato lavado.

-sí, odio esa “noviecilla” que te cargas –me siguió el juego.

-¿Ruth? –Ella asintió –sabes que no es nada real, es solo para taparle la boca a mis padres, es solo mi amiga –informé –te amo a ti –fingí querer besarla.

-pero sí que ilusionas a mi hermana imbécil –la voz de Marks resonó en todo el lugar sobresaltándome. No pude ni reaccionar cuando ya lo tenía agarrándome del cuello de mi playera roja.

-¿Qué te pasa? –rugí alejándolo.

-te advertí que no ilusionaras a mi hermana y hoy la invitas a salir. No conforme solo con eso vienes y le coqueteas a Jena y estabas por besarla. Y tu Jena –la miró con desprecio –que bajo has caído, creí que sabias darte tu lugar pero ahora veo que eres una…

De un puñetazo callé a Marks antes de que dijera algo que no era verdad.

-mira Marcos te voy a decir dos cosas –rugí mientras él se tocaba la zona afectada –en primer lugar antes de invitarla frente a nuestros padres yo hablé con tu hermana para aclararle que sería como amigos pero que frente a todos montaríamos la escena de que era algo más. –al notar como Marks se relajó seguí –en segunda, Jena y yo no somos nada solo estábamos jugando como lo hacemos siempre, no sé de qué te sorprende si a veces hasta tu juegas así con ella –recordé –no tienes derecho de hablarle de esa manera aun cuando lo que pensaste hubiera sido cierto así que si no quieres que te parta la cara le vas a pedir unas disculpas ahora mismo –ordené tan amenazante como nunca había sido.

-yo… -Marks no cabía de la vergüenza. –Joder Jena, cuanto lo siento –sé que fue genuino –yo, es solo que… tu sabes… quiero cuidar a Ru –se veía culpable y no lo dudé así que lo tomé del hombro.

-me sorprende lo poco que me conoces –me lamenté –sabes que quiero a Ru como si fuera mi hermana, jamás dañaría a Ru o a Van y menos intencionalmente.

-lo sé hermano, lo sé. Es solo que, como la invitaste después de que te dije que no lo hicieras –negué.

-está bien, no te tortures pidiendo disculpas, ve y espera a que terminemos aquí para irnos –pedí.

-los ayudo, yo seco –y antes de decir nada él ya había tomado una franela y estaba secando los platos que la expectante Jena había dejado a un lado.

-Jena –habló el castaño.

-déjalo, te entiendo –interrumpió ella con una sonrisa. Esta chica es fantástica, por eso nos cae tan bien.

-gracias –y después de eso lavamos todo en silencio.

Después de 30 minutos de lavar los platos, en lo que le dimos chance a Jena de retocarse el maquillaje nos dirigíamos a no sé dónde.

La verdad así era siempre. Agarrábamos camino y nunca nos deteníamos a pensar a donde. Simplemente salíamos e improvisábamos, lo que pasara a continuación ya sería por el destino.

-¿enserio no saben a dónde iremos? –preguntó por milésima vez Maddie.

-que no –contestó Ruth ya enfadada por su constante pregunta –siempre es así. Solo salimos y después vemos a donde llegamos.

-aburridos –abucheo Zach.

-ya cállate –habló Daniel molesto.

-traes un genio –se quejó Ruth.

En el carro veníamos 6. Al volante yo, de copiloto Ruth y atrás Zach, Daniel, Amelie y Maddie.

En el otro carro venía Marks, Van, Chloe, Jena, Jonah.

-necesito saber a dónde citar a las chicas –presionó Zach.

-primo te amo pero eres un grano en el…

-ya llegamos –interrumpí.

-¿Dónde estamos? –habló Van por el teléfono cuando contesté.

-ya verán, vamos a bajo todos –incité.

-estamos en un bosque –habló Chloe con asombro –uno muy hermoso.

-así es –habló Ruth. –pero, ¿Qué hacemos aquí? –preguntó.

Le miré con una cara pervertida –lo que se te antoje –hablé.

-eso quiere decir que… -asentí.

-¿vamos? –pedí su mano.

-vamos –la tomó y cuando íbamos a caminar…

-¿Qué es eso que harán? –cuestiona Marks con una ceja arriba acusatoriamente.

-cosas que a un hermano mayor no se le dice que va a hacer con su novio –habla Vanessa riendo.

-eso es… -señalé –espera, ¿tú qué sabes de eso? –le pregunté serio.

-cada quien debe traer su pareja por lo mismo hermano –me guiñó un ojo y tomó a Marks empujándolo dentro del bosque.

-Vanessa Douson, ven acá –empezaron a correr dentro del bosque y yo detrás de ellos -¿Qué esperan? Vamos por ellos –les grité a los demás de los cuales Daniel fue el primero en correr detrás de ellos como loco.

De repente todos estábamos corriendo detrás de los chicos.

-cuando te encuentre te voy a cortar a tu amiguito si no te paras ahora mismo Marcos –grité con potencia.

-Vanessa –gritábamos todos –Marks.

Daniel comenzó a verse desesperado y corrió en cuanto escuchó un ruido pero seguro eran los animales moviéndose. Yo seguí buscando con cautela.

Después de 20 minutos encontré a Marks y corrí hasta él.

-mira hijo de Thomas Andersson, quiero saber porque corriste con mi hermana dentro del bosque y… -me detuve -¿dónde está?

-¿terminaste de amenazarme? –se quejó.

-dime ahora mismo donde fregados está mi hermana Marks –ordené furioso esta vez.

-no lo sé. Nos separamos hace 10 minutos porque quería orinar y cuando volví a donde la dejé ya no estaba –sonaba preocupado.

-joder –me quejé. Golpee el árbol y, lo volví a golpear.

-¡deja de lastimarte! –exigió.

Los demás llegaron a donde estábamos, todos menos…

-me dirás ahora mismo que hay o hubo entre Vanessa y Daniel –tomé a Zach por el cuello quien se veía totalmente relajado.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora