Capítulo 26

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Mi garganta arde humedeciendo como consecuencia mis ojos, pero incluso así, con la visión borrosa y la razón perjudicada por el alcohol, soy perfectamente capaz de reconocer al hombre que hay frente a mí.

— Estás viva —dice él con sus ojos, negros como dos pozos sin fondo, escaneando mi cuerpo y mi rostro —. No lo creería si no lo estuviese viendo.

Su mano, que sostenía mi cabello en lo alto de mi cabeza, desciende para descansar sobre mi hombro al igual que la otra. Me quedo sin respiración al tenerlo tan cerca. No esperaba volver a verlo. ¿Cómo podría enfrentarlo después de lo que pasó?

Me zafo de su agarre retirándome hacia atrás, pero mi cuerpo no responde como quiero y me tambaleo peligrosamente.

El metabolismo de los Cambiaformas elimina más rápidamente el alcohol en sangre que el de los humanos. Sin embargo, no creo que haya sido una buena idea beberme esas dos botellas de vodka antes de entrar al club.

Los rápidos reflejos de Kane hacen acto de presencia y me sostiene antes de que el lateral de mi cuerpo choque contra la pared.

— Necesitamos hablar, ¿no crees? —sus dedos presionan la piel de mis brazos que mi camiseta de tirantes de color morado deja al descubierto y un hormigueo se origina bajo sus yemas haciéndome temblar de forma ligera. El calor asciende y trago saliva atrapada bajo el peso de su intensa mirada —. Me debes una explicación.

Involuntariamente mis ojos se dirigen hacia el cielo. Unas nubes opacas y oscuras cubren el cielo nocturno avecinando tormenta, pero no es eso lo que me preocupa sino que ojos ocultos estén viendo esta escena.

— No deberías estar aquí —acierto a decir a pesar del mareo y las náuseas que sacuden mi cuerpo con fuerza. Después busco a través de las sombras que se agazapan en las esquinas del estrecho callejón. Sus ojos se estrechan con mis palabras y mi comportamiento —. Tienes que irte.

A Kane no se le escapa la forma en la que mi voz va perdiendo su volumen hasta que no es más que un suave susurro.

— No voy a ir a ninguna parte hasta que no consiga respuestas —responde él creando más presión con sus dedos. La decisión marca su expresión y los latidos de mi corazón se aceleran.

En este lugar, un simple callejón, su aura oscura parece encajar y mezclarse con el entorno que lo rodea. Mis dedos pican con el deseo de elevar mi mano y acariciar su barbilla cubierta por una incipiente barba de apenas un par de días. Sin embargo, a pesar de la fuerte necesidad que me invade, me contengo.

De repente, la puerta de emergencias del club que conduce al callejón donde nos encontramos se abre. Agarro a Kane de la parte baja de su chaqueta negra de cuello alto y tiro sin pensar. Lo arrastro a través del callejón y, sin decir palabra u oponer resistencia, él me sigue. Giramos la esquina y lo presiono contra la pared mientras me asomo hacia el callejón. Un hombre borracho cae sobre unas botellas apiladas en cajas de plástico amarillas junto al contenedor de basura creando un fuerte estruendo. Retrocedo y suspiro con alivio.

—Este sitio no es seguro —murmuro —. Muchos de los nuestros vienen aquí.

Después de todo, los dueños de este club, Tristán y Moira, también son halcones. Las cosas están inquietas desde que Falcón volvió a la Torre Kadjar con su pulcra camisa manchada de sangre. La inquietud de que algo está pasando se transmite de unos a otros creando un ambiente de incertidumbre que afecta a los habitantes de la Torre.

No estoy segura de que Kane haya escuchado lo que acabo de decir, pero el aire se queda atrapado en mis pulmones cuando enmarca mi rostro con ambas manos y me obliga a mirarlo a los ojos.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora