La puerta del cuarto de baño se abre y un Kane con el torso desnudo sale entre una nube de vapor espeso. Al verme parada en su departamento se detiene. Sus labios se presionan con fuerza, sus hombros se tensan y la toalla con la que secaba su húmedo cabello negro cae al suelo de forma pesada.
— Te dije que no quería que volvieses por aquí —su voz es un gruñido bajo e inmerso en la frialdad que también inunda sus facciones.
Mi corazón bombea fuertemente en mi pecho, no sólo por tenerlo semidesnudo frente a mí sino también por su actitud hacia mí. Pequeñas gotas de agua se descuelgan de los cortos mechones de su cabello y caen sobre su clavícula. Después, se deslizan rápidamente siguiendo el recorrido de las ligeras líneas de su suave musculatura.
— Kane...
Intento controlar mi voz, infundirle fuerza y determinación, pero el sonido de esa única palabra parece más un susurro incierto. La tensión asciende por su cuello hasta dejar el lateral de su mandíbula tirante.
— Márchate —responde él simplemente y sus ojos se alejan de mí.
Kane da media vuelta y camina en dirección a su habitación. Desaparece tras la puerta que queda entreabierta. Suspiro y, con paso vacilante, lo sigo. Poso mi mano con suavidad sobre la madera de la puerta y empujo levemente. A la vista queda el pequeño dormitorio con una cama cubierta por oscuras sábanas verdosas y una baja mesilla junto a ella. Kane me da la espalda mientras se coloca una sencilla camiseta blanca para cubrir su desnudez. Entonces se gira alertado de mi presencia por el sonido de mis pasos.
— ¡He dicho que te vayas! —grita e involuntariamente me encojo.
Posiciono mis dos pies firmemente sobre el suelo de baldosa e inspiro hondo. No puedo acobardarme ahora. Debo permanecer fuerte y enfrentar lo que yo misma he provocado.
— Falcón estaba mintiendo antes... —mi voz falla en esa última palabra volviéndose ronca y una punzada de dolor atraviesa mis cuerdas vocales. Me aclaro la garganta y continúo forzando un tono normal —... Lo sabes.
Las manos a ambos lados de su cuerpo se convierten en puños apretados.
— Tienes razón, lo sé. Sin embargo, cualquier cosa que pase a partir de ahora no es de tu incumbencia. Mantente alejada. No necesito tu ayuda, pero lo más importante es que no puedo confiar en ti. No después de lo que has hecho.
Cada palabra se clava en mi pecho como un puñal. La culpa y el remordimiento acompañan a cada golpe asestado haciéndome sentir miserable.
— Te equivocas —discuto en un intento por impedir que esta conversación acabe demasiado pronto—. Sí que me necesitas. Ahora que Falcón sabe que lo estás investigando, comenzará a poner obstáculos en tú camino.
— Puedo arreglármelas yo sólo —responde a la defensiva al mismo tiempo que da un paso amenazador hacia delante.
— No lo entiendes, Kane —insisto acercándome también —. Te estás introduciendo en un mundo que no conoces —sus ojos se estrechan al escuchar mis palabras —. Estas en una situación más peligrosa de lo que puedas imaginas. Además, a partir de ahora te será imposible acceder a la Torre Kadjar a menos que cuentes con mi ayuda.
Su rostro se llena de furia.
— ¿¡Ayudarme!? —exclama con rabia —. ¿Por qué me ayudarías? Estamos hablando de la empresa que dirige tu familia y del hombre que es tu prometido.
Presiono mis labios juntos. ¿Qué podría decir sin revelar demasiado?
— Las acciones de Falcón podrían afectar negativamente a la gente que vive en la Torre
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La chica sobre los tejados © #2
FantasyA Red le gusta observar el mundo desde las alturas. Ningún edificio es demasiado alto ni ningún tejado demasiado escarpado. El viento azota su bufanda roja casi como si quisiese robarla, pero ella se mantiene inamovible sobre el borde. Sus ojos sie...