Capítulo 27

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La calidez inunda todo mi cuerpo, una agradable sensación que provoca el hormigueo de mis células y que a la vez contrasta con el fuerte dolor de cabeza que pulsa en mis sienes. Abro los ojos con reticencia, cegada por los suaves rayos de sol que se cuelan a través del cristal de la ventana, y contengo la respiración cuando registro la escena.

Kane Velkan, el hombre más frío y distante que conozco, está dormido profundamente entre mis brazos.

Al principio no entiendo lo que pasa. En confusión, mis ojos vagan por la habitación intentando recordar como he llegado aquí y como he acabado en esta maravillosa situación. Entonces, todo me golpea. Las imágenes de la noche anterior avasallan mi mente y cierro los ojos con fuerza llena de arrepentimiento y vergüenza.

Le conté todo.

Todo aquello que debía mantener oculto.

Secretos peligrosos para un humano que, para colmo, es agente de policía...

— Mierda —murmuro abriendo los ojos de nuevo.

La profunda respiración de Kane se sincroniza con la mía y, por un momento, me quedo anonadada observando su expresión tranquila. Sus facciones parecen haberse suavizado, pero sé que no es más que una ilusión que se crea cuando está dormido y en el momento que despierte desaparecerá para dejar paso a la furia que anoche mostró.

Contengo la respiración mientras con mucho cuidado me deslizo fuera del sofá dejando caer con suavidad su pesado cuerpo sobre los almohadones de grueso tejido marrón. Lo observo desde mi posición elevada y suspiro con pesar. Hubiese sido bonito poder detener el tiempo y quedarnos como antes, pero... las cosas no son tan simples.

Me encamino hacia el pequeño cuarto de baño y cierro la puerta tras de mí. La luz fría procedente de la bombilla que cuelga del techo ilumina mi rostro dejando al descubierto unas oscuras ojeras bajo mis ojos y una expresión cansada. Aparto la mirada, me desvisto con movimientos lentos y me cuelo dentro de la ducha dejando la ropa en un montón sobre el suelo. El agua caliente moja mi cabello, la piel de mis hombros y se desliza sobre mi cuerpo relajando mis músculos entumecidos. Diez minutos más tarde salgo de la ducha y me visto rápidamente.

Kane continúa profundamente dormido sobre el sofá. Me gustaría quedarme más tiempo, pero no creo que él aprecie verme cuando despierte, así que salgo de su apartamento intentando hacer el menor ruido posible.

En lugar de bajar las escaleras para dirigirme a la calle, subo los escalones que conducen a la azotea. Está vez Falcón no me está esperando arriba y el lugar está completamente desierto. Camino hacia delante y me detengo junto al borde. El sonido de los numerosos coches que circulan más abajo asciende para alcanzar mis oídos y presiono los labios con disgusto.

Odio esta maldita ciudad.

Extraigo el teléfono móvil del bolsillo trasero de mis pantalones vaqueros y hago una llamada.

¡Red! —exclama Jay descolgando tras el primer toque —. ¿Dónde estás? Te he llamado cientos de veces. Me dijiste que me volverías a la Torre, pero no lo hiciste y entonces Falcón llegó cubierto de sangre y...

Jay —lo interrumpo —. Siento haberte preocupado, pero estoy bien.

La suave brisa matutina remueve mi cabello todavía húmedo por el agua de la ducha. Sobre mi cabeza las nubes oscuras que también anoche enturbiaban el cielo rodean al sol como si quisiesen engullirlo y hacerlo desaparecer.

— ¿Vas a... volver a la torre? — duda él sabiendo de antemano cuál va a ser mi respuesta.

— No —respondo decidida y con los ojos fijos en la Torre Kadjar que a lo lejos se eleva entre los edificios como una sable de plata —. Odio tener que pedirte esto, pero necesito tu ayuda con algo.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora