Capítulo 30

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— Espera, ¡¿Qué?! —exclamo creyendo haber escuchado mal —. ¿La caída de la Torre Kadjar? ¿De qué estás hablando? Pensaba que lo que más quería Falcón era hacerse con su control.

Doy un paso hacia delante arrastrada por la incredulidad y la mujer sobre el suelo retrocede con prudencia.

Todo este tiempo he observado como la ambición de Falcón por tomar el asiento de mi padre como líder de nuestra gente aumentaba. Entonces, ¿qué es lo que esta mujer está diciendo? ¿Qué todo este tiempo he estado equivocada y que no he sabido leer correctamente las intenciones de ese desgraciado?

— Y así es... lo que más desea Falcón es hacerse con la Torre —frunzo el ceño pues sus palabras me confunden —. Tú padre tiene la intención de dejarle su dirección en el futuro, pero de ese modo estará al mando de una empresa que ni siquiera lleva su nombre, la Torre Kadjar, y él no puede aceptar algo así.

— ¿Qué es lo que estás tratando de decir exactamente?

Sus ojos me observan con intensidad tras reunir la valentía necesaria para ello.

— A veces es necesario destruir algo para poder volver a crearlo.

Contengo la respiración al comprender finalmente lo que está diciendo. Falcón no puede soportar estar al frente de la Torre Kadjar como tal y lo que quiere es convertirla en cenizas para así hacerla resurgir bajo su nombre.

— Debe haber perdido la cabeza por completo —murmuro. ¿A quién le importa el maldito nombre del edificio? Lo que verdaderamente importa es su función, es decir, la razón por la que la Torre se alzó. Fue creada como refugio para los halcones, un lugar seguro para nuestra gente, pero si Falcón la destruye para poder así levantar la suya propia, entonces todo eso se desvanecerá —. Mi padre jamás permitiría que algo así pasase.

Sin importar cuanto rencor tenga hacia mi padre por la forma en la que me ha tratado desde hace años, creo con certeza que su mayor preocupación siempre ha sido el bienestar de nuestra gente.

— Cuando llegué el momento, tu padre no será capaz de hacer nada. Mirará con impotencia como todo su imperio se desmorona ante sus ojos.

Un violento impulso me conduce a agarrar la parte superior de su antebrazo para tirar de ella con fuerza. Obligo a la mujer a incorporarse y me coloco amenazadoramente cerca de su rostro. Ella deja escapar un corto grito por mi movimiento inesperado.

— Eso es imposible —escupo con los dientes apretados y la rabia corriendo a través de mis venas —. Mi padre no se quedaría sin hacer nada.

La mujer tiembla bajo la presión de mis dedos que se incrementa con cada segundo que pasa en el que ella no habla.

— Aunque quisiese no podrá evitarlo... —dice con la voz ahogada —... al menos, no tras las rejas.

La mujer jadea cuando la zarandeo de forma brusca.

—¡Habla claro y déjate de rodeos! Mi paciencia se agota.

— Cada documento, recibo o contrato relacionado con la venta de drogas que está realizando Falcón está firmado por tu padre —contengo la respiración al darme cuenta de la magnitud de lo que acaba de decir —. ¡Incluso todo el dinero que procede de ello se encuentra camuflado entre sus cuentas!

— No puede ser...

— Tu padre cree tan ciegamente en Falcón que firma cada papel que él le entrega sin ni siquiera leerlo. Es tan ingenuo que sin saberlo se ha convertido en la cabeza de turco que caerá cuando todo esto explote.

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora