Capítulo 43

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La niña da un paso atrás y eleva la cabeza ligeramente para poder mirarme. Su cabello negro y liso está recogido en dos finas coletas que caen por delante de sus hombros. Sus enormes ojos de un inhumano y brillante color rojizo me observan fijamente durante varios segundos. Parpadeo sorprendida por el inesperado hallazgo y, de repente, comienzo a sentir cierta culpa por haber chocado con ella, una pequeña niña inocente. Flexiono mis rodillas y me agacho para quedar a su altura y de esa manera poder hablarle más cómodamente.

— Hola, pequeña —la saludo esbozando una amable sonrisa —. ¿Cómo te llamas?

Ella parpadea con lentitud mientras me observa con detenimiento. Después, gira su cabeza para mirar a Kane a mi lado y sonríe ampliamente. El gesto hace que sus mejillas se hinchen mostrando dos increíbles hoyuelos próximos a las comisuras de sus rosados labios mientras sus extraños ojos adquieren una resplandeciente mirada de interés.

— ¡Hola! —exclama con una suave voz aniñada y sin perder la sonrisa —. Me llamo Ryn.

Inspiro lentamente.

— ¿Acaba de ignorarme? —murmuro indignada viendo como mi existencia parece haber sido enviada a un segundo plano.

Kane estalla en carcajadas. Tal simple acción podría parecer normal en cualquier otra persona, pero al verlo a él riendo de forma tan abierta hace que mi corazón se derrita. Su expresión muestra tanta diversión que la indignación que sentía por haber sido ignorada por la niña se desvanece y un agradable sentimiento de satisfacción lo sustituye. Me incorporo y disfruto del cálido sonido de su risa.

La sonrisa de la niña se agranda cuando Kane, tras parar de reír, estrecha su pequeña mano.

— Encantado de conocerte, Ryn —responde él —. Yo soy Kane Velkan.

La niña parece verdaderamente feliz de conocer a Kane y un inentendible sentimiento de celos se despierta en mi pecho. Presiono los labios con fuerza.

Madre mía, debo haber perdido la cabeza...

Ryn me mira y su sonrisa desaparece de forma inmediata. Después, sus enormes ojos rojos se desplazan hasta Jay a mi lado, quién observa a la niña sin gran entusiasmo. Me remuevo incómoda en el lugar mientras ella nos mira de esa forma tan intensa. Me siento como si tratase de ver en mi interior. Entonces, frunce el ceño y niega con la cabeza.

— Pajaritos... —murmura en tono muy bajo —. A papá no le va a gustar.

Tras decir eso, ella da media vuelta y se marcha corriendo en dirección a la barra junto a la que varias personas, sentadas sobre elevados taburetes de madera de encina, disfrutan tomando sus cálidas bebidas y riendo de forma amistosa. Mis labios se separan ligeramente mientras sigo su recorrido con la mirada.

— Acaba de decir... —comienzo, pero Jay me interrumpe.

— No le hagas mucho caso — mi joven amigo se encoge de hombros y el movimiento hace que su cabello rubio platino se balancee —. Es sólo una niña.

Muerdo la parte interior de mi mejilla mientras observo a Ryn colarse detrás de la barra donde un hombre de intensos ojos verdes la coge en brazos, sin ningún esfuerzo, y la sienta sobre el largo tablón de madera pulida.

Probablemente, Jay tenga razón. Sería imposible que esa niña fuese capaz de saber lo que somos realmente con tan sólo mirarnos, ¿cierto?

Debe haber sido una coincidencia.

El pensamiento me lleva a asentir de forma inconsciente como si quisiera reafirmarlo o convencerme a mí misma de ello.

— Vamos —Kane agarra mi mano y entrelaza nuestros dedos —. ¿No querías algo de beber?

La chica sobre los tejados © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora