Hay ciertos momentos en lo que sabes lo que va a pasar incluso antes de que ocurra. Este es uno de ellos.
Cuando los ojos de mi padre se iluminan con un brillo sobrenatural tras enterarse de que el policía a mi lado, con el que además me he estado acostando, es humano, una mala vibración atraviesa mi cuerpo. Su pecho sube y baja azotado por violentas respiraciones cargadas de ira y cuando él da un paso hacia delante, yo me coloco inmediatamente en su camino dejando a Kane tras de mí.
— Red —se queja él, pero lo ignoro.
— Vives en una ciudad llena de humanos, padre. Supéralo —le respondo con altanería mientras trato de centrar su enfado en mí y no en el hombre humano a mi espalda.
Su sangre parece hervir. Durante unos segundos cierra los ojos dejando salir el aire lentamente por sus fosas nasales. Entonces, los abre y su severa mirada me atraviesa.
— Dejando a un lado que le has sido infiel a tu prometido... —ante estas palabras una pequeña risa impregnada de desdén se me escapa y los ojos de mi padre se oscurecen. Él prosigue tratando de mantener la escasa paciencia que le queda y que parece escaparse a través de sus dedos —. ¿Cómo has podido dejar a un humano entrar en la Torre?
— Disculpe, señor Kadjar —interviene Kane desde su posición. Sorprendida lo miro por encima de mi hombro. A pesar de la tensa situación en la que nos encontramos, él se mantiene tranquilo —. Pero esta no es la primera vez que he estado aquí.
— ¿Qué? —deja escapar mi padre de forma incrédula.
— El departamento de policía está llevando a cabo una investigación sobre una red de narcóticos que parece haberse establecido recientemente en nuestra ciudad y las líneas de investigación me han acabado conduciendo hasta este lugar —explica Kane abriendo sus brazos ligeramente tratando de abarcar el gran edificio en el que nos encontramos.
— Eso es imposible —responde mi padre rotundamente y las arrugas que surcan su frente se profundizan.
Suspiro.
— ¿Lo es? —pregunto elevando una ceja mientras mi mirada se dirige hacia el hombre de ojos de color azul oscuro y traje del mismo tono. La máscara impecable de Falcón se mantiene en su lugar, aunque su sonrisa prepotente disminuye ligeramente de tamaño —. Padre, necesito hablar contigo en privado.
En ese momento, Kane se mueve hacia delante acercándose a mí y sin girarme siento como deposita algo contra la palma de mi mano. Mis dedos se cierran alrededor del pequeño teléfono negro y la mano de Kane se retira, no sin antes acariciar la piel de mi muñeca.
Mi corazón se estremece.
Inspiro profundamente y camino alejándome de él en dirección a las grandes puertas dobles al final del pasillo que conducen al despacho de mi padre, quién me sigue sin decir palabra alguna. Antes de cerrar las puertas a mi espalda observo a Kane. Sus ojos, tan negros como la noche, no abandonan los míos ni un solo momento. Con su rostro lleno de seriedad, su mirada parece transmitirme unas simples palabras: "Estaré aquí". Finalmente, las pesadas puertas se cierran dejando atrás a Kane y a... Falcón.
Mis manos se quedan paralizadas sobre los pomos durante unos segundos. Kane estará bien. Tiene que estarlo...
— Red —la voz de mi padre me hace olvidar mi pequeño momento de preocupación y mi cabeza se eleva quedando mis ojos fijos en la madera oscura de la puerta —. Lo que has hecho esta vez es imperdonable.
Mis labios se presionan con fuerza y me giro para enfrentarlo. El gran ventanal a su espalda muestra un cielo manchado por unas nubes ligeramente anaranjadas por la contaminación que asciende desde los bajos fondos de la ciudad. Ni siquiera las estrellas del cielo parecen querer mostrarse esta noche.
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La chica sobre los tejados © #2
FantasyA Red le gusta observar el mundo desde las alturas. Ningún edificio es demasiado alto ni ningún tejado demasiado escarpado. El viento azota su bufanda roja casi como si quisiese robarla, pero ella se mantiene inamovible sobre el borde. Sus ojos sie...