Me despierto por la molestia de los rayos de sol que inundan mi habitación, ayer se me olvidó bajar la persiana y en estos momentos me pregunto cómo coño soy tan idiota.
Agg
Me di la vuelta para enterrar mi cara en una zona donde los rayos de sol no me alcanzarán, cosa que fue imposible, ya que mi cuerpo chocó haciendo que lo que me había impedido el paso gruñese.
-¿Qué haces?- Pronuncia la voz ronca de mi hermano.
-Acomodarme, ¿No lo ves?.
-Ver, lo que es ver, no lo veo .- Dice riendo mientras se gira aún con los ojos cerrados.
Será idiota.
-Gracioso.- Le palmeo suavemente la frente para que esté habrá los ojos.
Y efectivamente los abrió.
-Que fea eres por la mañana.- Añadió con una sonrisa de oreja a oreja.
-Gracias orco de Mordor.- Contesté a lo que ambos reímos.
Me giré y cogí mi teléfono móvil de la mesita de noche, me incorporé acomodandome de nuevo en la cama pero está vez con el cuerpo apoyado en la pared a lo que Aaron me observaba atento.
-¿Que miras? - Dije curiosa al ver que su mirada no se despegaba de mi teléfono.
-Nada.- Se movió quedando boca arriba.
Me distraje un rato con Instagram y al poco su móvil comenzó a sonar.
Después de maldecir un par de veces el tener que moverse hasta la cómoda para coger el móvil finalmente se levantó.
Su esbelto cuerpo trabajado y con tatuajes nunca dejará de llamarme la atención, su pelo castaño desaliñado, sus ojos azules con toques grises y esos labios carnosos son la perdición de cualquier mujer.
La verdad que este chico es jodidamente perfecto y es una pena que tenga que ser mi hermanastro.
Le haría 20 hijos..
Finalmente llegó a la cómoda y cogió el móvil con cara de haber metido la pata.
-Mierda.- Gruñó.- Dime hermano.- Paso su mano por su cabello con frustración. -Ya te abro.
Lo miré confundida mientras él cogía un pantalón rápidamente y se lo ponía para bajar.
Me levanté de la cama y fui a mi habitación para coger una goma y peinar mi cabello en un chongo desaliñado, me baje un poco el pantalón del pijama ya que este es muy corto y coloqué bien la parte de arriba para seguidamente salir de la habitación y adentrarme a la cocina donde se encontraba Aaron y su supuesto "hermano".
-Buenos días.- Digo sentándome en la meseta y metiéndome una tostada en la boca.
-Maya.- Pronunció Aaron.
-¿hmm?- Mascullé con la boca llena aún y girando me para verlo.
-Este es Sebastián.- Señaló a su acompañante.- Mi mejor amigo.
Tragué fuerte al ver a tremendo elemento, su rostro era perfecto, y aunque no puedo visualizar bien su cuerpo es notorio que se cuida bien.
Esta buenísimo.
Pero no tanto como Aaron. - Añadió mi subconsciente.
-Encantada.- Le sonreí mientras le daba dos besos.- Yo soy Maya.
Noté como su mirada recorría mi cuerpo entero, se relamió los labios y seguidamente habló.
-Hermano, no me habías dicho que tenías una novia tan bonita.
Sonrío ante su comentario y vuelvo a prestar atención a mi tostada cuando Aaron interrumpe, algo molesto por su tono de voz.
-Es mi hermanastra Bro.
-Wow.- Dijo sonriente.- ¿Entonces está libre?
-Ni se te ocurra acercarte a ella.- Dijo amenazante a lo que yo reí.- ¿De que te ríes tu?- Me mira atento esperando mi respuesta.
Me levanto con la tostada aun en la mano y me acerco a ellos.
-Tu no decides con quién me junto.- Sonrío triunfante al ver una mirada de fastidio por su parte.- Un gusto...- Digo intentando recordar el nombre del chico.
-Sebastián.- Me dedica una sonrisa y añade.- Pero llámame Sebas.
-Un gusto Sebas.- Digo antes de poner rumbo de nuevo a mi cuarto.
• • •
Tras intentar entretenerme con algún libro de la habitación y ser en vano, ya que todos me los he leído, me doy por vencida y decido bajar a la cocina a por algo de comer.
Al bajar las escaleras diviso a Aaron y Sebas enfrente de la pantalla de plasma con un mando cada uno, a lo que mi mente llegó a la conclusión de que estaban jugando a la play 4.
-¿Quieren algo?- Dije pasando por el lado, más que nada para evitar ser maleducada.
-Un par de cervezas.- Dijo Aaron mirando a Sebas quien asentía a la vez que esté hablaba.
Cogí unas palomitas de la despensa y prendí el microondas, saqué las cervezas de la nevera y se las lleve haciendo tiempo a que las palomitas se hagan.
-¿Estás haciendo palomitas?- Dijo Aaron mientras cogía la cerveza y me miraba a lo que yo asentí.- Haznos unas.- Añadió sonriente.
-Serás vago.- Dije.- Háztelas tu.
-Porfa.- Dijo mientras ponía cara de puchero.
-Ash.- Mascullé.- Te odio.- Respondí vencida por esa carita.
-¡Bien!- Exclamó mientras chocaba los cinco con Sebas y yo simplemente le dedique una mirada de molestia.
Din Din.
Sonó el microondas tras la segunda tongada de palomitas, las eché en un bol aparte y me acerqué a ellos.
-Toma.- Dije dándole el bol a Aaron y dirigí mi mirada a la pantalla dónde se encontraba el tekken y Sebas iba perdiendo.- Eres malísimo.
-Fijo que tú eres peor.- Dijo en tono de burla.
-¿Pruebas?- Dije sonriente cogiendo el mando y el asintió.
-Oh amigo, no sabes con quién te has metido.- Añadió Aaron y se hizo el silencio.
Selección de personaje, lugar y listo.
Me sabía cada uno de los combos y cómo manejar a todos los personajes, me encontraba en la quinta partida, último combo y derribado.
-¿Como cojones?- Dijo algo desquiciado.- Me ha ganado una chica.
-Aprendí del mejor.- Sonreí mientras miraba a Aaron quien me miraba perplejo.
-Has mejorado mucho hermanita.- Dijo sorprendido.- Pero todavía tienes que ganarme a mi.- Sonrió victorioso ya que de todas las partidas que jugamos nunca le gané.
-Pronto lo conseguiré.- Sonreí.- Yo me voy.- Añadí levantándome y acercándome a las escaleras.
-Tío tu hermana es perfecta.- Distinguí la voz de Sebas.
-No te acerques a ella.- Le advirtió Aaron.
-Va tío no seas tan sobreprotector.- Contestó Sebas.
-Cállate tío.
Y fue lo último que oí ya que ambos hicieron silencio y yo me adentré a mi habitación tumbándome en la cama y sacando mi portátil para seguidamente abrir la pestaña del Netflix y ponerme a ver Teen Wolf hasta quedarme completamente dormida.
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Mi Sexy Hermanastro Y Su Mejor Amigo.
Teen Fiction-¡Dios Aaron deja de tratarme como una niña pequeña!- Grite. -Eres una niña.- Levantó los hombros mientras apoyaba su cuerpo en el armario de mi habitación. -No soy una niña, tengo dieciocho años joder.- Me desesperé.- El hecho de ser tú hermanastra...