Capitulo 31

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Me retorcí en la cama, un intenso dolor inundó mi vientre y no pude evitar quejarme y hacerme bolita.

Había llegado el día, ese día en el que los siguientes cuatro van a ser un auténtico infierno.

El periodo.

No eres bienvenido.

Pero le da igual, el viene para quedarse un tiempo y luego se va tan tranquilo.

Es maravilloso.

Di vueltas en la cama hasta quedarme sentada al borde, tras unos segundos mirando a la nada y concentrándome en que el dolor disminuyera me di cuenta de que Aaron no estaba y el nunca madruga más que yo...

Centrándome en mi, me metí en el baño y me despojé de la ropa llena de sangre para meterme en la ducha, el agua caliente calmó los intensos dolores, pero duró poco ya que al salir y vestirme volvieron.

Bajé a la cocina y al llegar vi a Aaron ir hacia la puerta a toda prisa.

-¿A dónde vas?- Pregunté, el frenó y se giró.

-Tengo que hacer una cosa.- Comentó.- Papá y sus encargos.- Dijo poniendo cara de disgusto.

Y sin dejarme decir nada salió pitando.

Rodé los ojos, estaba raro, llevaba así desde el sueño, se va por horas, vuelve tarde y no pasamos tanto tiempo juntos.

Decidí ignorar de nuevo lo ocurrido y me fui en busca de un Ibuprofeno, tras tomármelo y suplicar a diosito que su efecto sea rápido caí en la cuenta de que no tenía quien me llevará a clase y el autobús no era una de mis opciones y menos con estos dolores.

Si, vale.

Es una excusa para autoconvencerme de que no está mal que falte a clase por la menstruación pero sinceramente prefiero quedarme en mi cama arropadita e intentar dormir el mayor tiempo posible para evitar esta horrible sensación.

Así que así hice, subí a mi habitación y me quedé observando las sábanas ensangrentadas, las quité de un tirón e hice la cama, seguidamente me metí entre las sábanas y el calorcito inundó cada milímetro de mi cuerpo haciendo que escasos minutos después me durmiera.

Me desperté por unas risas, el dolor se había pasado y me sentía algo mejor, miré la hora, las 12, había dormido tres horas y me habían venido de miedo.

Me levanté y la risa de una chica volvió a sonar, mi mente curiosa me hizo indagar y acabé en la puerta de la habitación de Aaron.

Me asomé y observé la figura de una rubia completamente desnuda en frente de Aaron, me quedé inmóvil y por un segundo sentí como mi mundo se retorcía y caía a mis pies.

No me lo podía creer, lo estaba haciendo de nuevo.

Salí sin hacer ruido y con los pocos ánimos que me quedaban volví a mi habitación y llamé a Laurence.

-¡Hey Maya!- Dijo al otro lado del auricular.- ¿Porqué no viniste a clase?

-Lau..- Musité, un nudo en mi garganta me impedía hablar y si lo hacía, las lágrimas no dudarían en salir.- ¿Puedes venír a por mí?- Sollocé y mi voz se quebró.

-¿Estás bien maya?- Preguntó preocupada.- ¿Dónde estás? ¿Que ha pasado?

-Ven a mi casa y sácame de aquí por favor...

-Llego en seguida.

Fué lo último que dijo ya que colgó, me vestí con un chándal gris y me puse unos playeros blancos, para cuando terminé Laurence había llegado, le pedí que no pícara, que me hablara y ya saldría así que eso hizo.

Me metí en el coche y sin poder aguantarme más rompí a llorar.

-¿Que pasó?- Preguntó abrazándome.

-Aaron.- Musité.

-¿Que ha hecho ahora?

-Trajo a una rubia a casa..- Dije.- Estaba desnuda delante de el.

-Maya..

Levanté la vista y observé su mirada, escondía algo y yo no me corté en preguntar.

-¿Qué sabes Lau?- Dije recomponiendo mi postura, ella suspiró y yo insistí.- Dímelo.

-Ayer lo vi con Stefany en una cafetería no muy lejos de mi casa.- Dijo y cogió mis manos.- Se besaron.

Ahora sí, mi corazón estaba hecho añicos.

Laurence intentó animarme el resto de la tarde, fuimos a un bar y pasamos un rato en los billares cuando una voz conocida inundó mis oídos.

-¿Maya?

Me giré y Flinn se encontraba a escasos metros de mi, estaba solo y se acercó mientras me observaba.

-¿El amigo de mi hermano?- Pregunté y el asintió.

-¿Qué haces aquí?- Preguntó sonriente.- Nunca te había visto por esta zona.

-Laurence me trajo aquí.- Respondí y mi amiga se acercó a nosotros.- El es..

-Flinn.- Dijo ella sin dejarme terminar.- Lo conozco.- Añadió coqueta y se colocó un mechón detrás de la oreja.

-Bueno chicas, mañana celebro mi cumpleaños por si queréis pasaros.- Comentó Flinn y Laurence sonrió.

-¡Claro! Allí estaremos.- Dijo ella y el le dedicó una sonrisa y se fué.

La miré, se había quedado embobada viéndolo y yo me di una palmada mental.

-¿Se puede saber cómo es eso de que iremos?- Pregunté poniéndome en su campo de visión y ella volvió en sí.

-Ese chico es perfecto Maya.- Comento ella.

-¿Y?

-¡Que nos ha invitado a su fiesta!- Dijo ilusionada.

-¿Y?

-¡¿Puedes dejar de decir "y"?!

-¡No!- Me alteré.- Me has incluido sin preguntarme.- Musité.

-¿Qué problema hay?

-El problema es que Flinn es amigo de Aaron y lo que menos me apetece es verle.

-¡Por dios Maya!- Exclamó.- ¡Vive contigo!

-Se como le puedo evitar, pero en la fiesta me lo encontraré.

-¿Y cómo vas a evitarle?- Preguntó poniendo los brazos en jarra.

-Durmiendo contigo.- Dije segura.

-Tiene un precio.

-¿Cual?- La miré obsoleta.

-Vienes a la fiesta.

La desafié con la mirada y sin poder defender mi posición cedí.

Era eso o verle hoy después de lo que había visto y lo que menos me apetece es que ese imbécil me vea llorar.

Además, mañana se me ocurrirá alguna excusa para no ir.

Mi Sexy Hermanastro Y Su Mejor Amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora