Aaron lleva cinco días sin dirigirme la palabra, bueno, ninguno de los dos a intentado hablar así que es lo que nos toca, olvidar lo sucedido y seguir adelante.
Hoy tenemos una comida todos con la familia de Sebastián y la verdad que no me hace ni una pizca de ilusión ir y tener que hablar con el.
Es más, llevo ignorando sus llamadas estos días porque no hay explicación para lo sucedido aquella noche.
He de reconocer que ha sido muy insistente pero no he bajado la guardia en ningún momento y he seguido en mis trece de no contestarle.
Ahora me encuentro en el coche sentada al lado de Aaron y mi corazón va a mil.
En el camino hemos topado nuestras miradas un par de veces pero no hemos dicho una sola palabra.
Al llegar al lugar y hacer lo habitual, saludar y sentarnos en la mesa me percato de que Sebas a tenido la mirada clavada en mi desde que llegué, me remuevo incómoda en el sitio y decido ignorarlo.
Tras la larga comida me escabullo para ir al jardín de atrás a tomar aire, me está saturando tanta conversación y tener a Aaron sentado al lado es demasiado.
Necesito relajar mi mente.
Me siento en un banquito y tras observar atenta una pareja muy acaramelada mi tranquilidad es interrumpida por Sebas.
-Oye..
-No hables y vete.- Musité sin siquiera mirarle.
-Se que te has enterado y tiene una explicación.- Insiste.
-Pues no quiero oírla.
-Por favor maya.- Dijo colocándose en frente mío y cogiendo mis manos, a lo que yo las aparto.- Debí habertelo dicho antes de hacerlo..
-¡Encima!- Río sarcástica.- ¡Lo que tenías que haber hecho es no hacerlo!
-¡No tuve opción!
-¿A no? Porqué que yo sepa es muy fácil decir que no a algo cuando no quieres hacerlo.
-¡Maya por dios!
-¡Que!
-¡El otro día un amigo vio que fuí a buscar a alguien a tu instituto!
-¿Y que tiene que ver?
-Que a quien fuí a buscar fue a ti y la única manera de que no me preguntaran quién era la usé a ella como peón ya que se parecía a ti.- Suspiró.
Lo miré incrédula.
-¿Pero tú estás viendo lo que dices?
-Te puedo enseñar que no he hablado con ella ni nada.- Dijo sacando su móvil y poniéndolo en mis manos.
Me estoy saturando y no se que decir.
-¿Porqué mierda no me lo dijiste antes?- Me levanté apartandolo.
-Parte uno no me cogías las llamadas y parte dos me enteré el día de la fiesta y no quise preocuparte y fastidiarte.
-Dios..
-¿Qué hacéis aquí fuera?
Me sobresalté al oír la voz de Aaron y me tensé.
¡Esto es genial!
-Lo siento bro, tu hermana me pidió que le hiciera 5 y vine a traerselo.
Lo miré incrédula.
¡Pero que narices!
-Ni se te ocurra venderle nada.- Gruñó Aaron.
Ahora lo miré a el.
-¿Porqué?- Pregunté observándolo.
-Por que tú no vas a fumar eso.
-¿Porqué tú lo digas?
No dejé que terminara, saqué un billete de 5 y se lo di a Sebas, el me dió una bolsita y yo la guardé en mi bolso para seguidamente entrar de nuevo.
A escasos metros de la mesa su mano cogió mi brazo y quedé de frente a él.
-¿Se puede saber qué mierda has hecho?- Su voz ronca y está muy enfadado.
-Pues comprar para hacerme un porro ¿No lo has visto tu mismo?- Su mandíbula se tensó y me apretaba más fuerte.
-Dios Maya alucino contigo.
-La que alucina soy yo que me diriges la palabra después de todo este tiempo para entrometerte en mi vida.- Siseo enfadada.- Déjame en paz.- Dije dando énfasis en la primera sílaba de cada palabra y me solté de su agarre.
Volví a sentarme en la mesa y mi móvil vibró en señal de que un mensaje me había llegado.
Sebas.
De nada pequeña.Guardé rápidamente el móvil al ver a Aaron sentarse a mi lado de nuevo y miré a Sebas.
La verdad que había sido una buena escapatoria, ni si quiera sabía que decir cuando Aaron apareció, ya me di por perdida y su astuta respuesta fue natural y creíble.
Le agradecí con la mirada y volví a centrarme en la conversación que se llevaba a cabo en la mesa.
Una vez llegamos a casa Aaron se fué y yo subí a su habitación a buscar papel de liar.
Si, voy a liarme un porro yo solita.
Tendré que darle uso o sospechará, además, con lo de hoy ya coroné mi cupo de estrés.
Busqué en su mesa y no fue difícil encontrar una libreta de papeles y un mechero, volví a mi habitación, me puse una camiseta lencera de tirantes y me quedé en bragas, hacía calor y no tenía ningún short, además, no tenía pensado salir de la habitación.
Me acomodé en mi mesa y me puse un tutorial de cómo liar.
Tras un par de intentos conseguí mi cometido y salí a la terraza, lo prendí y le di unas caladas.
Me sentía en la gloria, mis músculos se relajaban y mi cabeza se despejaba a medida que lo iba consumiendo.
Cuando iba por el final el coche de Aaron apareció y yo como cotilla me asomé discretamente y lo vi.
No estaba solo, traía consigo una chica, le dió un morreo, una nalgada y se adentró en la casa.
¿Estoy celosa?
Esa escena me puso los nervios a flor de piel, estaba que hechaba chispas así que decidí darme un paseo tal y como me encontraba.
Definitivamente lo estoy.
Salí de la habitación y por las escaleras subía Aaron al lado de una rubia teñida, disimuladamente pasé por su lado y mis pechos chocaron con su brazo al "intentar esquivarlo", una vez abajo miré en su dirección sin darme la vuelta y la mirada de Aaron estaba plantada en mi trasero.
Objetivo conseguido.
Le dediqué una sonrisa y me metí en la cocina contoneando mis caderas.
Ya que estoy aquí abajo, aprovecho para coger algo de comer, estoy famelica y tengo la boca tan seca que parece la suela de una zapatilla.
Volví a subir y al dejar las cosas en la mesa alguien me giró bruscamente haciéndome quedar a escasos centímetros de él.
Aaron.
-¿Me estás provocando nena?
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Mi Sexy Hermanastro Y Su Mejor Amigo.
Teen Fiction-¡Dios Aaron deja de tratarme como una niña pequeña!- Grite. -Eres una niña.- Levantó los hombros mientras apoyaba su cuerpo en el armario de mi habitación. -No soy una niña, tengo dieciocho años joder.- Me desesperé.- El hecho de ser tú hermanastra...