7. Mi cielo

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Magnus no estaba acostumbrado a dormir con nadie. Él tenía su propia carpa, a la que nadie -incluso si estaba abierta- entraba sin permiso. Pero supuso que podría acostumbrarse a esto: despertar con su pequeño predestinado.

Magnus se había acostado de lado, con el pequeño Alec acurrucado contra su pecho. Usualmente él no dormía tan profundamente, siempre atento para saltar rápidamente ante cualquier petición de ayuda. Él era el liberto más poderoso, a pesar de su edad, y tenía que estar listo para ayudar a cualquiera.

Pero ahora, con su alma gemela cerca, dormía profundamente, sobre su espalda. El pequeño Alec se había despertado hacía rato, se había quedado sentado, tallando sus ojitos, tratando de recordar dónde estaba. No tenía miedo, porque sentía a su alma gemela cerca -aunque no lo supiera-, pero no sabía dónde estaba. Entonces sus ojitos enfocaron a Magnus y él sonrió, lanzándose sobre el niño de ojos bonitos. Su amigo.

Se subió encima de él, sus manitas apoyándose en el pecho de Magnus mientras se acomodaba, después comenzó a acariciar el rostro tranquilo del durmiente. Sus deditos tocando sus mejillas.

-Magus -susurró, esperando que despertara-. Magus -sus manitas siguieron acariciando su rostro, su frente, su nariz-. Magus, Magus, Magus -no supo por qué lo hizo, ya que los "Perfectos" no solían besar o abrazar, pero él besó las mejillas de Magnus, ambas.

Magnus sonrió entonces, sus brazos rodeando a su niño. Alec dio un saltito y gritó asustado, para relajarse después y empezar a reír. -¡Me asustaste, Magus!

Magnus se rió, ya despierto. Sus ojos verde dorado se abrieron para encontrarse aquellos ojitos azules fijos en él. -¡Hola, Magus! -dijo el niño, feliz, ajeno a que sus dos ojos eran ya azules.

-Hola, mi cielo -Magnus quitó el cabello rebelde del niño de su frente y Alec se apoyó más en su toque, descubriendo que le gustaba el contacto físico, ¿por qué en su casa no era así?, se acurrucó contra él y murmuró "De ojos de cielo".

-Mi niño de ojos de cielo -dijo Magnus, abrazándolo fuerte. Era obvio que a su pequeña alma gemela le gustaba ese mote cariñoso.

-Tengo hambre, Magus -se quejó Alec, unos minutos después, aunque sin salir de sus brazos.

Magnus se rió, poniéndose de pie, sin soltar al niño. No tenía intenciones de separarse de él. No mientras pudieran estar juntos un poco más.

-Vamos a buscar el desayuno entonces. Y después tú y yo vamos a jugar un rato, ¿quieres?

-Sí, sí, síii -Alec gritó feliz, mientras rodeaba su cuello con sus bracitos. En casa nadie jugaba con él. Magus era bueno, y tenía ojos bonitos, y le decía "Cielo", Magus era perfecto.

Magnus podía sentir las olas de cariño que el niño ya le enviaba. Ojalá no cambiará eso con el tiempo. O sí, pero para bien. Un día, si tenían suerte, ellos serían mayores y serían olas de amor.

-Vamos, mi niño perfecto -si alguien era realmente "Perfecto" era un predestinado para su amor.

-De cielo -susurró Alec, ocultando su carita cerca del cuello de Magnus cuando salieron de la carpa.

La gente los veía con curiosidad. Alec se mantuvo oculto en el cuello de Magnus. Magnus los ignoró a todos.

Ahora tenía que idear una forma para que Alec no se sintiera mal por tener que ocultar esos ojitos de cielo. No quería que creciera pensando que era algo malo, que se avergonzara de algo tan hermoso.

Pero tenía que ocultarlos -al menos en la FOIRFE- por su bien. En sus visitas a la SAOIRSE podía tener eso: libertad.

Aquí eran libres. Y, por eso,aquí es donde crecería su amor.





CONTINUARÁ...

¿Cómo creen que le diga Magnus sobre ocultar sus ojos? ¿No mueren de ternura con Alec? 😻

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora