50. Mi amor

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Es una cosa terrible, creo, esperar hasta que estés listo. Tengo este sentimiento, de que en realidad nadie está listo para hacer nada. No existe tal cosa como estar listo. Sólo existe el ahora.
(Hugh Laurie)


* * *

La mirada de Robert Lightwood estaba fija en su hijo.

Alec juraría que su corazón se había detenido cuando eso sucedió, pero entonces, cuando volvió a latir y supo que seguía vivo, cuando el dolor de otro golpe o algo peor no llegó, se dio cuenta que su padre no se estaba moviendo. Lo que hacía todavía más escalofriante su mirada sobre él.

Pero no tuvo tiempo de entrar en pánico, porque en ese mismo segundo un par de brazos, que él conocía perfectamente, lo envolvieron.

—Magnus –Alec suspiró el nombre, relajándose contra él, sintiendo el corazón acelerado de Magnus. Éste lo abrazó con tanta fuerza e impulso que levantó sus pies del piso y lo giró hasta quedar frente a frente.

Alec sintió sus ojos abrirse enormes justo cuando Magnus enterró su rostro en su cuello y lo apretó con más fuerza.

¡Su padre!

Alec podía aguantar los insultos y golpes que fueran necesarios, pero no iba a permitir que le hicieran daño a Magnus. Él sería capaz de...

Sus manos se cerraron en puños, intentando quitarse a Magnus de encima.

...de matar. Él no dudaría en matar o morir por Magnus.

—¿Qué pasa? –la voz de Magnus estaba un poco rota, lo que sorprendió a Alec, como si hubiera llorado o estuviera tratando de no hacerlo. Pero definitivamente no estaba soltando a Alec, lo apretó incluso más, de modo que sus siguientes palabras salieron sin aliento:

—Mi papá –Alec jadeó–. Mi papá, Magnus.

Magnus medio gruñó, mirando hacia donde Robert Lightwood permanecía aparentemente inmóvil todavía.

—Él no volverá a hacerte daño nunca, mi amor.

Alec estaba por preguntar por qué o cómo era posible, pero entonces registró las palabras. No le estaba diciendo "Mi niño" o "Mi cielo", ¡le dijo "Mi amor"!

Alec echó su rostro para atras, sus labios temblando en una sonrisa cuando Magnus gruñó y quiso acercarse de nuevo, volver al hueco del cuello de Alec. Alec luchó para liberar sus manos del abrazo, para poder acunar el rostro de Magnus, para poder sentirlo, para estar en contacto porque era algo que siempre necesitaba –tocar a Magnus–, pero también porque quería mirarlo a los ojos cuando él respondiera.

—¿Mi amor? –Alec sentía su corazón encogerse e hincharse, latir lento y después acelerado. ¡Se estaba volviendo loco! Y había algo más, no era su cuerpo, pero seguía siendo de algún modo físico, había algo rasgando dentro de él, como si arañara bajo su piel queriendo salir al exterior. Alec no sabía qué era eso, pero podía imaginar la razón: quería llegar a Magnus.

—Dime –Magnus le sonrió, sintiéndose tan tonto. Debió haberle confesado hace mucho la naturaleza del lazo entre ellos, que eran predestinados, que sus almas eran la una para la otra.

¿Qué si no hubiera llegado hoy a tiempo?

Nunca debió esperar tanto tiempo. Alec siempre lo había querido, confiado en él. Incluso si no entendía el vínculo entre ellos, lo sentía. Sentía su alma y su corazón. Y él nunca se habría aprovechado de su niño, el amor que le tenía habría madurado con la misma velocidad aunque lo hubiera tenido a su lado en vez de la distancia que los separaba.

Alec sintió su rostro calentarse, mientras negaba. —No. Tú. Tú me llamaste "Amor". Mi amor.

Magnus lo dejó de nuevo sobre sus pies y Alec casi hizo un puchero.

—Siento no haber estado para ti cuando eras niño y tus ojos cambiaron, cuando él te golpeó la primera vez. Siento no haber estado cada vez que te hizo sentir mal sin necesidad de golpes físicos. Perdón por no estar cuando necesitabas un abrazo, por no llevarte conmigo como tanto me pedías. Por dejar que te hiriera tanto...

Los ojos de Magnus se iban cristalizando con lágrimas y Alec sintió el dolor en su propio pecho. Se apresuró a limpiarlas, incluso antes de que cayeran, besando sus mejillas en el proceso. Hablo sobre su piel, tan desesperado que apenas se entendía: —¡Pero siempre has estado! ¿De qué estás hablando? Siempre has estado, Magnus. Conmigo, cuidándome. Te quiero. Te quiero. No llores. No entiendo.

Magnus pegó su mejilla a la de Alec. —Perdóname por no llegar antes hoy.

—Magnus... ¿Qué...?

—Jugar con el tiempo es algo que no debe hacerse nunca. Pero por ti rompería cada ley sel universo. No lo he regresado ni detenido, sólo transcurre más lento para todos excepto tú y yo. Hay algo que necesito contarte, que debí contarte hace mucho. Tienes que saberlo, que entenderlo antes de que volvamos aquí y tomes una decisión. Sea la que sea, estaré a tu lado, no volverás a estar solo nunca. Aunque no me perdones, aunque...

Alec tomó su rostro con ambas manos y lo calló con un beso. Quería decirlo, pero no podía dejar de besarlo, de conectar con él. Porque con Magnus nunca era sólo tocarse, siempre había algo más.

Y aun así Magnus lo escuchó, porque Alec lo sentía y pensaba con tanta fuerza: "No sé qué tendría que perdonarte a ti si no has hecho más que salvarme. No sé cómo piensas que podría odiarte, Magnus. Me has llamado "Mi amor" y creo que es una expresión llena de reciprocidad. Soy tu amor, si tú eres el mío. No puede ser de otra manera. Y tú lo eres. Mi amor. Mío. Incluso de pequeño ya te sentía así, aunque era diferente, siempre has sido eso para mí, amor. Odiarte sería odiarme a mí mismo, Magnus, mi corazón que es donde tú estás. No es posible. Simplemente no."





CONTINUARÁ...

No se ha "detenido" como tal el tiempo, Magnus sólo les está dando la oportunidad de hablar 🙊 por fin le hablará sobre los predestinados 😭💙 ¿Cómo imaginan la escena?

¿Y qué pasará después? 🙈

¿Qué les ha parecido el capítulo? No planeaba actualizar ahora, pero la escena simplemente llegó y tenía que escribir 😅

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora