13. Ojos bonitos

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-Oh, mi niño -Magnus abrazó a su pequeño predestinado, su corazón roto por la realidad de las despertares venideros, y luego sonrió porque Alec por supuesto murmuró "De cielo".

Alec tenía su flor de cielo en su manita y los brazos de Magnus alrededor. Alec era un niño apenas, Alec había nacido y crecido entre "Perfectos" y no sabía mucho de sentimientos o felicidad, pero estar con su Magus parecía el cielo para él. Tal vez Magnus era un ángel y no lo decía.

Después de que pasara un rato, con Magnus meciendo al pequeño príncipe en sus brazos y murmurando palabras en un idioma que su predestinado no entendía, y los ojos de Alec dejaran de llenarse de lágrimas, por fin se alejó un poco del pecho de Magnus, de la canción de su corazón.

Miró hacia arriba, sus ojos muy abiertos, y Magnus miró hacia abajo, sonriendo con curiosidad. -¿Qué pasa, Alec?

Alec hizo un puchero. Le gustaba más cuando Magnus le decía "Ángel" o "Mi niño" o "Mi cielo" o "¡Mi niño de ojos de cielo".

Iba a preguntar si Magnus era un ángel, pero Magnus había dicho que sólo personas especiales reconocían a los ángeles. ¿Entonces él no era especial?

Subió una de sus manitas -la que no tenía la flor-, se detuvo en los labios de Magnus, sus deditos tocando el inferior, hasta que Magnus los besó y hubo maripositas en su pancita que lo hicieron reír. Después tocó la nariz de Magnus, estuvo tentando a bajar de nuevo a su boca cuando él sonrió, pero las esquinas de sus ojos se arrugaron con esa sonrisa y el pequeño Alec recordó lo que pretendía. Acarició uno de sus párpados. -¿Eres un ángel, Magus? ¿Por qué tus ojos son así?

Magnus sintió un nudo en su garganta y en su pecho. Era obvio que Alec, incluso siendo un niño, iba a notarlo. Todos lo hacían.

En la SAOIRSE estaban todos los infectados con Gen H que fueron expulsados, todos aquellos ojiazules que eran considerados manchas en su "perfección" de ojos oscuros. Había nacidos con ojos azules ahí. Pero también había otras tonalidades, había ojos marrones, miel, dorados, verdes, grises... Ninguno era considerado malo o bueno. Cada uno era especial. Aquí no había etiquetas, podías tener como pareja a un hombre o una mujer sin importar tus genes o tu sexo. Los habitantes del FOIRFE eran idiotas por creer que el Gen H era algo malo. Era más complicado que lo que ellos creían, que simple heterosexualidad u homosexualidad.

Pero incluso aquí, en este pequeño mundo de libertad, ninguno era como Magnus. Magnus era un nacido en la SAOIRSE, uno de los pocos, decían que su madre era de las más poderosas, de las que tuvieron más magia, las que iniciaron esta pequeña comunidad y la protegieron con barreras contra los "Perfectos". Ella había muerto al hacer Magnus. El pequeño no lloró, era como si su madre no se hubiera ido, él simplemente abrió sus ojos. Unos inusuales ojos verde dorado.

El niño comenzó a hablar mucho antes que los demás, igualmente sucedió con sus primeros pasos. El niño no tenía todavía ni un año cuando se dieron cuenta que había heredado el poder de su madre, Magnus era mágico, y estaba aprendiendo solo.

Los libertos mayores nunca le tuvieron miedo, incluso siendo un autodidacta con su magia nunca lastimó a nadie. En su pequeña comunidad nadie hacía daño nunca. Pero Magnus sí notaba la curiosidad de los demás, sobre todo los niños, sentía sus miradas, escuchaba los murmullos a su alrededor, sabía que él era diferente.

Magnus no se había dado cuenta que sus ojos se llenaron de lágrimas, él no solía llorar, ni de niño, a veces soñaba o veía el espíritu de su madre, "Tú eres importante, Magnus. No lo olvides. Grandes cambios vendrán contigo, después de días grises. Sé valiente, mi niño". Lo notó hasta que las manitas de Alec comenzaron a frotar sus mejillas, su vocecita indicaba que también estaba llorando. -No llores, Magus. Tus ojos son bonitos. ¡A mí me gustan!

Magnus parpadeó, de regreso a la realidad. Él no quería asustar a su niño. Se limpió rápidamente. -No lloro, mi niño. No lloro. Estás conmigo y todo es realmente perfecto así, mi cielo. Esta sí es perfección.

Alec seguía haciendo pucheros. Su corazoncito dolía si Magus lloraba. Dolía más que cuando papi le había pegado.

-No soy un ángel, mi niño. Yo no. Hay ángeles y hay personas especiales que los reconocen y los protegen, ¿recuerdas?

Alec asintió.

-Tú eres un ángel, mi niño. Con tus ojitos de cielo. Los míos son diferentes, porque no soy un ángel, yo hago magia y...

-¡Tú me cuidas! -Alec saltó en la cama-. ¡Tú eres mi especial, Magus! Mi persona especial.

El niño se lanzó a abrazarlo y ambos cayeron sobre el colchón. El pequeño Alec sobre Magnus, mirando muy de cerca los ojos de Magnus. Eran verde con oro, eran tan bonitos. -A mí me gustan, Magus.

Magnus sonrió. -Y a mí me gustan los tuyos, Alec, pero hay que ocultarlos, ¿recuerdas? Tus ojitos de cielo sólo para mí.

Alec asintió, bajando rápidamente de Magnus, buscando su flor que había caído mientras ellos se abrazaban, pero seguía intacta. Porque era de cielo. Porque era mágica. Porque era suya y de Magus.

Magnus fue por los lentes y con cuidado se los puso a Alec. -¿Te lastiman, mi niño?

Alec negó, con un pucherito. -No, pero se siente raro, Magus. No me gusta.

Magnus hizo una mueca. Tampoco le gustaba, los ojos de su predestinado eran hermosos, pero era necesario.




CONTINUARÁ...

¿Qué piensan de Magnus hasta ahora, de su magia, de lo que su mamá le dijo? 👀

Final del maratón, ¿cuál quieren después? 🙌

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora