9. El príncipe ángel

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-...el príncipe se llamaba Alec.

Los ojitos azules de Alec se abrieron demasiado. Su sonrisa era enorme. -¡Como yo, Magus! ¡Yo me llamo Aleg!

-¿En serio? -Magnus fingió sorprenderse y luego se rió del pucherito de su pequeño predestinado.

-Sí -Alec seguía haciendo pucheros-. ¿Tú no sabías, Magus?

-Claro que sí, mi niño -Magnus lo apretó contra él y Alec suspiró feliz un "De cielo".

-Sí, mi cielo -Magnus supuso que esta era la forma de explicárselo para que Alec no se sintiera mal. Alec hizo un sonido feliz y Magnus sonrió.

-Había una vez un pincipe llamado Aleg -Alec asintió, feliz y orgulloso-, ¿tenía un...? -de repente tuvo miedo de preguntar, su manita cubrió su mejilla y enterró su rostro en el pecho de Magnus.

Magnus supo por qué. Él había presenciado el momento. Frotó la espalda de su niño y besó la cima de su cabeza, provocando que Alec saliera de su escondite y lo mirara. -No tienes que ocultarte de mí, Alec. Tú eres mi niño, mi cielo, puedes decirme lo que quieras. Nunca voy a molestarme. Siempre voy a cuidarte. ¿Está bien?

Alec volvió a abrazarlo, su voz salió amortiguada. -¿Tenía un pincipe?

Magnus arrancó una de las flores azules con su magia y la miró mientras comenzaba su cuento: -Había una vez un hermoso principito, llamado Alec. Alexander. Él era perfecto, de verdad perfecto, pero vivía con personas que no saben reconocer la belleza ni apreciar lo especial de algunas personas...

-¿Era especial? -la vocecita de Alec estaba llena de curiosidad.

Magnus lo apretó un poco más. -Si, mi niño, el príncipe era especial. Él era un ángel, era un ángel especial que había bajado del cielo para encontrar a alguien y quererlo mucho. El príncipe tenía ojos azules...

Alec cerró sus ojitos, esperando la parte mala del cuento, como le había pasado a él.

-Porque era un pedacito de cielo, así que eran azules para identificarlo como un ángel, Alec, pero las personas no entendían lo que era un ángel, entonces él tuvo que ocultar sus ojitos azules. Sólo alguien muy muy especial podía verlos. El ángel no mostraba sus verdaderos ojos a todos.

Alec salió del abrazo de Magnus para mirarlo. -¿Y vivieron felices para siempre?

¿Él podía ser feliz como el ángel?

Magnus asintió. -El ángel era un príncipe en la Tierra, entonces él no tuvo a un príncipe, pero encontró a su persona especial que lo reconoció y amo el cielo en su mirada. Entonces el ángel sólo le mostraba sus ojos azules a él. Porque ellos se querían mucho. Ambos eran especiales.

-¿Amor? -Alec preguntó, porque en los cuentos que le contaban a Izzy los príncipes y príncipes y las princesas se amaban.

Magnus acarició una de sus mejillas y Alec sonrió, poniendo su manita sobre la de él. -Sí, mi niño, ellos se amaban. Era un amor especial y único que no todos entendían.

Alec aplaudió y gritó "¡Yo sí entiendo!", porque él sí entendía, este cuento le gustaba. -¿Beso?

En un primer momento, Magnus creyó que le pedía un beso, después se rió. Alec preguntaba si había un beso, así como amor, en el cuento.

-Sí. Ellos se besaron porque se querían mucho. Sé que donde tú vives no lo hacen, pero cuando alguien se quiere mucho, así como se amaban el ángel y su ser especial, ellos se besan.

Alec sonrió entonces, se puso de pie y rodeó el cuello de Magnus con sus bracitos, y lo besó una sola vez, porque él ya quería a Magus, aunque no lo conocía mucho. -Beso -dijo Alec feliz antes de sentarse otra vez.

Magnus había sentido su alma agitarse. Tal vez aquello que decían eran "mariposas en el estómago" se sentían sólo con la persona correcta y era, en realidad, el alma reconociendo a la otra.

-Tus ojitos también son azules, Alec -le dijo a su niño y esperó a que él asintiera, pero detuvo sus manitas cuando iba a cubrirlos-. No es nada malo, Alec, no tienes que avergonzarte o sentirte mal, pero tú eres como el príncipe ángel, tú eres mi ángel, ¿quieres guardar tus ojos de cielo sólo para mí?

Alec hizo un puchero. Él no entendía, ¿cómo iba a guardar sus ojos?

Los cerró con fuerza entonces, su ceño fruncido. -¿Así, Magus?

Magnus se rió y acarició los párpados de Alec hasta que volvió a abrir los ojos. -No, cielo, así no. Vamos a hacer magia, ¿quieres?

Entonces Magnus giró entre sus dedos el tallo de la flor que cambió de azul claro a uno más oscuro, hasta ser un azul marino, como un cielo nocturno oscurecido hasta ser negro.

-Así.




CONTINUARÁ...

¿Les gustó el cuento? 😻 ¿Les va gustando la historia? ¿Ahora qué dirá el pequeño Alec?

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora