25. Regalo y promesa

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Fue después de un momento de permanecer abrazados que Magnus se dio cuenta que estaba siendo irresponsable. Cualquiera podría pasar y verlos abrazados, ¿qué dirían de un jardinero abrazando al pequeño príncipe?

Usó sus manos para intentar apartar a Alec, pero su pequeño predestinado se negaba a alejarse.

Magnus se rió. -Cariño, tienes que volver a tu habitación, si alguien te ve... -se detuvo cuando se dio cuenta de algo que antes no notó porque estaba preocupado por la reacción de Alec y después al enterarse que el vínculo entre ellos era tan grande.

Los ojos, ojos azules, de Alec habían estado llenos de lágrimas.

¡Alec salió sin los lentes de contacto!

Magnus sabía que no debía enojarse. Alec era un niño, él no comprendía la mente cerrada de su padre y el resto del reino. El pequeño no entendía que ocultar sus ojos no era sólo un juego. La vida y la libertad de ambos dependía de ellos.

Magnus miró para asegurarse que no había nadie cerca, que nadie los veía. Se apretó más contra los rosales, todavía con Alec aferrado a él. -Mi niño, cariño, ¿por qué no traes los lentes que ocultan tus ojitos de cielo? Sólo para mí, ¿recuerdas? Saliste sin ellos y no debías -habló con voz suave en todo momento, sin gritarle, pero también firme. Alec debía entender que esto era importante.

Los ojitos de Alec se abrieron demasiado. Se separó entonces para ver a Magnus. Aquellos pedacitos de cielos llenos de culpa. Los cerró con fuerza y luego los cubrió con sus manitas. -Es que no me gustan, Magus. Me los quité sólo poquito y luego te vi... ¡Y tenías sangre! Se me olvidó ponérmelos... -Alec ya estaba haciendo pucheros, su voz como si estuviera a punto de llorar.

Recordó el día en que su papi vio la manchita azul en su ojo. Papi se había enojado y le pegó, ¿Magnus también lo haría?

-Está bien, no llores, mi niño, no llores -Magnus lo abrazó y quitó las manitas de su rostro-. Mírame, mi pequeño ángel.

Esos ojitos azules brillaban con lágrimas otra vez.

-Mira mis ojos. También están ocultos, ¿ves? Porque tus ojitos de cielo son sólo para mí, ¿verdad?

Alec asintió, llevando sus manitas al rostro de Magnus. A él le gustaban más los ojos reales de Magus, eran brillantes, y especiales, y tan bonitos.

-A mí tampoco me gusta -siguió Magnus-, pero lo prometimos, ¿recuerdas? Sólo cuando estemos solos o en mi casa podemos estar con nuestras miradas reales. No puedes volver a salir así, Alec. Por favor, prométeme que no vas a volver a salir sin los lentes.

Alec hizo un puchero.

-Amo tus ojos, mi niño, pero no puedes. Si alguien ve nuestros ojos, sabrá que tú eres un ángel y yo alguien especial y entonces van a separarnos y tú no quieres eso, ¿verdad?

Alec negó varias, asustado. No quería que lo separaran de Magus. Nunca.

-Entonces, por favor, no vuelvas a salir sin ellos. Voy a hablar con Esperanza para que tu papi ya no te tenga encerrado, pero siempre, cada vez, sin importar nada, vas a mirarte al espejo y asegurarte que tus ojitos de cielo están ocultos, ¿está bien?

Alec asintió y sonrió un poco. -¿Voy a poder venir al jardín?

Magnus le sonrió y dio un golpecito a su nariz. -Sí. Pero recuerda que debes fingir que no me conoces. Ahora voy a llevarte a tu habitación, te ponemos los lentes, y vas a quedarte ahí hasta que Esperanza vaya por ti, ¿está bien? Puedes hacerme otro dibujo o mirar por la ventana. Y si quieres hablarme, tienes...

-¡La flor de cielo! -gritó Alec y luego cubrió su boca con sus manitas y susurró: -Flor de cielo.

Magnus asintió. Tomó a Alec y apareció en la habitación de éste. Estaba a punto de irse cuando recordó. -¿De quién es el cumpleaños pronto, Alec? ¿Qué crees que quiera de regalo mi niño de cielo?

Alec dudó un momento y después sonrió. ¡Ya casi era su cumpleaños!

Corrió hacia Magnus, extendiendo sus bracitos para que lo abrazara, le susurró al oído que quería de regalo.

Magnus sonrió.

¿Qué no haría él por su niño con ojos de cielo?



CONTINUARÁ...

¿Qué creen que quiera Alec de regalo? 😻💙

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora