58. ¿Sólo celos?

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No tenía idea de lo solo que estaba hasta que no me sentí sólo nunca más.
(Fyn A.)



Alec se cambió –hubiera deseado hacerlo frente a Magnus, pero éste se retiró antes– y después salió de la carpa de Magnus para unirse a los demás para desayunar antes de emprender su viaje hacia el reino FOIRFE.

Magnus estaba sentado al lado de Catarina cuando Alec entró, estaban hablando de algo importante supuso porque se veían muy serios... Entonces Imasu se detuvo justo detrás de Magnus, demasiado malditamente cerca, casi pegado a su espalda, sonreía mientras una de sus manos se posaba en el hombro derecho de Magnus.

Imasu dijo algo –Alec no supo qué fue debido a la distancia–, pero lo que haya sido detuvo su conversación, Catarina miró hacia arriba para encontrarse con su mirada y Magnus se giró un poco, entrando todavía más en contacto con él.

Alec sintió su estómago retorcerse y algo pesado en su pecho, quería vomitar, sus oídos zumbaban debido al dolor que estaba comenzando en su cabeza. Quería sólo ir y quitar las manos de Imasu de encima de Magnus, interponerse entre ambos para que sólo lo mirara a él...

"Respira, respira, Alec..."

Todavía no se acostumbraba a las sensaciones que tener un predestinado le provocaba. Además, seguía siendo un adolescente, no cumplía todavía los dieciséis; así que, sumada a la posesividad que los predestinados siempre sentían, estaban las malditas hormonas, la inseguridad, los celos...

Magnus debió haberlo sentido también, la incomodidad y el sufrimiento de Alec, porque dejó de mirar y prestar atención a Imasu para buscarlo a él.

Sus miradas se cruzaron y Alec sintió cómo volvía a respirar, cómo el mundo dejaba de existir, todo alrededor de ellos difuminado, eran de nuevo sólo ellos dos. Su mirada enlazada con la de Magnus y eran sólo ellos en el mundo.

"Alexander".

Alec tuvo que cerrar los ojos, abrumado por las sensaciones, todavía no se acostumbraba a todo esto de los predestinados. Era demasiado fuerte, demasiado intenso.

Antes de que los abriera o pudiera responderle, sintió algo frotarse contra su pantorrilla. Sonrió porque sabía quién era incluso antes de abrir los ojos y mirarlo.

Se agachó para recoger al gato en sus brazos. —Hola, Presi —Alec frotó su nariz contra la del pequeño minino.

—Sabes que es mío —dijo una voz molesta y pretendidamente aburrida.

Alec hizo una mueca –sólo para seguirle el juego– antes de mirar. Raphael estaba en una mesa cercana, su sonrisa de lado torciendo sus labios, sus ojos parecían sonreír también, sus manos estaban entrelazadas con las de Ragnor sobre la mesa. Parecía que ya habían terminado de desayunar, pero seguían aquí. La cabeza de Ragnor estaba recargada en su hombro, se giró un poco para murmurarle algo al oído, algo que hizo reír a Raphael.

Alec los envidiaba un poco. Sabía, porque Magnus le había contado, que ellos también eran predestinados. Pero mientras que Magnus todavía seguía poniendo una pequeña barrera entre ellos sobre la cuestión física –y es que Alec se moría de ganas por algo más que tomarse de las manos, que dormir abrazados o darse suaves besos en los labios–, Ragnor y Raphael se demostraban su amor libremente, eran –sobre todo el primero– muy demostrativos.

Alec suspiró antes de acercarse a ellos, con Presidente todavía en brazos. —Creo que hace años quedó claro que es mío...tú sólo... —miró a Raphael—, sólo lo cuidas.

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora