47. Anda, di que sí

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Es un sí, algún día. Por ti, Alec, siempre es así.
(Nacido para la noche eterna)

* * *

—Entonces... –Alec había arrastrado su pie de un lado a otro, tan nervioso de repente, mordió su labio y tomó fuerzas para hacerlo, antes de alzar su mirada y encontrarse con la de Magnus–. ¿Somos novios?

A Alec ciertamente no le importaba si el Gen H era real y él era portador. Él sólo sabía que desde que Magnus llegó a su vida, cuando él era niño, se sintió mejor.

Tal vez en aquel entonces no entendía mucho de lo que sucedía –¿Por qué su papi lo golpeaba? ¿Por qué tenía que ocultar sus ojos sólo por ser azules? ¿Por qué Esperanza tenía que ocultarlo para llevarlo a la SAOIRSE? ¿Por qué la SAOIRSE y el FOIRFE estaban divididos?–. Tantos por qué que tal vez incluso ahora Alec no podría contestar.

Pero él estaba seguro de algo. No quería una princesa, no quería casarse con Stephania Black ni con nadie más, él sólo quería a Magnus. Magnus Bane, su corazón, y nadie más.

Los ojos de Magnus eran como estrellas, tan brillantes, de un color tan único. Como si contuvieran pequeños universos en ellos, destellando siempre.

Alec se puso de puntitas, aunque ya era casi de la misma estatura que Magnus, sus manos en los hombros de él, se perdió en esa mirada y se inclinó casi sin darse cuenta, buscando sus labios de nuevo.

Apenas se habían rozado, cuando Magnus se echó para atrás.

Alec lo miró mal antes de fruncir los labios. —¿Es un no?

—No... –Magnus negó, sus dedos acariciando esos labios–, no me hagas pucheros, Alexander.

Alec resopló, retirando sus manos de Magnus y sacudiéndose la suya encima.

—Yo no hago pucheros, ya no soy un niño, Magnus.

Magnus alzó una ceja, sus labios fuertemente presionados para no sonreír. —¿Ya no eres mi niño?

Y era tan absurdo cuando ya casi tenían la misma edad, pero definitivamente seguía siendo su niño.

Alec gruñó, intentando no demostrar que estaba herido. —Deberías volver con él y abrazarlo –susurró demasiado bajo mientras se daba vuelta para salir de la carpa de Magnus.

Pero Magnus lo detuvo, su mano aferrándose a uno de sus brazos. —¿Volver con quién?

—Ya sabes –Alec lo miró furioso y Magnus todavía no podía dejar de sonreír. Alec siempre tenía este efecto en él.

—No, no sé. Sólo hay una persona en este mundo que yo quiero abrazar –tiró de él justamente para eso, hasta que sus pechos corazón y Alec estuvo entre sus brazos.

Alec quiso resistirse, todavía molesto, herido, celoso, pero no podía. No cuando Magnus siempre se sentía como su lugar en el mundo. No la SAOIRSE con sus libertos ni el FOIRFE con sus "perfectos", él sólo quería pertenecer a Magnus.

Alzo su rostro, sus labios rozando la mandíbula de Magnus. —¿Por qué no me quieres?

—¿De qué hablas? Por supuesto que te quiero, Alexander, te lo acabo de decir...

Alec negó. —No quieres ser mi novio.

Magnus suspiró entonces, llevando a Alec a su cama para sentarse y hablar más tranquilos. —Escucha, mi niño, tú... –y, por Dios, cómo dolía decir esto–, tú estás comprometido ahora. No es correcto.

Alec resopló. —Tú no creerás que yo realmente voy a casarme, Magnus. No quiero y no pueden obligarme.

—Alexander...

—¡No!

—...tu padre lo ha anunciado, Alexander, y... –Magnus hizo una mueca. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil?

—¡Además! –gritó Alec de repente, sobresaltando a Magnus–. No puedo comprometerme dos veces. Yo ya era el prometido de alguien antes de ella –alzó su rostro, como retando a Magnus a contradecirlo.

Magnus negó lentamente. ¡Alec no podía estar comprometido sin que él lo supiera!

—Fue aquel día... –comenzó Alec, ruborizándose un poquito cuando recordó sus palabras "¿Pero puede nuestro hilo ser azul? El rojo no me gusta. ¡Y tal vez por eso mis ojos son azules, Magnus! De cielo, porque el cielo los unió"–. Me hablaste del hilo rojo y las fundadoras de la SAOIRSE. Pero antes de eso yo te lo pedí...


«—¿Me das tu mano?

Magnus había sonreído, porque ya iban de la mano. ¿De qué hablaba Alec? Las había movido juntas y besado la de su pequeño predestinado. —No tienes que pedirlo, mi niño. Tómame cuando quieras.»


—Tú lo dijiste. ¡Dijiste que sí! –Alec gritó, aferrando una mano de Magnus como hiciera años atrás.

—A-Alec, y-yo n-no –Magnus balbuceó cuando se recuperó lo suficiente para hablar–, no me refería a...

Alec ya estaba haciendo pucheros otra vez. —Pero tú dijiste. Yo te pedí tu mano y dijiste sí.

—Alexander, yo me refería a...

—¡No me digas "Alexander"!

—Ale...

—¡Ni "Alec"! ¡No!

Magnus sólo lo miró y finalmente se dejó caer en la cama, con un brazo sobre los ojos. ¿Cómo le decía a Alec que así no funcionaban los compromisos?

Se tensó cuando sintió a Alec trepar sobre él. Dios, ya no eran niños y su cuerpo lo sabía.

Alec se detuvo sentado en sus muslos y después se inclinó hacia él, retirando su brazo.

Magnus tardó en enfocarlo, su vista adaptándose de nuevo. Cuando lo hizo, lo primero que vio fue a Alec, su hermoso rostro, sus ojos de cielo y esa sonrisa traviesa.

—Está bien –parecía haber superado su mal humor–, entonces te lo pido ahora, ¿te casarías conmigo algún día? –no esperó a que Magnus contestara–. Y mientras tanto, sé mi novio, por favor.

¿Y cómo le dices que no a esos ojos y a ese puchero?

Magnus no sabía si era lo correcto mientras asentía y Alec brincaba feliz sobre él, dejándolo sin aliento y, a la vez, despertando en su cuerpo nuevas sensaciones.

Alec volvió su rostro de nuevo al suyo. Su sonrisa era enorme y esos cielos más brillantes que nunca. —¿Beso?

Magnus miró esos labios antes de apoyar una de sus manos en el colchón y, sin contestar, estirarse para tomarlo. "Beso".

¡Y entonces eran novios!

Y algún día...

Esposos.




CONTINUARÁ...

Y así fue cómo Alec le recordó que estaban comprometidos 😂💙

¡Ya son novios! 🙌🎉

Y ahora sí empezamos con un malec lleno de romance 😻

¿Qué creen que pasará con el compromiso real de Alec? 🙈💔

Y vayan a leer mi nueva historia Destiny 😻 seguro aman al pequeño Max ❤

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora