71. Final (2/2)

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Sabe que el tiempo está en su contra. Que esto no va a durar para siempre. Que un día, y tal vez un día  pronto, uno de ellos habrá desaparecido como si nunca hubieran existido. Tal vez van a tener la suerte de irse al mismo tiempo. Tal vez no lo harán. Un día, va a suceder. Pero ese día no es hoy.
(T.J.K)



Había estado demasiado débil. Físicamente cansado y herido. Y su magia estaba apagada; todavía ahí, en algún lugar, pero apenas presente.

Los últimos momentos –por su vida que no podría asegurar si eran días, horas o sólo minutos– habían sido una mezcla de sensaciones y voces. Su madre en algunas ocasiones, esa que no conoció en persona, no con vida, pero que siempre estuvo presente de alguna u otra manera; fue ella quien –ya sea en sueños o visiones– le hablaba de magia, de almas gemelas, de predestinados, de viejas leyendas que lo incluían. Pero, sobre todo y casi en cada momento, era Alec; era su niño con ojos de cielo.


* * *



Magnus apenas podía sostenerse. No quería llorar frente a ellos, aunque estaba casi seguro de que lo hizo ya en algún momento mientras lo torturaban, cuando rogaba a gritos que a Alec no le hicieran nada –porque los malditos diafrutaban el daño psicológico tanto o más que el físico, mentir o amenazar con que Alexander Lightwood sufriría exactamente lo mismo que él–. Pero sentía que lo estaba haciendo, había algo húmedo en su rostro; aunque bien podía ser sangre porque sus torturadores disfrutaron de una última vez antes de traerlo, las heridas recientes ardían mientras las demás eran simplemente un doloroso recuerdo.

Apenas podía sentir las manos, que estaban amarradas fuertemente y atadas a algo demasiado alto que lo tenía parado en las puntas de sus pies; había probado simplemente quedarse colgado pero entonces el dolor de sus brazos lo sacó del adormecimiento en que estaba. Seguía obviamente vivo, el dolor era su prueba.

Robert había ido a hablar con él antes de que lo trajeran a su Ejecución. Fue breve y lo miraba con asco, ya sea por el lugar en que se encontraban o por lo que él –Magnus– era. Con una mueca y en voz baja se lo confesó: —Tú no eres el primero que logra tentar y contaminar a un Lightwood, ¿sabes? Hubo una vez una chica, ¿cómo se llamaba?, no recuerdo su nombre, esta maldita mujer que lo inició todo...

—Luna y Scarlet —Magnus había susurrado. Su mamá le hizo saber de esa historia, lo dejó conocer del inicio de la SAOIRSE: cómo Luna Lightwood y su alma gemela fueron perseguidas, condenadas y asesinadas sólo por amarse.

—Ah, sí —Robert aparentemente lo escuchó, aunque el nombre era lo de menos—. Es su culpa todo esto: la enfermedad que desde entonces respiramos y que contagia a los más débiles, la existencia de personas como ustedes y de este lugar de perdición que ustedes llaman "Libertad" —se había agachado frente a Magnus y tomado su barbilla con fuerza, abriendo viejas heridas. Y Magnus debía estar muy mal, quizá fue su imaginación, pero juraría que sus ojos tenían un tinte azulado—. Afortunadamente, en ese momento se pudo explicar que esta mujer había secuestrado y coaccionado a la pobre Luna. Y después, la gente poco a poco olvidó; hasta que el apellido Lightwood se borró de cualquier evento relacionado al Gen H y sus comienzos. Somos la unica familia que se ha mantenido pura. Siempre es mejor olvidar lo que no nos sirve y a mi familia no le era útil eso, porque somos puros, no hay ningún enfermo entre nosotros. Mi hija se ha casado ya. Y Alexander vendrá por ti, todos lo sabemos, no me hago ilusiones de que haga algo inteligente por primera vez y te deje morir...aunque sería lo mejor. En fin, cuando esté a mi alcance ya no volveré a soltarlo y hará lo que yo diga: va a casarse y a limpiar nuestro nombre, a borrar cada sospecha absurda de que mi hijo es un infectado, por Dios. No ha habido, no hay ni habrá Gen H entre los Lightwood y si para eso tuviera que arrancar los ojos de mi hijo...lo haría.

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora