26. Cumpleaños de cielo

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12 de septiembre: oficialmente el cumpleaños de Alexander Lightwood 🎉💙

* * *

Al final, cuando las semanas pasaron y los ojos de Alec siguieron tan oscuros como siempre, al rey Robert Lightwood no le quedó más remedio que aceptar que su primogénito no estaba infectado con el Gen H.

Robert estaba arreglando su traje, frente al gran espejo en su habitación. Se acercó más hacia su reflejo, inspeccionando sus propios ojos con cuidado.

Tal vez sí se habían equivocado, vieron mal o fue una falsa alarma. Obviamente Alec no estaba infectado, sus ojos no eran azules. -No hubo ni habrá Gen H en los Lightwood nunca. Ni antes ni ahora. Todo comenzó con las brujas enfermas, extranjeras, fueron ellas quienes trajeron la infección a nuestro reino perfecto, intentando acusar a una Lightwood pura.

O esa era la versión oficial.

Robert le sonrió a su reflejo. -Siempre ha habido solución a cada problema, no son más que confusiones. Los Lightwood somos la única familia pura y Alexander no va a cambiar eso. Si el Gen H aparece, prefiero perder a un hijo que el respeto de mi reino. ¿Escuchaste?

Sus ojos se encontraron con los de su propio verdugo en el espejo. Valentine sólo asintio.

-Bien. La gente sabe que Alexander es un poco "enfermizo", herencia de su familia materna, así que no se sorprenderían si tiene que retirarse de su propia fiesta. Vigílalo de cerca y, ante cualquier conducta extraña, te lo llevas.

Valentine volvió a asentir y salió a buscar al primogénito Lightwood.

* * *

Los invitados a la fiesta iban llegando. Los reyes y familias más importantes. Herondale. Fairchild. Belcourt...

Cada "Perfecto" intentando superar al otro en elegancia y moda.

Era esa la principal razón por la que Robert había aceptado seguir con los planes de la fiesta. Ya que, con o sin Alec, los invitados verían la riqueza de los Lightwood.

Maryse estaba terminando de arreglar a la pequeña Isabelle. En esta fiesta se le presentaría a su prometido. Ya que los matrimonios eran arreglados a conveniencia de las familias, no tenían que esperar a que los niños crecieran para acordar los enlaces. Para llevarlos a cabo sí, pero no para hacer los tratos.

Y Robert tenía al candidato perfecto para su hija. Ya que probablemente a su primogénito nunca llegaría a casarlo.

-¡Corona! -la pequeña princesa estaba gritando, señalando la de su madre. Ella también quería una corona.

* * *

Mientras tanto, era Esperanza quien se hacía cargo del pequeño príncipe. Alec estaba usando un trajecito azul marino con diminutos destellos de plata.

-Es como el cielo en la noche -había susurrado Alec a su niñera y sonrió como si fuera gracioso-. Pero nadie lo entiende porque es un secreto. Sshh. No digas a nadie, Espe.

El niño había cubierto la boca de Esperanza con sus manitas, haciéndola reír.

No era el único cielo secreto este día especial.

El deseo de cumpleaños de Alec había sido: -Un cielo para ti y para mí, Magus.

Y Magnus todavía no le podía dar eso. Ese cielo libre para ellos tenía que esperar un poco más.

Pero encontró algo que sólo ellos podían compartir. En el jardín, además de los hermosos rosales -blancos y rojos para todos-, había tápices de pétalos que formaban el nombre del pequeño príncipe: Alexander Lightwood.

Magnus había hecho magia. Las rosas blancas seguían del mismo color, pero las rojas -para Alec y para él- eran azules.

Y el nombre de Alec estaba definitivamente de color rojo -azul para ellos-.

Alec estaba mirando por la ventana. Su rostro pegado completamente al cristal. Y su sonrisa era enorme.

Magus cumplió y le trajo un cielo. Sólo para ellos.

Era azul y blanco. Como el cielo y las nubes.

-¿Qué dice ahí? -Alec preguntó, señalando los pétalos que formaban su nombre.

Volteó, esperando una respuesta de Esperanza, pero ella estaba vigilando l puerta. A quien Alec se encontró, con los brazos abiertos para él, fue a Magnus.

Maguuusss! -Alec saltó del sofá y corrió hacia él, alzando sus brazos-. Hoy es mi cumpleaños -dijo, muy sonriente, cuando ya estaba en brazos de Magnus.

-¿En serio?

Alec asintió. -Ya vi las flores de cielo, Magus. Son muchas. Y tan bonitas.

-Más bonitos estos pedazos de cielo -Magnus acarició bajo uno de los ojos de su predestinado-, pero son secretos.

Alec asintió otra vez, muy serio. -Sólo para ti, Magus -luego tiró de Magnus hacia la ventana-. ¿Qué dice ahí?

Magnus fue hasta la ventana, no como Alec había estado antes pues se arriesgaban a ser vistos, pero lo suficientemente cerca para ver lo que Alec señalaba. -Ese es tu nombre, mi niño. Alexander Lightwood.

Alec hizo un puchero. Le gustaba más ser el niño de cielo de Magus.

-Tienes que aprender a leer y escribir ya, mi niño. Ya tienes cuatro años. Eres un niño grande e inteligente... Y así vas a poder escribirme cartas y leer las que yo te mande -agregó al final, convenciendo a Alec.

¡Él sí quería cartas de Magus!

-¿Puede ser mi deseo de cumpleaños? -preguntó Alec.

Magnus se rió. -No, cariño. Tienes que aprender. Yo puedo enseñarte, pero debes ser un buen niño, ¿está bien?

Alec asintió. Él podía. Porque él ya era un buen niño. Y con ojos de cielo. 



CONTINUARÁ...

En este caso el capítulo especial por el cumple de Alec sí va dentro de la historia 😌

Maratón aquí esta semana 🙌 y en Dont touch me y El silencio del amor 😻

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora