36. Siempre serás mi cielo

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Alec, con doce años ya, estaba sentado en el gran salón de música de los Lightwood.

Hizo una mueca, deseando estar en la SAOIRSE con su Magnus y no aquí. Clavó con fuerza su dedo en la tecla del piano, ¿por qué su papá no entendía que a él no le gustaba la música y no era bueno en ella, que no podía ser "Perfecto" en todo como él quería?

Al menos no tanto como Jace. Su papá siempre lo comparaba con el príncipe Herondale.

Alec tocaba bien el piano, de un modo aceptable. Había aprendido principalmente para poder interpretar algo para Magnus, imaginando su expresión sorprendida y orgullosa cuando lo escuchara tocar, pensando que las teclas del piano eran los dedos de Magnus, Alec las acariciaría con ternura así como hacía con sus manos cuando se recostaban juntos y él jugueteaba con Magnus, entrelazando sus dedos o dibujando figuras aleatorias sobre su piel...

Pero entonces su padre le exigió más y más, porque "Los Lightwood debemos ser los mejores en todo" y Alec lo odió. Dejó de intentar mejorar y simplemente decidió que no quería tocar más.

Y eso a Robert no le importaba. Siguió obligando a Alec a tomar clases varias veces a la semana. Algunas de ellas la tomaba con Jace. Hoy era una de esas ocasiones.

La mano de su ¿amigo? -Alec no sabía si realmente eran amigos- lo regresó a la realidad.

Esos dedos largos envolvieron la muñeca de Alec, tirando de su mano para alejarla de las pobres teclas del piano.

-¿Por qué torturas al pobre instrumento, Alec? ¿Qué te pasa? No entiendo por qué no quieres aprender. El piano es hermoso y además te ayuda con las chicas -dijo Jace, presumiendo-. A Clary le gusta mucho. Y también a las otras princesas.

Alec mordió sus labios para no sonreír. Podía recordar un tiempo en el que él quería un príncipe, no una princesa.

-Es por tu actitud que has llegado a esta edad sin tener un compromiso, Alec. Deberías preocuparte.

¡Y Alec no podía creerlo! Por dios, tenía doce, ¿cómo era posible que las cosas en su reino fueran así, que a los doce años y sin compromiso se considerara extraño?

Él resopló y miró hacia otro lado, alejando su mirada y su mano de Jace. Fue por casualidad que lo vio. Porque miro en el momento correcto.

Magnus.

Un instante estaba ahí, recargado en el mural Lightwood, justo frente al retrato de Alec, mirando fijamente a su niño frente al piano, y al siguiente se había ido.

Pero Alec sabía que no debía estar lejos. Su estómago se llenó de mariposas y su corazón se aceleró, sus manos hormiguearon por tocarlo. Se levantó de un salto casi sin darse cuenta y agradeció que el profesor de música había salido a tomar una llamada. Ya estaba corriendo cuando Jace gritó que a dónde iba.

Pero Alec no se detuvo. Salió corriendo y subió de prisa las escaleras, sin detenerse hasta llegar a su habitación. Abrió la puerta de un empujón, su corazón latiendo como loco por la emoción y no por la carrera. Cada vez era más intensa su reacción cuando se encontraba con Magnus.

Magnus estaba ahí por supuesto, sentado en el borde de su cama, sonriendo con esa sonrisa felina y sus ojos verde dorado brillando.

Alec no se detuvo. Magnus apenas se estaba poniendo de pie cuando sus cuerpos chocaron.

Alec había crecido mucho, era alto, casi tanto ya como él. El impacto hizo a Magnus caer sobre la cama con Alec encima, pero aun así sus brazos lo envolvieron y ya se estaba riendo.

-Mi niño -susurró.

Y Alec ya era grande. Odiaba cuando lo llamaban así. Excepto Magnus, para él siempre lo sería: su niño de ojos de cielo. No importa cuántos años tuviera.

Hizo un puchero y ocultó su rostro en el hueco entre el hombro y el cuello de Magnus.

-¿Qué pasa? -preguntó Magnus, tratando de levantarlo, de buscar su rostro.

Pero Alec estaba negando, aferrado a él, obviamente no queriendo que lo viera.

"Ojos" creyó entender Magnus que su predestinado murmuraba.

Y entonces entendió.

Sonrió con ternura, acariciando el cabello de Alec. Su otro brazo aferrándolo en un abrazo. -Sin importar el color de tus ojos, mi niño, tú eres mi cielo, mi ángel, incluso si están ocultos, cariño.

Pero Alec siguió sin moverse. Aunque Magnus sintió su sonrisa contra su piel, justo antes de un: -Te quiero.



CONTINUARÁ...

Un gran salto en el tiempo 😱 nos acercamos al momento importante de la historia 🙈, ¿ya se imaginaron esta nueva etapa malec? 😍

Se juntaron los pianistas en mis historias 😂😂

¿Y quién creen que se quedó a Presidente? 😂😻

También aquí voy a molestar con lo mismo 🙊 si no saben, hice un grupo de facebook para dar avisos sobre actualizaciones de mis historias y todo lo referente a ellas. Pueden encontrarlo como LuisaConejo BL o el link está en mi perfil y mi tablero ❤

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora