56. Entre dos mundos

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En ese preciso y desgarrador momento, mi pecho se llenó de orgullo  por los demonios que este hombre había combatido, y supe sin lugar a dudas que lo amaba más que a nadie en esta tierra.
(E.F. & B.B.)





«Te elijo. Siempre tú, Magnus, siempre tú.»


*Meses después*


Alec mantuvo sus ojos cerrados aunque ya estaba despierto. Su respiración seguía siendo tranquila, dejó a sus sentidos adaptarse –la verdad era que, incluso después de meses viviendo aquí, todavía le costaba–, escuchó el movimiento fuera de la carpa, dejó de la mezcla de olores llegara hasta su nariz, sus dedos sintieron la suave tela de las sábanas todavía tibias, rodó buscándolo, inhalando el aroma de su almohada, casi podía todavía saborear el último beso de la noche anterior...

Y el último sentido. Sus ojos se abrieron cuando no pudo encontrar a Magnus en la cama. Adaptándose de nuevo a la luz, su ceño fruncido igual que sus labios cuando encontró el sitio vacío a su lado.

Él diría que había un sexto sentido y era aquel lazo que lo unía a su predestinado y los hacía compartir tanto.

Hubo una risita, seguido de aquellas palabras en su mente "¿Cuándo mi niño dejará de hacer pucheros?".

Alec se movió tan rápido para ver a Magnus que se mareó. Y es que, hablando de ese sexto sentido, él había estado seguro de que su alma gemela estaba cerca.

Intentó salir rápidamente de la cama que tanto le había costado compartir con Magnus. O mejor dicho, convencerlo para compartirla:





«Porque cuando llegaron a la SAOIRSE, Magnus decía que no deberían dormir juntos:

Ya no eres un niño, Alexander. Has crecido, eres hermoso, corazón, y yo no soy un santo, no me gustaría aprovecharme de la situación...

Pero Alec se rehusaba por completo a dormir en un lugar que no fuera su cama. Se había aferrado a su predestinado, su cuerpo casi tan alto como el suyo, sus brazos rodeándolo, pechos juntos y Magnus sintió el retumbar del corazón de su niño mientras decía:

—Nunca te aprovecharías de mí, he dormido contigo desde el primer día porque me traías paz, porque se sentía correcto, porque aunque no lo sabía mi corazón y mi alma se sentían en el sitio correcto, mantenías a raya las pesadillas, los malos sueños y lo horrible del mundo real también. Contigo me sentía realmente de cielo, porque a tu lado todo estaba bien. Nunca te aprovecharías de mí, Magnus —y Alec pegó su cuerpo más al de su predestinado— porque lo que sea que quieras de mí, te lo doy libremente. Porque yo quiero todo de ti —había alzado su rostro entonces, todo lo anterior dicho con los ojos cerrados y evitando su mirada, y buscado esos hermosos ojos verde dorado y lo besó, reclamó un beso que ambos querían...»




Y en el proceso Alec se enredó con las sábanas, de no haber sido por Magnus que estuvo ahí al instante, sus manos sobre la piel desnuda de Alec, habría caído. Alec lo miró con tanto anhelo, sus ojos eran como cielos diurnos iluminados con relámpagos de tormentas, se estremeció entre sus brazos porque mientras que Magnus iba cubierto con una bata larga, él sólo usaba su ropa interior y el toque de su predestinado enviaba escalofríos a cada rincón de su cuerpo. Gimió suavemente, su puchero acentuado antes de estirarse por un beso.

Magnus sonrió antes de decirlo en su mente "¿No ibas a decirme que no hacías pucheros?"

Alec lo miró mal, todavía no acostumbrado a lo difícil que era ocultar sus pensamientos de Magnus o viceversa, pero al instante se relajó. Sus manos rodeando el cuello de su predestinado. —Iba a hacerlo, pero prefiero dar un mejor uso a ese tiempo...

Magnus sonrió un poco más. Sus dedos resbalando sobre la suave piel de Alec en un camino lento hasta su espalda baja. —¿Y eso sería...?

Alec suspiró, enviando la imagen perfectamente clara y la palabra a Magnus: "Bésame".

Magnus gruñó antes de tomarlo en un beso mezcla aparentemente imposible de suavidad y posesividad.

Cada día era un regalo por el que tenían que luchar, cada día a la espera de que la amenaza de los "Perfectos" se cumpliera y la guerra estallara.

Alec suspiró, amoldándose mejor a su cuerpo. Eran no sólo compatibles en alma, también sus cuerpos encajan siempre como dos piezas únicas de un rompecabezas, ya fuera sólo caminando de la mano, abrazándose, durmiendo juntos, o cuando se besaban y Alec parecía fundirse con él en uno solo. Como ahora.

Alec se separó cuando el aire fue definitivamente necesario. Sonaba sin aliento incluso en su mente: "Buenos días".

Magnus se rió, una risa ronca que envió escalofríos a través de la columna de Alec.

—Buenos días, mi niño —Alec hizo un puchero que Magnus besó suavemente antes de dejarlo de nuevo sobre el colchón y agregar: —Así tengamos cincuenta años, seguirás siendo mi niño.

Y a pesar de que Alec mordió su labio inferior, la sonrisa fue evidente. Porque él sería cualquier cosa, siempre y cuando estuvieran juntos.

—Voy a esperarte afuera —Alec estaba por preguntarle si saldría así, él no quería que nadie lo viera así, cuando hubo un destello de brillos dorados y después Magnus estaba completamente vestido.

Y fue la ropa que usaba lo que le dio una idea a Alec de sus planes: —¿Saldremos?

Magnus no pudo evitar una mueca antes de asentir. No le gustaba, pero era complicado, Alec seguía viviendo entre ambos mundos.







* * *

¿Qué? 😱

Hola 🙆 a quienes todavía leen esta historia 💙, empezamos una nueva etapa aquí 🙊, ¿quieren saber qué ha pasado durante estos meses?, ¿cómo se dio esa escena con Robert cuando Alec tomó su decisión?, ¿qué se imaginan?

No puedo creer que ya son más de 50 capítulos 😱 y todavía falta bastante de esta historia, espero no se aburran 🙈

Como digo, todavía falta para el final, pero mi plan –como comenté en los agradecimientos de Mi pequeño corazón– es publicar Gen H en físico cuando ya esté completa 😻, espero que a alguien le interese 😅

Gen H (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora