El chico que había capturado su corazón como unas manos ahuecadas podían atrapar una mariposa y nunca, jamás, lo había apretado muy fuerte ni lo había dejado marchar.
(Amy Lane)—Mi niño de cielo —Magnus sonrió con ternura, aliviado de tener un poco más de tiempo juntos. Uno de sus brazos rodeó la cintura de Alec, su mano libre subió en una caricia hacia su rostro que había temido nunca más ver con vida.
Alec se apoyó en él, la cabeza en su hombro. Tan cansado todavía. “¿Alguien más lo sabe?”
Magnus no tenía que preguntar a qué de refería. Eran como uno sólo, los pensamientos de uno abiertos para el otro.
—Unos cuantos en la SAOIRSE. Es un secreto importante que no puede confiarse a cualquiera, podrían aprovecharse de la magia y lo especial del lugar.
Alec asintió. Su mejilla en el hombro de Magnus, sus ojos cerrados.
—¿Quieres ver a tu madre o a Esperanza antes de irnos?
Alec negó. “No. Quizá después, cuando todo haya acabado. Ahora es arriesgado, por lo que me has contado. Ahora quiero ser egoísta, sólo te quiero a ti.”
Magnus los maniobró hasta quedar frente a frente, su brazo subió de la cintura a sus hombros, la otra mano acunando su rostro. Los ojos de Alec se abrieron lentamente, de un azul único, hermoso, especial...como el cielo y no un supuesto Gen H.
“¿Qué pasa?”, la pregunta flotando entre ambos, interrumpida cuando los labios de Magnus tomaron los suyos con ternura, el abrazo se fue apretando lentamente, con cuidado, la magia azul los envolvió mientras sus ojos se cerraban y un portal se abría. Se movieron en sincronía, a ciegas, sin soltarse, para cruzarlo.
En un segundo dejaron de estar.
Los amantes aparecieron de la nada en el límite entre el Reino Perfecto y la Comunidad Libre.
Fueron visibles sólo un momento antes de cruzar la segunda barrera, aquella de la que muy pocos sabían.
—¡Wow! —Alec se estremeció al contacto con la magia del lugar, sus labios se separaron de los de Magnus y siguieron un perezoso camino por su mejilla, sin despegarse del todo, mientras miraba a su alrededor.
Los brazos de Magnus rodearon su cintura. Una sonrisa hermosa que Alec no llegó a ver. “Te amo, Alexander.”
Y mientras ellos probaban la magia de aquella pequeña zona de Almas gemelas y magia, la puerta de la habitación de Alec se abrió de golpe, astillándose.
* * *
—¡Wow! —Alec se separó jadeante—. Es... —no tenía palabras. Sólo dar un paso dentro sintió la diferencia, había una especie de electricidad en el aire, magia. Podía respirar mejor, el dolor y la pesadez que dejara sus días en coma se había ido, veía colores y luces que antes no.
—Lo sé —Magnus había estado aquí en un par de ocasiones: cuando su madre murió y buscó consuelo aquí, esperando encontrarse de nuevo con ella; y cuando supo de la existencia de Alec, cuando el miedo de que su predestinado fuera un “Perfecto” se adueñó de él, ¿sería capaz de luchar por él? ¿podrían estar juntos o, quizá, el destino se equivocaba?
Pero el Destino nunca se equivoca.
Magnus no encontró ninguna respuesta en aquellas ocasiones, no en la magia del lugar al menos. Fue en sí mismo, en su interior, en su corazón: supo que su madre, una parte de ella –su magia, su esencia, su amor– siempre estarían con él y entendió también que no había para él nadie más que Alexander Lightwood, porque la sola idea de alguien más a su lado –incluso antes de verlo por primera vez– dolió.
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Gen H (Malec)
FanfictionTERMINADA» La homosexualidad es una mancha en la perfección del reino Foirfe «Perfecto». El llamado "Gen H" y es detectada en los humanos con ojos azules. ¿Qué hacer cuando uno de los príncipes tiene el Gen H activo? Obra registrada en safecreative:...