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Ya han pasado algunas semanas de aquel acto de entrega hacia Marc.
Es viernes, las vacaciones ya se acercan junto con mi cumpleaños número 18, y justo voy en camino junto con Alejo hacia la casa de Marc para entregarle personalmente una invitación para la pequeña reunión que se hará en mi casa,  supongo que ya debe de estar en su casa de habitación por la hora que es.

Conozco ya el camino y la historia del por qué decidió vivir a parte, y no  convivir aún con sus padres...

—¿Florecita hacia dónde giro? —pregunta Alejo, sacándome de mi abstracción.

—Hacia la derecha —digo con una sonrisa, señalado uno de los dos caminos.

Llegamos al lugar y bajamos del auto —¿Le avisaste que vendríamos? —inquiere enarcando sus cejas

—No —digo caminando hacia la puerta y tocar —es una sorpresa —musito. Toco nuevamente la puerta, pero no escucho respuesta —¿será  que aún no llega? -hablo más para mí que para él.
Tomo el pomo de la puerta y al parecer está abierto, decido entrar, Alejo sigue mi paso detrás de mí.

Las luces están apagadas, pero decido ir a ver si está durmiendo. Enciendo la luz y veo el bulto en la cam —Parece que llegó cansado -le hablo en un susurro a Alejo.

Al estar junto a la cama, me doy cuenta que no es Marc, es una mujer la que duerme en su cama. Pego un gritillo casi inaudible, la invitación que traía en la manos se me resbala y doy pasos hacia atras. La chica se despierta y nos ve desconcertada.

—Y ustedes ¿quiénes son? —nos ve con molestia mientras se pone en pie, vestida prácticamente en ropa interior.

—Yo... —trato de hablar, pero Alejo me toma de la mano y me guia hacia la sala. Sin pensarlo mis lágrimas salen, siento como si algo en mi pecho fue rasgado quedando un vacío inminente instalado ahí mismo.
Alejo me guia hacia la salida, pero antes que abramos la puerta, ésta se abre y Marc nos ve impactado. Deja caer al suelo unas bolsas al parecer del supermercado y trata de hablar.

Alejo se adelanta y se le pone al frente desafiante —Ni siquiera te atrevas a decir una sola palabra —habla exaltado como jamás lo habia visto —te lo advertí que si te atrevias a hacerle el más mínimo daño yo mismo me las cobraría y la alejaría de ti —expresa desafiante.

—Déjenme expli... —no lo dejo terminar y me adelanto hacia él, secándome con enojo las lágrimas pues nunca me ha gustado mostrarme débil.

—Tú, maldito hipócrita —aflora mi furia —no tienes absolutamente nada que explicar —paso al lado de él, pero antes de que salga me toma del brazo —suéltame

—Marc... —habla la chica ya vestida, desde la sala. Lo miro con asco y me suelto de un jalón. Veo a Alejo y éste se pone enfrente de Marc, grabando su lindo puño en la cara de Marc, y sale tomándome de la mano. La chica corre a auxiliar a Marc y yo les sonrío con ironía, cuando realmente cada segundo me quiebro más.

Entramos al carro y Alejo me lleva  a su casa, pues si mis padres me ven así después de haberme visto salir tan feliz de mi casa, me atacaran con miles de preguntas y no tengo ganas siquiera de abrir mi boca, dejo que las lágrimas salgan. Mientras mi mente me lleva de recuerdo en recuerdo a los momento vividos con él, buscando esas pistas que no pude ver en el instante, recuerdo la vez que me llevó a aquel restaurante;

Flasback

—Fiorella cada vez que te tengo cerca hago un gran esfuerzo por no besarte, pues no quiero parecer un impertinente o un acosador y mucho menos tan necesitado de ti. ¡diablos! No suelo ser así, pero tú —se voltea hacia mí y me acaricia la mejilla —haces que salgan de mí cosas que no conocía. No quiero hacerte daño, para serte sincero pensé en alejarme de tí, pero en todo el tiempo que estuve fuera no pude sacarte de mi mente. No pude sacar de mi mente tus ojos grandes y celestes que me idiotizan cada vez que los veo, tus labios rosados terriblemente tentadores, y toda tú, cuando sonríes, cuando te sonrojas. Sé que parece estúpido, yo mismo lo creo, pues solo han sido pocos días de conocernos, pero el tiempo no le hace justicia a toda la revolución que has creado en mí. —me he quedado verdaderamente sin palabras, solo puedo observarlo y detallar cada facción. Mi mente se niega a razonar y huye del buen juicio. Mi corazón late tan rápido que parece querer salir. —Disculpa, se hará tarde y no quiero que tengas problemas.

—Yo tampoco quiero que te alejes, realmente parece estúpido son solo unos cuantos días de conocernos ... Pero hay cosas que uno no puede evitar aunque su lógica se rehúse a entender lo que pasa. Tu cercanía, las sensaciones que me provocas con solo rozar mi piel nunca las había sentido. —un silencio de unos minutos acaparó el interior del auto. Un sonido empieza a captar nuestra atención, es mi celular. Lo saco de mi mochila y la ver la identificación me doy cuenta que es  el teléfono de casa.

Fin de Falsback

Esas palabras resuenan en mi mente "No quiero hacerte daño, para serte sincero pensé en alejarme de tí", ahora todo tiene sentido, seguro ya tenía a esa chica en su vida, quizás solo fui un maldito juego para él, pero ¡Caray! –gimoteo – todo parecía tan jodidamente real, pero todo fue mi culpa, por dejar que entrara a mi vida de esa manera, por permitirme quererle, por esto no quería verme envuelta en una relación, siempre se sale dañado, no hay escape, de alguna manera los seres humanos somos causantes de innumerables daños, por diferentes motivos, y nadie se libra de ser dañado alguna vez por el halo imperceptible y tan profundo del llamado amor.

—Hemos llegado florecita —habla Alejo quitando mi cinturón de seguridad. Yo abro la puerta y salgo. El aire golpea mi rostro y revolotea mi cabello, el frío abraza mi cuerpo y mis lágrimas siguen cayendo sin que yo pueda detenerlo. Alejo me estrecha entre sus brazos y mi llanto se apodera más. Él no dice ninguna palabra, porque me conoce lo suficiente como para saber que no quiero escuchar, ni mucho menos hablar, no ahora.

Entramos a su cuarto, tenía ya tanto sin venir a su casa.
—Ya vuelvo —anuncia mientras me deja en su cuarto —voy a llamar a tus padres para decir que no llegarás hoy.

—No lo permitirán —mi voz es trémula —tengo demasiadas desapariciones, y están comenzando a pensar mal.

—Pero se lo han creído, porque saben que estamos en los exámenes finales -—su voz es cuidadosa.

—Pero no he traído ni un lápiz conmigo

—Déjame eso a mí —esboza una sonrisa conciliador. Saca un pañuelo, me lo tiende y sale de su cuarto.

Luego de unos segundos Alejo entra con una taza de té entre sus manos y un plato con una ensalda de frutas que se ve realmente apetitosa.

—Sé que te encanta. Tómate primero el té y luego digustas la ensalada —yo asiento y tomó la taza; es té de manzanilla. Poco a poco logro tranquilizarme y las lágrimas han dejado de caer. —Pondré una peli —habla Alejo, buscando animarme. —¿Cuál quieres ver florecilla de pradera?

Sonrío tenue —¿Cuál tienes? —Alejo sabe que nunca me he dejado vencer por momentos fuertes, que por muy mal que esté sigo amando las cosas que me gustan hacer, y que en éste tipo de momento no soy de las que se mete en una burbuja a sufrir y maldecir, aunque claro, sé que en algún momento querré estar sola y encerrarme por unos momentos, parece paradójico, pero para mí es equilibrado.

Soy así, aunque mi corazón esté en la forma que ahora se encuentra, tan estrujado, y duele como un maldito puñal, no me dejo vencer, y me levanto tomando de esas fuerzas interiores que permanecen guardadas para momentos como estos.

Click Chic | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora