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Ya han pasado casi dos semanas y media desde que salí del hospital. Francisco y Nadine se han portado muy bien conmigo y Alejo, al igual que Tylor.

Mi tía Aurora es quien me ha ayudado con mis padres, además de los gastos. Quiso venir para acompañarme, pero le dije que no era necesario, aunque siempre estamos en contacto.

Marc ha presentado algunas pequeñas mejorías, pero aún no despierta.
Cada día voy a visitarlo en el tiempo que se me permite.

De hecho Francisco y Nadine ya se han ido al hospital, mientras Alejo y yo nos terminamos de vestir, para irnos también.

Luego de unos minutos ya estamos en camino hacia el hospital. Llegamos en menos de media hora, y bajamos del auto, aunque por mi parte con un poco de dificultad, ya que aún ando el brazo derecho, inmovilizado, aunque ya logro moverlo un poco.

Al entrar, el particular olor a hospital se filtra por mis fosas nasales. Caminamos por los largos y blancos pasillos del hospital hasta llegar a la habitación de Marc.

—Hola Fiorella —veo a Santiago sentado en una pequeña banca a fuera de la habitación.

—Hola Santiago —pongo mi mano en el pomo de la puerta para entrar, pero Santiago me lo impide; Alejo y yo nos miramos extrañandos.

—¿Pasa algo? —inquiero

—No, es solo que Loana está adentro.

—Oh cierto —conjeturo, pues en lo que he notado ella se lleva bastante bien con la familia de Marc. —Creo que será mejor que me vaya.

—No, no te vayas. Seguro que no tarda.

—Es su novia, caray. —acepto en todo lúgubre y reprochante.

—¡Que no es su novia! —me ve enseriado —¿De dónde sacaste eso?

—Ella me lo dijo

—Pues mintió. Sí, fueron novios en el pasado, pero nada más. Marc no quiso tener nada que ver con ella, después de... —lo medita un poco.

—¿Después de qué? —le reto. Me guia hacia la banca y me obliga a sentarme. Alejo nos imita.

—Después de que la haya encontrado con su mejor amigo. Aún estaban muy jovenes, pero son cosas que marcan. Y Marc se volvió sumamente desconfiado. Ella se obsesionó con él, de tal forma que Marc no volvió  a aparecerse más por acá.

—¡¿Qué?! —decimos al unísono Alejo y yo.

—¿Entonces no es su novia realmente? —mi voz suena desconcertada, y no puedo evitar recordar las palabras de esa mujer. Me levanto de golpe.

—No se atrevan a entrar ninguno de los dos —ordeno con ímpetu, ambos asienten y entro al cuarto.

La veo acercándosele a Marc, a punto de besarlo.

—¿Qué se supone que haces? —se espabila nerviosa, pero al reconocimiento su mirada cambia a una de cinismo.

—¿Qué crees tú? —me reta

—Trantando de aprovecharte de alguien inconsciente, jodida maniática.

—Te exigí que te marcharas y sigues aquí —se acerca a mí.

Me mofo —¡Ja!  ¿Desde cuándo sigo ordenes de una loca? —sube su mano dispuesta a dejarla plasmada en mi cara, pero ésta vez la detengo y la sostengo firme con mi mano izquierda —Ni siquiera lo pienses, recuerda que ya no estoy en una camilla —suelto su mano con furia, y le devuelvo la bofetada que ella me dio aquel día, pero con más fuerza, que se tambaleó un poco con sus tacones. —No vuelvas intentar nada, porque te aseguro que si lo haces, ninguna cabello en existente en tu cabecita quedará tan intacto como ahora, y el próximo dolor no será en tu mejilla, eso te lo puedo afirmar —ella sostiene su mejilla, con sus ojos bien abiertos aparentemente nunca se lo esperó —ahora, exijo que te largues —se queda pasmada viéndome. Incluso yo nonlogro reconocerme, pero juro que ella se lo merecía por haberme hecho pasar por semejantes cosas.

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