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No fue tarea fácil hacer entrar en razón a Marc, y no es que él estuviese enojado conmigo, sino más bien con André. Marc estaba decidido que quería ir a golpearlo, creo que es la primera vez que lo veo tan exaltado, y no es para menos. También lo entiendo porque si hubiese sido a mi a quien dejara yéndose con otra, ¡Por Dios! Ni siquiera quisiera hablar con él, y lo pienso de ésta manera porque siempre es bueno ver las dos caras de la moneda, y tratar de entender a la otra persona, y por eso que le tuve paciencia y explicarle todo.

Y aquí está, profundamente dormido junto a mi, me gusta verlo de esa manera tan apacible, indefenso. Sus largas pestañas sellando sus pozos azules. Le acaricio un poco el rostro, y sonrío, es un momento de complacenci , donde puedo permitirme admirar y delinear cada detalle, hasta la más mínima imperfección de su rostro, y es que ¡caray! Amo sus imperfecciones en cada ángulo, son sencillamente perfectas para mí.

En un par de horas ya amanecerá, y es que hasta hace unos minutos estaba igualmente dormida, pero repentinamente desperté y me quedé embelesada con éste hombre que yace a mi lado.

...

—Buenos días señorita Fiorella —siento sus besos por todo mi rostro —¡vamos despierta pequeña!

—Déjame dormir —me tapó con la sábana.

—Ya son casi las diez de la mañana, abre esos bellos ojos y deleitame con tu mirada. —bajo un poco la sábana para poderlo ver, y estallo en carcajadas.

—No quiero levantarme —me da una mirada cómplice por la noche que tuvimos.

—No importa —pone una de sus manos debajo de mis piernas y la otra debajo de mi espalda alta —yo te ayudo. —me levanta junto con él.

—¡Oye espera! —río a carcajadas. Me dirige al baño —¡Aún no quiero bañarame! —grito con susto. Marc posa su mirada en mí con seriedad, y para su paso.

—¿Qué has dicho? —hago un puchero, tratando de parecer molesta.

—He dicho que no me quiero bañar aún.

—Te bañaras ahora mismo o lo haré yo por ti.

—No me bañaré —digo con seriedad. Marc corre hacia al baño, conmigo en brazos y abre la llave. Y me baja de sus brazos.

—Ahora tendrás que bañarte —pone sus manos alrededor de mí.

—El agua está helada —chillo.
En un parapadear, mis palabras son acalladas por un beso de Marc, tardo unos segundos para seguirle ritmo, sube una de mis piernas a su cadera, hasta tenerme suspendida y completamente a su merced y él no duda ni un segundo más en hacerme nuevamente suya.

Luego de una larga ducha, bajamos a almorzar. Mi tía se encuentra en el comedor.

—Vaya, pensé que no bajarían a comer —ríe, y puedo sentir como mi rostro se tiñe de rojo. —tomen asiento, ya les traerán la comida. —ambos asentimos y nos acomadamos en los asientos. —Mi niña —toma mi mano y me ve nostálgica —hoy es tu último día conmigo, gracias por haber accedido a venir, conocerme y hacerme compañía. Gracias por cada momento mi pequeña. —unas lágrimas escapa de sus ojos, no espero más y la abrazo.

—La que tiene que agradecer soy yo. Gracias tía, y ahora le creo a mi padre que nos parecemos en mucho —ambas reímos, pues nos dimos cuenta que al igual que yo, ella es terca, algo caprichosa y sobre todo directa —y no me refiero solo en lo físico —expreso secando sus lágrimas —sino a nuestro carácter, nuestros gustos. Quiero que por favor nunca perdamos contacto y que nos vayas a visitar.

—Así será mi niña hermosa.  —Marc nos vemos sonriente —y tú, cuida muy bien de ella, y te lo advierto, por muy bien que me caigas si le haces daño conocerás ese lado oscuro que guardamos todos, y te aseguro que el mío es muy, muy malo.

Click Chic | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora