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Estando dentro del lugar puedo darme cuenta que es efectivamente un restaurante fino japonés, sus mesas redondas y otras rectangulares hechas de una fina madera, al igual que las sillas y el piso.
Marc, me toma de la mano y me acomoda una silla para que me siente, el camarero no tarda mucho en llegar y entregarnos las cartas para que ordenemos.

No puedo evitar mirar a las demás personas de mi alrededor, están completamente vestidas acorde del lugar, con vestidos de noche, bien maquilladas y arregladas, mientras que yo desentono con mi uniforme ya un poco arrugado, mi cabello desarreglado y si me voy al maquillaje solo traigo un poco de rímel.

-¿Estás bien, Fiorella? -la voz de Marc, hace que mis pensamientos se esfumen por un momento. Asiento con un movimiento algo torpe -¿segura? -me vuelve a preguntar escrutando cada movimiento que hago.

Me reacomodo en la silla, algo incómoda -Es que me trajiste a un lugar así -indico con mi mano, señalando el ambiente del lugar -y solo mírame como estoy vestida, hasta un poco desaliñada. -mis manos están sudorosas así que desvío mi mirada hacia ellas.

-Ey, Fiorella. Mírame -un poco apenada, hago caso y le observo. Sus labios están curvados de tal forma que parece una tenue sonrisa y sus ojos azules adornados por esas hermosas y envidiables pestañas, hacen que me pierda completamente en él y nada ni nadie más.

Una de sus manos la estira sobre la mesa -Dame tu mano

-No -veo que sonríe de una manera que hace que me derrita y quede un poco más atontada.

-Dame tu mano, por favor -paso mi mano por mi falda para secarla un poco y dársela.
Al tener mi mano entre la suya puedo darme cuenta de lo cálido que es su tacto. -Estás helada -dice, mientras observa mi mano haciendo un mohín con su entrecejo. -Oye, Fiorella te ves realmente bella aún con ese uniforme. Aunque para serte sincero no me gusta que lo traigas puesto -¡que vergüenza! ¡sabía que me miraba desentonante pero no pensé que era para tanto. Su mano ésta vez se posa en mi mentón y se acerca a mí, lo que la distancia de la mesa le permite, pues estamos sentados frente a frente -sabes por qué -dice observándome cuidadosamente, mientras su voz es más un susurro. Antes de que responda él prosigue -no quiero que te vean de esa forma, no te das cuenta de lo hermosa y sexi que te ves con este uniforme que traes, si fueras mía ... -al escuchar esas últimas palabras literalmente mi pulso aceleró más de lo debido, mi boca está un poco reseca y con dificultad pasa la saliva. Sin darme cuenta estoy mordiendo mis labios, aunque ahora puedo darme cuenta que es un gesto algo inapropiado en ésta situación.
Los dedos de Marc, se mueven hasta mis labios rozandolos delicada y pausadamente, al sentir su tacto no puedo evitar cerrar los ojos y disfrutar del roce.

-Ya van... -la voz del mesero me saca del trance y Marc aleja sus manos para fijarse en la carta -disculpen -dice el hombre desviando su mirada hacia otras personas.

¡Por Dios! ¿Qué demonios pasa conmigo? ¡Este es un lugar público! Cómo pude verme envuelta en ésta abochornada situación. Como diría mi padre "No es digno de una señorita"

-Y usted señorita ¿desea ordenar algo? -Marc me ve expectante, y con algo de convicción desvío mi mirada de su ojos, y me fijo en el menú. Una sonrisa se dibuja en mi rostro y de sólo ver el nombre de ese platillo mi estómago ruge.

-Un Filete de Ohmi-Gyu, por favor -digo con una sonrisa en mi rostro

-¿Algo para tomar?

-Lo mismo que él -digo sin saber, qué fue lo que Marc pidió.
El señor de unos cuarenta años, retira los menú y se los lleva.

-¿Qué tal la escuela? -indaga Marc.

Luego de unos minutos de conversar sobre la escuela que asisto, los profesores y materias, al fin llevan los platillos.

Click Chic | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora