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Hemos arribado al aeropuerto de Beauvas Tillé, tomamos un coche de alquiler y nos dirigimos hacia la ciudad de Normadía, Fancia. Nunca habia escuchado hablar sobre esa ciudad, pero en lo que llevamos de camino, casi una hora y media, todo me ha parecido encantador.

—Hubiera pensado que el joven Marcus, me iba a llevar hacia la famosa Torre Eiffel. —hablo con sorna —¿Qué está usted planeando al traerme a un lugar tan alejado? —río, a lo que él me responde con una mirada incisiva.

—Calma. Y aunque París es un lugar muy bello, he decidido traerte acá, no hay tanto movimiento como en París, y sé bien que eso no es mucho de tu agrado y que prefieres lugares más calmados, con más naturaleza que arquitectura.

—¡Bravo! Pero aún no me conoces ta...n bien —Me observa enarcando una de sus cejas y voltea para fijar su enfoque nuevamente en la carretera.

Decido conectar mi celular al reproductor del auto, para poner un poco de música, la primera en sonar es Colgando en tus manos de Carlos Baute.

Me acomodo en el asiento. Escucho que Marc aclara su voz, y comienza a cantar.
—¿Es en serio? —indago riendo.

—Vamos, acompañame —yo río, pero decido seguirle la corriente.

[...]

Al llegar, veo una casa con una estructura de aquellas que ves en los cuentos: pequeña con jardín rodeándola, y acogedora. Marc baja las maletas y entramos.

Por dentro es espaciosa, de un lado la cocina, y del lado opuesto una sala amueblada con asientos hechos de paja,  bastante bonitos, y en un pasillo que da hacia los cuartos.

—Fiorella, tendrás que quedarte a dormir conmigo, el otro cuarto no está acondicionado —lo escucho hablar, mientras sigo mi inspección por el lugar —De todas formas no creo que haya estado en tus planos dormir en un cuarto distinto al mío —vocifera desde adentro del cuarto —y... ¿te gusta? —habla ya frente a mí.

—Cómo conseguiste hospedarnos aquí —suelto sin más, con una sonrisa.

—Es de mi tío, es como mi segundo padre —se desplaza con esa elegancia que solo él puede irradiar ante mis ojos, y de una mesita toma una portarretrato —es él —me extiende la foto. Y en la imagen aparece un señor robusto, de unos cincuenta y tantos años, junto a una señora muy elegante, probablemente de la misma edad —ellos son como mis segundos padres —sonrie al evocarlos —siempre venía a pasar mis vacaciones con ellos, mi hermano solo me acompañó un par de veces, ya que los aviones no son lo suyo —se mofa, mientras lo escucho atenta.

—Y dónde están —indago con curiosidad.

—Están de viaje, hace un año decidieron partir, hasta hace unos días volví a tener contacto con ellos, ya que no son muy dados a la tecnología y cuando viajan prefieren cortar toda comunicación, y entonces aproveché para pedirles prestado un par de días la casa.

—¿Saben... —tartamudeo un poco —saben que yo también estoy aquí?

—Sí —me ve con burla al ver mi reacción.

—Tranquila, siempre he tenido confianza co ellos, no te juzgarán te lo aseguro, además —me toma de la mano y me guía hacia la cocina —no es seguro cuándo van a venir, así que al saber que me instalaría acá, contigo, por unos días, mandaron a limpiar la casa y darle mantenimiento. —abre una puerta que da al patio de atrás de la casa, me guía hacia unas sillas de madera acompañadas con una mesa redonda en el medio. Nos sentamos ahí, y se puede ver gran parte de la ciudad, por lo que la ubicación de la casa, al estar en alto, lo permite. —Fiorella —se posiciona en cuclillas delante de mí —ni siquiera tengo palabras para decir lo feliz que me siento, con saberte a mi lado. Es raro, pero simplemente llenas algo dentro de mí, que hace sentir una euforia en mi pecho a punto de explotar y que me haría gritar de la emoción... Solo sé decir, gracias, de verdad gracias por compartir tu tiempo conmigo. —pongo una de mis manos en su mejilla, y lo observo con ternura genuina, con una sonrisa tonta plasmada en mi rostro.

—No tienes nada que agradecer, tú también eres como eso que ni siquiera sabia que faltaba, pero que ahora si no estás, dejará un vacío. Creaste un espacio dentro de mí, tan inverosímil, pero a fin de cuentas real. Te quiero. —pronuncio sin siquiera pensarlo, pues es algo que simplemente quiso salir, porque así lo sentí, y ya no cabía en mi pecho que exigió salir con tal diligencia que hasta yo me quedé un poco circunspecta —listo lo dije, estoy aceptando que me jodiste Marc.—sonrío con diversión —Yo tan escéptica del amor, siendo para mi como un "para siempre" —me pongo de pie y él me imita —un para siempre efímero como una estrella fugaz, así fugaz como tu mirada. —lo veo fijamente y me anclo en sus ojos —Una mirada intensa como el rutilante resplandor de una estrella, volviéndose sedentaria en el llamado corazón inverosímil existente en mí hacia el amor, y ya ves, incluso lograste que mi convicción a cerca de que el querer es solo una entelequia, se  vuelva solo una quimera inadmisible a mi raciocinio y que aquella fantasía del amor se vuelva tan soberano como genuino dentro de este apocado ser. —pongo mis manos en su rostro aún viéndolo hacia los ojos —Así que, solo no me hagas daño por favor —pido con seriedad.

Marc se queda pasmado, viéndome, y yo expectante ante su respuesta. Al cabo de unos segundos sonríe y me besa, con vehemencia y parsimonia, es de aquellos momentos en los que quieres parar el tiempo, y decirle que aguarde, que espere y vaya más lento porque quieres guardar cada segundo en tu memoria.

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¡ACTUALIZACIÓN!
¡BUM!
ESPERO LES GUSTE.

No es un capítulo largo, pero espero subir el próximo muy pronto.

Besos y abrazos.
Con mucho amor, Daniela. 😚😚

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