Capitulo 24: Memento Mori

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"Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan".

Stephen King

11 de septiembre (lunes)

"Un sollozo escapó de sus labios mientras temblaba sin control. A pesar de las cálidas manos que recorrían su cuerpo, parecía un témpano de hielo. Su pecho se oprimía, mientras el dolor era empujado dentro de él. Abrió los ojos, encontrándose con esa sonrisa ladina que tanto odiaba. La sonrisa de la persona que se lo había arrebatado todo"

«Tú eres mío, Sanji»

—¡Ah! —gritó sobresaltado, levantándose de la cama. Revisó su alrededor con la mirada hallándose en su habitación. Frotó su rostro empapado en sudor con sus manos y soltó una maldición. ¿Cuánto más podría soportarlo?

Se levantó de la cama y fue al cuarto de baño donde tomo una larga ducha. Necesitaba con desesperación despejar su mente o enloquecería. Salió de la regadera y caminó hasta el lavamanos contemplando su reflejo. Tenía ojeras tan pronunciadas, que podría ser tomado como un mapache con facilidad. Sus ojos estaban rojos aunque no hubiera llorado; incluso su piel se veía más pálida, más marchita; y no era para menos. Apenas había podido dormir el fin de semana. Solo bastaba cerrar sus ojos para levantarse de inmediato asustado.

«Incluso así te ves hermoso»

Sanji se giró con rapidez mirando el pequeño lugar. Por supuesto no había nadie, pero aun así él estaba ahí. Más cerca que nunca. Salió del baño y comenzó a cambiarse con rapidez. No podía estar un segundo más en esa habitación.

«Ese uniforme te queda bien. Aunque me dan ganas quitártelo»

—¡Maldición! —bufó saliendo del cuarto, bajando las escaleras a toda velocidad. Escuchó el chisporroteo del aceite en la cocina y entró con cautela. La misma oscura figura se movía con gracia y elegancia mientras cocinaba. Se volvió a verlo con una amplia sonrisa y Sanji se paralizó de terror. Su boca estaba seca, a la vez que su visión empezaba a nublarse. Lo vio acercarse a él con rapidez y cerró los ojos desvaneciéndose.

—¡Sanji, despierta!

El rubio abrió los ojos con lentitud, encontrándose con la mirada preocupada de su abuelo, que le sostenía para que no cayera de espaldas contra el bordillo de la pared.

—¿A-abuelo?

—¡¿Qué pasa contigo?! ¿Acaso quieres partirte la cabeza? —bramó molesto, sentándolo en la silla del comedor.

—L-lo siento. Solo estoy algo cansado —susurró, frotando sus sienes; intentando calmar el terrible dolor de cabeza que empezaba a azotarle.

—¿Es por el examen? De nada sirve estudiar tanto si no puedes presentarlo por estar enfermo.

—Si...

—¿No es demasiado temprano? —comentó, mirando el reloj en la pared de la cocina—. ¿Eres el encargado de la clase hoy o vas a verte con Nami?

—Sí, algo así —mintió. Lo último que quería era preocupar aún más a su abuelo. Un plato humeante con unos deliciosos huevos Benedict y salchichas fue puesto frente a él. Sanji tragó en seco mientras veía la salsa holandesa deslizarse con lentitud sobre el muffin, haciéndole recordar una sustancia parecida escurriéndose por su cuerpo. Más espesa y amarga.

—¿Qué pasa? ¿No quieres los huevos? —preguntó el anciano, al verle comer las salchichas—. No has comido mucho en los últimos días.

—No tengo mucha hambre.

I Promise (Zoro x Sanji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora