Capitulo 46: Rescue me

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"Nueras y yernos, para los hijos, gloria, para los suegros, infierno."


21 de julio (sábado)

El peliverde liberó el aire contenido en sus pulmones con lentitud cuando las ruedas del avión tocaron la pista de vuelo y escuchó el aviso de que ya podían desembarcar. Bajó del ave de acero y, luego de pasar por migración y recuperar su maleta, caminó algo ansioso entre el mar de personas que salían con él hacia la sala de espera. Miró de un lado a otro intentando hallar una cara conocida, pero solo se encontró con los rostros sonrientes, desesperados y algo impacientes de las personas que esperaban a que sus seres queridos aparecieran por aquellas puertas.

—¡Zoro! —El peliverde giró la cabeza hacia aquella voz y casi sintió nacer de nuevo cuando sus ojos se encontraron con aquellos luceros azules y esa radiante sonrisa que lo enamoró. Caminó hacia él con rapidez y soltó su maleta para recibirlo entre sus brazos cuando Sanji se abalanzó sobre él.

Su corazón latió desbocado por la felicidad y su cuerpo fue invadido por esa calidez que tanto extrañaba. Su mente se nubló con la exquisita fragancia de su cuello y sus manos estrecharon cada detalle de aquel cuerpo que deseó incontables veces.

—¿Eso es todo, Marimo? —preguntó retador, rodeando el moreno cuello con sus brazos—. No viajaste al otro lado del mundo solo para abrazarme, ¿o sí?

—¿Significa que tengo vía libre para hacer lo que quiera? —inquirió seductor, y una sonrisa traviesa se instaló en los labios del rubio haciendo reír a Zoro—. No quiero protestas después.

La risilla pícara de Sanji fue lo último que escucharon antes de fundir sus labios con sutileza, succionándolos con vehemencia y deleitándose con su sabor. Se aferró aún más a él no queriendo alejarse nunca más de aquella calidez que su pecho emanaba, pero el oxígeno no parecía querer colaborar con él.

Se alejaron jadeantes solo para juntar sus frentes y sonreír como tontos, contemplándose en silencio, reconociéndose el uno al otro.

—Cielos, no puedo creer que estés aquí —susurró Sanji, acariciando la morena mejilla hasta llegar a sus verdes cabellos—. Jaja, en verdad viniste.

—¿Cómo no iba a hacerlo después de semejante llamada? —replicó, sujetando su mentón observándole con seriedad—. Tienes muchas cosas que explicarme, Cocinero.

—Lo haré, lo haré, pero por ahora solo quiero estar así —habló, aferrándose al cuerpo del espadachín en un abrazo que el otro no tardó en corresponder. Necesitaba sentirlo con urgencia, comprobar que Zoro en verdad estaba ahí y que estaría con él por dos semanas. No podía ser más feliz—. Te extrañé demasiado, Marimo.

—Yo te extrañe aún más.

—Jaja, no voy a pelear por quien extraño más a quien —susurró, alejándose un poco—. Vayamos a casa primero.

—Encantado.

El peliverde tomó su maleta y caminó junto al sonriente rubio quien no tardó en entrelazar sus manos mientras salían del aeropuerto y tomaban un taxi rumbo al centro de la ciudad. En el camino hablaban animados del resto de los Mugiwaras y como le había ido a Sanji; mientras texteaba a su familia que de nuevo estaba en tierra firme, al menos así fue hasta que el vehículo llegó al centro de Paris.

—¡Wow, esto es increíble! —exclamó Zoro fascinado, devorando con sus ojos el magnífico monumento del Arco del Triunfo mientras el taxi lo rodeaba en la glorieta y bajaba por el antiguo pavimento de adoquín de la avenida de los Campos Elíseo; cuyas imponentes hileras de castaños de indias creaban un majestuoso y vivaz camino a través del paraíso de tiendas, restaurante y compañías que se erigían a cada lado.

I Promise (Zoro x Sanji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora