Capitulo 37: Stay close to me

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"Familia: donde la vida empieza y el amor nunca acaba"


21 de noviembre (Martes)

Mihawk Roronoa era un exitoso hombre de negocios en la ciudad de Tokio. Tenía una increíble y lujosa casa en un buen vecindario, rodeado de buenos vecinos. El auto que siempre había soñado de niño estaba en su garaje, junto a otro que usaba para ir a pasear con su familia siendo envidia de muchos. Gozaba de un buen puesto en una reconocida empresa y ganaba un sustancioso sueldo que le permitía muchos caprichos. Tenía todo lo que una persona adulta a su edad hubiese deseado; sin embargo, si alguien le preguntaba cómo se sentía, sin duda respondería que miserable.

Y es que Mihawk había perdido algo que no podía ser remplazado por su lujosa casa o magnifico coche, mucho menos ser comprado con su jugoso sueldo: Había perdido a su hijo mayor, su más grande orgullo.

Su hijo, quien se declaró gay y en una relación con su amigo rubio, se fue de casa. Al principio, quiso pensar que solo era curiosidad, ganas de experimentar y no lo culpaba. Incluso a él le pareció atractivo Shanks cuando tenía su edad; sentimiento que desapareció cuando conoció a su exesposa.

No obstante, cuando vio a su hijo coquetear de esa manera con el rubio, de inmediato supo que no era lo mismo. Que era algo mucho más allá que simple curiosidad o solo un juego. Sus sonrisas, la manera en que sus cuerpos se buscaban, esa mirada atontada y vivaz; era como verse él mismo en el pasado cuando se enamoró de la madre de Zoro. Porque si había algo que nadie podía negar era cuanto Mihawk amó a esa mujer y su hijo, sin duda amaba a ese chico rubio.

Por algún motivo la ira empezó a burbujear dentro de él. Quizás porque le había mentido, o tal vez porque ambos eran hombres, o seguro porque sabía cuan destrozado quedaría su hijo cuando esa pequeña ilusión acabara; justo como a él le paso. Pues siendo realistas, en un país tan tradicionalista como Japón, ¿qué posibilidades tenían de seguir juntos en el futuro? Uno de ellos se daría cuenta que era imposible llevar una relación a escondida de todos y terminaría por acabar con ella, dejando tras de sí a alguien con el corazón roto y no pudo evitar pensar que sería Zoro.

Los recuerdos del peliverde colgando de ese puente llegaron a su mente y farfulló una maldición. No iba a permitir que su hijo experimentara un dolor similar, aun si tenía que hacer de villano para ello. Sin embargo, nunca creyó que Zoro renunciaría a su familia por estar con aquel joven, y tampoco se creyó a si mismo capaz de llevar tan lejos todo aquello como para permitir que su hijo se fuera de casa.

El pelinegro suspiró pensativo siguiendo a Perona sin ganas mientras empujaba el abarrotado carrito de compras. En un ataque de rabia había confinado a su hija en casa para evitar posibles encuentros con Zoro pero estaba seguro que eso no duraría mucho tiempo más. La paciencia de la peli rosa pronto llegaría al límite.

—Eso es todo, padre. Ya podemos irnos.

—Si.

Caminaron hasta la caja y el corazón de Mihawk dio un salto cuándo vio la pequeña fotografía que adornaba el interior de su billetera. Esa que se habían tomado un año atrás en los jardines Rikugien. Pasó sus dedos por el rostro sonriente de su hijo y una imperceptible sonrisa melancólica cruzó por su boca.

—¿Padre, estas bien?

—No es nada —habló, volviendo a su estoico gesto y pagó al chico de la caja. Regresaron a la enorme casa sintiéndola más silenciosa y vacía de lo usual. Padre e hija comían en silencio, solo siendo interrumpido por el breve sonido de los cubiertos. El pelinegro carraspeó un poco llamando la atención de Perona.

I Promise (Zoro x Sanji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora