Capitulo 40: Rendezvous

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"No existe amor en paz.

 Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, 

alegrías intensas y tristezas profundas"

Paulo Coelho


31 de diciembre (Domingo)

Un profundo suspiro escapó de labios de Sanji mientras miraba la pared frente a él como si fuera lo más interesante del universo. A pesar de que pasaban de las 10:00 am, seguía tumbado en la cama sin ganas de mover un solo músculo. Su cabeza dolía al igual que su corazón; el cual se estrujó en su pecho y tuvo que apretar los ojos sintiéndolos escocer cuando recordó aquella noche hace una semana. Sabía que Zoro no lo tomaría bien cuando se enterara, pero no creyó que acabarían de esa manera: peleados, lastimados y sin saber si aún seguían en una relación.

—Supongo que soy un egoísta —musitó con pesar, encogiéndose aún más bajo las sábanas. El peliverde que había renunciado a su familia y amigos por él, de seguro se sentía traicionado por ser remplazado con tanta facilidad. Masculló una maldición por lo bajo sintiéndose un canalla—. Yo tampoco quiero dejarte, idiota...

Un par de golpes en la puerta le sorprendieron, sacándolo de sus cavilaciones. Se apresuró a limpiar los restos de lágrimas en sus ojos y se sentó en la cama para recibir a su visitante. Su madre, con una tierna sonrisa, caminaba hacia él con una bandeja en sus manos.

—Buenos días, dormilón —saludó sonriente, colocando la bandeja en su regazo y posando un beso en su frente—. Sé que estás de vacaciones, pero eso no es excusa para flojear hasta tarde.

—Jaja lo siento, madre —se excusó, contemplando el exquisito desayuno; aunque no abrió su apetito en lo absoluto. No quería hacer nada, ni siquiera comer.

—Tienes que comer, Sanji —advirtió Sora, colocando los cubiertos en sus manos—. No has comido mucho en estos días.

—No he tenido mucha hambre.

—Eso es indigno de alguien que aspira a ser el mejor cocinero del mundo —comentó divertida, sacándole una risilla que con prontitud se convirtió en un suspiró decaído—. Tenía tantas ganas de verte de nuevo. Estaba feliz de regresar, pero ese no parece ser tu caso.

—¡No, para nada! En verdad me alegra que hayan venido, madre —afirmó de inmediato—. Estoy muy feliz de que estén aquí, es solo... Han pasado muchas cosas.

—¿Peleaste con un amigo?

—Algo así...

—Debe significar mucho para ti si te hace llorar y suspirar de esta manera —comentó con tristeza, acariciando los ojerosos e hinchados ojos de su hijo—. ¿No tiene solución?

—No lo sé... Creo que ni siquiera somos amigos ya —confesó cabizbajo, apretando los cubiertos en sus manos. Las palabras de Zoro reverberaron en su mente y tuvo que morder su labio para contener un sollozo.

—Sanji...

—L-lo siento... —balbuceó, frotando sus ojos con el dorso de su mano para apartar las molestas lágrimas. El pensamiento de que todo hubiese acabado, de que su relación con el peliverde terminará debido a la distancia, hacia a su corazón retorcerse del dolor y la tristeza.

—No tienes que disculparte —habló con suavidad, atrayéndolo hacia ella para abrazarlo. Deslizó sus dedos por las rubias hebras intentando apaciguar el llanto de su hijo que solo parecía ir en aumento—. Es normal que duela cuando nos separamos de alguien que apreciamos demasiado.

I Promise (Zoro x Sanji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora