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Lo había decidido.
Era difícil pero tenía que tratar de adaptarme y había tomado la decisión de hacerlo. Estos últimos días me han servido para darme cuenta de que, tal vez si ponía un poquito de mi parte podría encajar un poquito más aquí, sin sentirme tan miserable. Por consiguiente también había tomado la decisión de empezar a buscar empleos con la ayuda de Grace, ya que tenía que encargarme de mis necesidades y de los gastos de la universidad.
Al principio de nuestra búsqueda laboral tenía bastante claro el tipo de trabajo que quería, por supuesto un trabajo digno, un trabajo en el cual me sintiera cómoda, con muy buen salario y sobre todo un trabajo de una compañía que fuera reconocida aquí en Inglaterra, pero no todo es como se quiere, había terminado trabajando donde jamás en la vida pensé que trabajaría; en una pizzería.
La pizzeria de Richard no era un lugar desagradable, el interior del lugar estaba decorado al estilo de los 90's y te hacía sentir a gusto, el problema era que no soportaba el olor de la pizza ni la harina pegada en mis manos, era una sensación asquerosa de la cual debía acostumbrarme. Richard me había contratado por el simple hecho de ser amiga de Grace, y porque también la rubia le insistió hasta cansarlo, solo tenía tres días de trabajo, miércoles, viernes y domingos, mi horario consistía en salir de la universidad, dirigirme a la pizzería y salir a las nueve de la noche, donde me esperaba Grace para llevarme a casa.
Quería el trabajo, necesitaba ahorrar para poder comprar un auto, aunque con ese sueldo que ganaría en la pizzería dudaba mucho no llegar a tener canas cuando lo comprara, pero algo era mejor que nada, además no está dentro de mis planes quedarme en este trabajo por mucho tiempo, estoy segura que aparecerá otra oportunidad mejor.
•••
Era viernes, mi turno estaba apunto de terminar cuando Sarah entró al local con notable apuro. Su rostro mostró sorpresa y alegría al verme detrás del mostrador, hoy me había tocado tomar las órdenes.
La castaña no dudó en acercarse con una gran sonrisa hacia mi, —¡Elena! que bueno que estás trabajando aquí.
Quise decirle que no había otra opción, pero preferí no hacerlo.
—Si, es un lugar agradable. —Le respondí devolviéndole la sonrisa.
—Ya lo creo, es mi lugar favorito. —Me informó.
—¿Qué vas a pedir? —Le pregunté para anotar su orden.
Observó por unos segundos el menú con los especiales de hoy en la pantalla grande y luego habló.
—Quiero una grande de queso con peperonis, y una malteada de vainilla de tamaño mediano, por favor.
Anoté su orden con rapidez y no evité ensamblar una sonrisa burlona por la mezcla que iba ingerir, ¿pizza con malteada?