Emma Stone, una chica de dieciséis años, es una de las sobrevivientes de una catástrofe que ha dejado la ciudad en ruinas.
Tras la caída del gobierno, Emma se encuentra huyendo, buscando refugio en un mundo donde la traición y el odio son moneda co...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Es increíble como la vida puede cambiarte de un momento a otro ¿Saben lo que es por un momento tener que ver cómo te quitan todo lo que amas en el mundo y no poder hacer nada al respecto?
No lo digo solamente por parafrasear o por haber perdido cosas estúpidas; lo digo por experiencia propia del dolor que se siente al quedar sin nada. Por un momento tenía todo lo que amaba y por otro, vi como lo perdía.
—Odio los Lunes. Ojalá le cayera una bomba al instituto — opiné de malhumor mientras caminaba en dirección a mi casa.
—No digas ese tipo de cosas. Algún día eso podría ocurrir y verás que te arrepentirás. Nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos — respondió Samantha, mi mejor amiga haciendo que solo torciera mis ojos con fastidio.
Si, me arrepentí. Ella tenía razón, no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Al llegar a mi casa al mediodía, estaba malhumorada porque habíamos hecho deportes.
EN UN LUNES.
O sea, para mí era molesto que el día más pesado de la semana, le tocara a la estúpida, entre miles de alumnos, mi sección tuviera que hacerlo un día lunes.
Ese día mi padre no trabajó porque era feriado y mi madre me ayudaría a terminar un mural en donde pintábamos nuestro mundo "perfecto".
Sé que no existe y que sea algo idiota por tratar de idearlo, pero no perdía nada con intentarlo.
Me encanta pintar, de hecho, en el instituto los profesores decían que era la mejor de mi clase, y odio que lo digan porque las estúpidas de mi salón me molestan por eso. Sin embargo, como el resto de las cosas a mi alrededor me valía poco; es solo que mi paciencia era poca y explotaba trayéndome problemas.
Recuerdo que al terminar de comer, me tocó el turno de lavar los platos, me dolían los pies, muchísimo.
Mi padre observaba la televisión y aunque no me gusta ver las noticias, porque ya tengo suficiente con mis problemas para estar escuchando lo de los demás, ese día dediqué un poco de atención a ellas y llegué a escuchar que el presidente estaba en la ciudad para conmemorar un nuevo hospital en la ciudad.
Al terminar mi labor volví mi atención a la televisión para ver si estaba el vicepresidente porque desde hace mucho ha captado mi atención, es un psicópata, si lo escucharán hablar me entenderían.
El presidente estaba hablando tranquilamente, hasta que se escucharon disparos y las personas comenzaron a correr a todas direcciones para escapar.
"¿Qué rayos había pasado?"
Los periodistas no dejaron de grabar, hasta que un gran estruendo hizo que la transmisión se cortara.
Me sobresalté y hasta grité porque se escuchó cerca de mi casa.