Capítulo II

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Tranquilidad como la de esa mañana SeokJin nunca había experimentado fuera de esa antigua casa de campo.

—Con el permiso de Milord ¿podría pasar?— preguntó, del otro lado de la puerta, la voz de una muchacha.

Jin nunca la había oído, pero suponía que era del servicio.

Nadie más lo llamaría así.

—Adelante— respondió, con incertidumbre, el castaño.

Nayeon, una de las doncellas, entró con una reverencia así como una caja en sus manos.

—Hola ¿cómo estás?— saludó con una brillante sonrisa a la doncella de inocente mirada.

—Milord no deseaba que otro hombre lo atendiese, así que de ahora en adelante seré su camarera*— le respondió la dulce muchacha, dedicándole nuevamente una reverencia.

—¿Qué traes ahí?— preguntó con curiosidad casi infantil al ver aquella gran caja.

—Este es un presente hecho a medida para Milord— explicó mientras la abría para revelar un elegante atuendo, como el que su primo usaba.

Un chaleco de vestir de color negro opaco al tono con unos pantalones y una corbata de estilo rocheu de seda.

—Es precioso— el castaño, al verlo, sonrió soñador.

Las telas reflectantes* no eran permitidas en la ropa de luto cerrado, pero no podía negar un regalo de su primo.

—¿Milord querría que ayude a vestirlo?— le preguntó con sumo cuidado Nayeon.

Conocía lo que había pasado con Yesung, todo el personal comentaba sobre ello.

—No te preocupes, yo puedo vestirme solo— le aseguró el castaño mientras observaba las prendas —Igual, gracias.

Nayeon, considerándolo una dulce persona de valores tan similares a los propios, sonrió mientras él se ocultaba tras el biombo para cambiarse.

《¡Que adorable, incluso siente vergüenza con una chica!》 la castaña de regordetas mejillas  rió discreta tras su mano.

—Como Milord desee— ella le entregó las elegantes prendas una a una mientras se vestía, hasta que no pudo más.

—Creo que ahora si necesito de tu ayuda— confesó con un leve rubor al verse incapaz de ponerse su rocheu.

—Permítame— hábilmente, la doncella castaña le colocó esa corbata de seda bajo el cuello italiano de su camisa blanca.

Nunca había sabido anudarse una corbata y, aunque esa no necesitaba ser anudada, creía no poder ponérsela solo.

—Milord luce tan elegante así vestido— halagó su camarera, con la que creía se iba a llevar muy bien.

—En efecto— una voz causó que ambos se voltearan a la puerta, donde Heechul veía con ternura la escena.

Los dos castaños le dedicaron una reverencia al marqués.

—Es una pena que sea negro, pero espero que puedas usar las otras prendas que mandé a hacer— comentó, mientras alisaba las arrugas de aquel nuevo atuendo.

El menor sonrió algo soñador ante el prospecto de volver a usar colores claros.

—Por ahora, ésto servirá para deslumbrar a nuestro nuevo y apuesto invitado— recalcó el azabache, mientras lo guiaba fuera de sus aposentos.

El castaño le dedicó un saludo inocente por sobre el hombro de su primo a Nayeon, quien correspondió el gesto.

Entraron a uno de los salones de recepción principales en la planta baja del palacio.

El Affair | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora