Capítulo XXXII

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SeokJin había llegado a Seúl, a un clima mucho más sombrío del que había estado viviendo por los ultimos días. Ahora, la capital estaba cubierta por un doloroso manto de luto.

—Que seas feliz en el Paraíso, querido amigo mio— con una gran tristeza, Jin depositó una flor blanca sobre ese altar con la foto del difunto Sehun.

Jin, como Taehyung a su lado, se arrodillaron frente al altar para reverenciarse ante este a punto que sus frentes tocaban casi la alfombra.

—JinJin, dame la mano— con una pesada voz, el de cabellos plateados extendió su mano a su amado para que se pusiera de pie. Ya llevaba demasiado tiempo allí —Por favor, nene.

Jin no podía creer que alguien que había estado con él hacía solo tres días, yacía muerto. El fallecido Oh Sehun estaba en perfecta salud entonces.

—¡Qué desgracia es la vida!— murmuró apesadumbrado Jin mientras observaba todo a su alrededor. A los dolientes con chaqué o hanbok negros.

—Qué desgracia es la muerte, mejor dicho— lo corrigió un igualmente dolido Taehyung.

Debería ser un pecado que un muchacho de su edad, así tan lleno de vida y amor como lo era Sehun, falleciera.

En ese aspecto, le recordaba a esos tres días del funeral del difunto Baekhyun.

—Mi más sentido pésame— el castaño se reverenció ante la desconsolada familia, quienes le respondieron el gesto.

Luego, se sentaron uno a cada lado del pobre de Hoseok, que portaba una expresión que lo hacía lucir ido.

—¿Hobi?— preguntó Jin, tras sentarse en el sofá de aquella sala en la mansión del difunto vizconde —¿Cómo te sientes?

Hoseok parecía haber llorado lo suficiente como para estar deshidratado. Y se veía como si estuviese perdido.

Perdido en su dolor.

—Tengo que ir por él— con el tono casi inaudible, murmuró antes de ponerse de pie.

—Hobi, por favor— Taehyung se puso de pie para sostenerlo por su temblorosa mano y así regresarlo al sofá cabriolet de terciopelo —, no te hagas esto.

Hoseok negaba con la cabeza, mientras se soltaba del suave agarre de un preocupado Tae.

—Necesito ir a buscarlo— con una voz pesada de emociones, el conde comentó.

—¿Buscar a quién?— Jin, con bastante preocupación por su salud, preguntó.

—B-buscar a Sehunie— el del cabello colorado respondió, y ambos notaron que su mirada estaba desorbitada.

Jin intentó traerlo de regreso, sintiendo pena por su amigo y le pidió silenciosamente a Tae que fuera por su hermana.

—Esta solo en el Royal Saddle, prometió alcanzarme— el del cabello colorado intentó que lo soltasen.

—Hobi, por favor— el castaño intentaba no soltar lagrimas ante la actitud de su querido mejor amigo.

—¡No me alcanzó!— el conde espetó, sollozando de manera abierta ahora.

—Lo siento mucho, querido—
el castaño intentó abrazarlo y consolar a su amigo, pero, en su desazón, el conde no se lo permitió.

—¡Necesito ir por Sehun!— lloraba, mientras trataba de soltarse del gentil agarre del más alto, llamando atención entre los dolientes.

La viuda Lady Oh, madre del difunto así como esposa de su padre, se acercó rápidamente, en su hanbok de luto.

—¿Cómo se atreven ustedes a hacer tamaño escándalo en el funeral de mi hijo?— la dama dos veces doliente, reprendió a ambos.

El Affair | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora