Capítulo XXXIX

170 19 10
                                    

⚠️ Capítulo XXXVII editado.

Esmirna, la "Perla del Egeo"; frente a las calmadas aguas de dicho mar, entre las verdes colinas, que aun no se habían resentido por el trascurrir del invierno, una mansión blanca con grandes ventanales se alzaba magnánina como una especie de vigía permanente.

La señora -- o señorita -- de la casa acababa de regresar del paseo por el bazar Kemeratlı. Una noble coreana por gracia de nacimiento, siempre iba a dondequiera, vestida como si fuese a un evento.

Aunque sus atuendos, si bien elegantes, eran de un color más negro que una noche sin estrellas. Negro de luto.

Una de las doncellas quien le abrió la puerta, le dedicó una reverencia —Hoş geldiniz, Leydi Hazretleri*— saludó la amable doncella, con su pelo oculto bajo un hijab* de raso.

Hoş bulduk*, Emine— sonrió la elegante dama, tras quitarse los lentes de sol así como la pamela negra, ambos accesorios que Emine guardó presurosa.

Leydi Hazretleri— otra de sus doncellas se le acercó, tras una reverencia —, ha recibido un llamado de Seúl mientras su ausencia.

La del cabello colorado solo se detuvo en seco al escuchar eso, puesto que, en todas las llamadas desde Seúl se había enterado de puras desgracias, como esa última, en la que su mejor amiga, Jisoo, le había relatado el dolor de la muerte de aquel amado esposo suyo.

Por tanto, ahora temía lo que podrían haberle dicho desde la capital coreana a Esmanur, quien aun así, se miraba igual que siempre lo hacía.

—¿Q-qué suced-dió?— tartamudeó la pelirroja, con el corazón en la garganta y a punto de escapársele.

—Lord Park Chanyeol la ha invitado a regresar a Corea en calidad de invitada de honor suya— la doncella Esmanur, para recordarlo, tuvo que leer lo que había anotado al tomar esa llamada horas atrás —. Se trata de un baile de máscaras del conde.

La de cabello colorado apretó sus guantes negros entre sus manos con la sola mención de aquel nombre, del nombre de ese desgraciado emparentado con el demonio quien había causado la ruina de su familia toda, el nombre de aquel al que también sostenía como el responsable de todo su mal.

¿Y, encima de todo, tenía el descaro de "invitarla" al país que se había visto obligada a abandonar por culpa de ese infernal primo suyo?

¿Acaso pensaba que era como un bebé, o un perro, que no tenía memoria alguna acerca del pasado que la aquejaba en las noches incluso a tantísima distancia, de esas tragedias que habían terminado con su vida como la conocía?

—Si llama de nuevo— habló, dándole los guantes para que se encargara de guardárselos
—, mándalo al demonio.

La doncella, aunque un tanto desconcertada, asintió
Emredersiniz, hanımefendi*.

Park Chaeyoung entró en sus espaciosos aposentos, que por la cálida luz del sol sobre las aguas del mar era iluminada, sintiéndose sin poder respirar al sentarse sobre su cama.

—Hermano— sonrió, con las lágrimas brotando de sus ojos mientras acariciaba esa foto, enmarcada en plata, puesta al lado de su cama —, mi amado hermano... tan bueno... pero, tan ingénuo también.

Su hermano, el conde, había sido su pilar en la vida luego de la muerte de sus padres. Y, con su cuñada, había llevado una relación casi ejemplar.

Sin embargo, ella se había manifestado en contra de ese idilio que mantenía con aquel muchachito de la alcantarilla, a propósito de una supuesta infidelidad de su esposa.

El Affair | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora