Capítulo XXXV

158 31 23
                                    

Sobre el Palacio Park, oscuras nubes de tormenta se cernían anunciando tempestad, tanto fuera como dentro.

Chanyeol miraba a través del gran ventanal de donde había sido, básicamente, confinado bajo "arresto domiciliario".

—Se avecina una tormenta— declaró, sereno, mientras que sorbía su taza de café.

—Milord no debería estar tan ansioso— aconsejó su criado, su fiel aliado Jooheon.

—¿Me ves alterado?— con un tono soberbio, preguntó.

Jooheon había hecho todo lo necesario para que aquel día fuese el día, el inicio del fin.

—Quien, seguramente, estará alterado será Su Señoría— el primo de este sonrió de lado, sorbiendo su café.

Por supuesto que Jimin era el más alterado en palacio, dado que se había encontrado cara a cara con otro desagradable mensaje.

—Maldita psicópata— masculló entredientes Jimin, al observar esa imágen.

Sobre el cubrecamas blanco, se encontraba una fotografía del difunto conde, su esposa, con su pequeño niño.

Clavada con una daga árabe, salpicada por lo que simulaba ser sangre fresca, manchando su cubrecama de seda.

—¿Qué piensa hacer?— Seulgi le preguntó, inexpresiva.

—Pídele a Lady Juhyun que, si no está demasiado ocupada planeando su próximo ataque hacia mi, me vea a un lado de la gran fuente— ordenó el del cabello rubio, manteniendo la compostura a pesar de que ya echaba humo.

—Si, Su Señoría— el ama de llaves salió de sus aposentos rumbo hacia los de Juhyun.

—Veremos qué tienes para decirme ahora, maldita— dijo mientras tomaba aquellos dos pendientes de diamantes.

Los que habían sido el inicio de toda esa calamidad. Y con los pendientes en mano, con una expresión de reservada ira, además, el conde rubio se encaminó hacia los jardines a pesar de la alerta de tormenta imperante en Seúl.

Ya no soportaría más estar en el mismo lugar que aquella a quien había intentado ayudar pero había terminado siendo peor que mil plagas.

Jimin llegó donde había dicho para encontrarla: un pequeño jardín dominado por su gran fuente de mármol.

Las flores que flotaban sobre esta lucían muy calmadas en contraste al ánimo del conde.

—Por alguna razón, me da la impresión que lo disfrutas— masculló el enfurecido conde, al observar al ventanal detrás del cual, su primo estaba.

Pero, por supuesto que Jimin nunca pensaría que, aun si él disfrutase esto, Chanyeol era quien lo manipulaba con sus pequeños trucos.

Si así lo hiciera, ya se hubiese deshecho de su primo, estaba más que claro eso.

—¿Su Señoría pidió verme?— preguntó, inocentemente, esa traidora al presentarse frente al rubio, su cabello castaño a merced de la brisa.

Seulgi observaba la reacción de su señor, luego de escoltar a la muchacha hacia este.

—Retírate— le ordenó, de una manera más que helada.

Seulgi siguió sus ordenes y se marchó de aquella parte del gran jardín de palacio.

—¿Sucede algo?— preguntó la castaña confundida por aquel abrupto cambio de su actitud, puesto que siempre mostraba simpatía y sonrisas.

Pero, ahora, se mostraba una persona totalmente diferente; casi que asustaba.

El Affair | TaeJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora